Por Carlos Rodríguez
Siete años
después del escándalo provocado por la muerte de 25 personas que consumían
habitualmente un producto natural llamado propóleo, la Justicia reivindicó el buen
nombre y honor del que pudieron haber gozado Mabel Aparicio, propietaria del
desaparecido laboratorio Huilén, fabricante de ese medicamento elaborado con miel de
abejas, y Emilio Alejandro Castro, ex director técnico del establecimiento. El juez de
instrucción Nelson Javier Jarazo sobreseyó en forma definitiva a ambos y resaltó que
en momento alguno se ha podido acreditar responsabilidad de los nombrados en el
fallecimiento de las 25 víctimas. Jarazo confirmó en primera instancia el
fallo seguramente será apelado que hubo sabotaje, ya que la contaminación con el
dietilenglicol, la sustancia letal que produjo los decesos, se habría producido
fuera del laboratorio Huilén, presumiblemente en la cadena de
comercialización del propóleo, tal como opinó el fiscal de la causa, Juan Manuel
Sansone. Hacia esa hipótesis podría encaminarse ahora la pesquisa.
Nosotros queremos que siga la investigación porque hubo 25 muertes y
las mentes perversas que idearon el sabotaje siguen en libertad, declaró a
Página/12 Vicente Dátoli, defensor de Castro, mientras que Mabel Aparicio cuestionó que
la investigación que pasó por cuatro jueces haya estado orientada
únicamente hacia Huilén, sin analizar nunca la alternativa del sabotaje externo
que habíamos planteado desde el primer momento (ver nota aparte).
El caso comenzó en agosto de 1992, con la internación de seis pacientes en La Plata, y
se agravó cuando el 11 de ese mes se produjeron las primeras muertes. Hubo 11 víctimas
fatales en la Capital Federal y 14 en la zona de La Plata, mientras que unas 3000 personas
fueron asistidas con síntomas renales y hepáticos similares a los que produce la ingesta
de dietilenglicol. En muchos casos, la gente concurría al médico únicamente como
producto de la psicosis que se había desencadenado.
En su fallo, el juez Jarazo destacó que las pericias determinaron que en
ninguno de los tambores con materia prima encontrados en Huilén se halló
restos de dietilenglicol y que tampoco había mención alguna al
tóxico en los disketes y discos fijos de las computadoras incautadas en el
laboratorio. El dietilenglicol no figuraba como componente del propóleo, ni podría, ya
que se trata de una sustancia tóxica que se utiliza para fabricar lubricantes de
automóviles. Lo que sí se usaba era el propilenglicol, un producto inocuo, pariente
lejano del anterior.
El magistrado consideró que en momento alguno se ha podido acreditar
responsabilidad de los procesados en las 25 muertes, aunque aclaró que la decisión
en momento alguno puede importar la finalización de la
investigación del caso, que por el contrario, deberá profundizarse aún
más, a los fines de esclarecer debidamente los hechos materia de investigación. En
ese sentido se debería seguir la línea propuesta por el fiscal, quien dijo que está
probado... que la incorporación del dietilenglicol en los propóleos debió ser
concretada fuera del ciclo de elaboración normal del producto.
El juez concluyó que la contaminación fue externa porque no es posible la
utilización del dietilenglicol, dado que el mismo no integra la composición del
producto y también porque era absolutamente imposible interferir en la
producción global de la partida, y en tal caso, toda ella hubiese estado contaminada,
conteniendo dosis iguales todos los frascos pertenecientes a una misma partida,
adhiriendo a la opinión del doctor Mariano Castex, perito de parte designado por Mabel
Aparicio.
Las dosis no fueron iguales, como quedó probado. En los frascos que habrían sido
adulterados que pudieron encontrarse había porcentajes que iban desde menos uno
hasta más del 80 por ciento de contaminación, según recordó Dátoli a este
diario. El fiscal Sansone sostuvo que se está frente a un típico caso de
sabotaje y pidió que la investigación futura seencuadre dentro del artículo 200
del Código Penal, que contempla penas de 10 a 25 años de prisión para los responsables
de envenenar medicamentos.
EL CASO
En los primeros días de agosto de 1992 ingresaron al Hospital Italiano de La Plata dos
hombres de 58 y 60 años, más una mujer de 60. Presentaban un cuadro gripal con fuertes
dolores musculares, acompañados con dolores lumbares e imposibilidad de orinar. El origen
de este mal era desconocido. A los pocos días hubo cinco casos fatales.
El 12 de agosto, el entonces ministro de Salud y Acción Social,
Julio Cesar Aráoz, dijo que el propóleo puede ser el causante de 12 casos de
intoxicación y de la muerte de 6 personas, por lo que hemos clausurado el laboratorio
Huilén y prohibimos su venta en todo el país.
Un día después de estas declaraciones, el laboratorio de
toxicología de la Asesoría Pericial del Poder Judicial alegaba que las causas del
envenenamiento era el dietilenglicol, sustancia disolvente que tiene uso industrial. El
juez José Méndez Villafañe, que entendía en la causa caratulada como
envenenamiento, allanó ese mismo día el laboratorio.
El 15 del mismo mes, el magistrado mandó a investigar todas las
empresas proveedoras del disolvente.
La Sala V de la Cámara del Crimen confirmó la fianza de 200 mil
pesos para el pedido de eximición presentado por los procesados en la causa,
Mabel Aparicio, gerente del laboratorio, y Emilio Castro, el director técnico.
En diciembre, se conoció que en diez de las necropsias practicadas
no se registró la presencia de dietilenglicol. A su vez, un testigo denunció la
existencia de sabotaje.
Las pericias demostraron que las cantidades del disolvente encontrado
en los distintos frascos eran distintas, con lo que se afianzaba la hipótesis de que la
sustancia mortal fue agregada después de la producción.
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ENTREVISTA A MABEL APARICIO, PROPIETARIA DE HUILEN
Espero que ahora se investigue
Después de este
fallo podría decir que vuelvo a creer en la Justicia, porque eso es lo que siento, pero
para mí no es suficiente y obviamente no lo es tampoco para los familiares de las
víctimas de este sabotaje. Mabel Aparicio, a los 59 años, vive con un pie en
Uruguay y otro en la Argentina, donde desde agosto de 1992 dejé de tener la
posibilidad de trabajar. Para el futuro, lo más importante para ella es que
se siga investigando, porque hubo 25 muertes, aunque lamenta que hayan pasado
siete años durante los cuales la Justicia creyó que tenía al culpable en Huilén, un
laboratorio al que consideraron fraudulento, y que se haya quedado en esa historia sin
escuchar otras hipótesis.
Para Aparicio, hasta ahora, incluso después del fallo, todo sigue como era
entonces, con la única novedad que yo y el señor (Emilio) Castro fuimos sacados del
medio porque nunca tuvimos nada que ver. La planta de Huilén, ubicada en Terrada al
1200, del barrio de Flores, fue desmantelada y toda su maquinaria, mal vendida
porque ni siquiera querían comprar nada que viniera de Huilén, por temor a que
estuviera contaminado. En estos años de obligado ostracismo, su familia a la
que trata de preservar sin aportar datos que puedan identificar a sus miembros fue
la única que me apuntaló y hoy tengo la suerte de poder trabajar en un pequeño
laboratorio del Uruguay. Después del largo proceso judicial, Aparicio comprobó que
el sabotaje en la industria es algo que se da con mucha frecuencia y es horrible que
suceda sin que se condene a los culpables. En el caso de su empresa, lo ocurrido
dejó sin trabajo a 52 personas que estaban en la planta, pero son centenares los
apicultores que perdieron su posibilidad laborar injustamente.
Para dar un ejemplo del daño, explicó que el laboratorio consumía una tonelada
mensual de resina cuando una colmena elabora 60 gramos en ese mismo período. Eso
significa que miles de apicultores fueron destruidos por un caso que partió de la
decisión de alguien que quiso perjudicarme, vaya a saber con qué propósito.
Huilén exportaba sus productos hacia China y había firmado convenios con Malasia y
Filipinas, pero no pudo cumplirlos porque nos cerraron toda la producción, cuando
el propóleo era apenas el 33 por ciento de lo que producíamos.
Se insinuó alguna vez que los grandes laboratorios estarían detrás del sabotaje.
¿Usted qué cree? preguntó este diario.
Yo creo que sí, pero no sólo ellos. Tiene que haber mucha gente involucrada y
espero que ahora se investigue respondió Aparicio.
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