Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


EL PRESIDENTE RUSO DESTITUYO OTRA VEZ A SU PRIMER MINISTRO
Yeltsin te invita al juego de la silla

Vladimir Putin, director del ex KGB,
sería el quinto premier ruso en un año.  Yeltsin lo señaló como su sucesor.

na21fo01.jpg (10540 bytes)

El País
de Madrid

Por Rodrigo Fernández
Desde Moscú

t.gif (862 bytes)  El presidente Boris Yeltsin provocó ayer una de las crisis políticas a las que Rusia ya está acostumbrada y destituyó de manera sorpresiva a Serguei Stepashin, que no alcanzó a cumplir ni siquiera tres meses al frente del gobierno. Como nuevo primer ministro, Yeltsin nombró interinamente a Vladimir Putin, que ocupaba los cargos de director del Servicio Federal de Seguridad y secretario del Consejo de Seguridad, y que debe ser ratificado por la Duma o Cámara baja del Parlamento ruso. En una inusual intervención televisiva, Yeltsin dijo que Putin, que podría convertirse en el quinto premier ruso en poco más de un año, era el indicado para continuar las reformas que necesita el país y el hombre al que quería ver como su sucesor en el Kremlin. “Quisiera decir que voy a durar en el cargo”, dijo un poco esperanzado Putin. Stepashin se marchó con un pronóstico sombrío: “Creo que podemos perder Daguestán”, señaló en referencia a los combates entre tropas rusas y musulmanes extremistas provenientes de Chechenia.
na21fo02.jpg (8770 bytes)Ante la gravedad de los hechos en la república rusa de Daguestán, donde un grupo islámico había tomado anteayer cuatro pueblos, Yeltsin envió a Stepashin a la región para que supervise la contraofensiva rusa. El ahora ex premier volvió por la noche a Moscú, con una situación militar relativamente controlada, y Yeltsin lo citó para la primera hora de la mañana en el Kremlin. Era la segunda cita matutina que el presidente daba a su premier en los últimos días. En la anterior, cuando se esperaba la caída del gobierno, el presidente resolvió a último momento hacer caso a los políticos que le desaconsejaban cesar a Stepashin. Pero este fin de semana, el presidente ruso tomó la decisión que el entorno del Kremlin esperaba con ansias: eligió a su sucesor como presidente.
“Ha comenzado el maratón electoral”, señaló el presidente Yeltsin en su mensaje televisivo al anunciar que había firmado el decreto por el cual convoca los comicios legislativos el próximo 19 de diciembre, y recordar que a mediados del año 2000 deben celebrarse elecciones presidenciales. “Ahora he decidido nombrar al hombre que en mi opinión es capaz de unir a la sociedad, basándose en un amplio abanico de fuerzas políticas con el fin de continuar las reformas en Rusia. El podrá unir a aquellos que desean la renovación de la gran Rusia en el siglo XXI. Se trata del secretario del Consejo de Seguridad y director del Servicio Federal de Seguridad, Vladimir Putin”, dijo el presidente ruso en su intervención transmitida por todos los canales de televisión.
Al explicar por qué había aceptado ser candidato a la presidencia en representación del Kremlin, Putin respondió que el problema es que en el país “no hay estabilidad política”. “Cada dos años tenemos una intentona de golpe; los cambios de gobierno tampoco son buenos para la sociedad y el Estado”, señaló. Lo que el flamante primer ministro desea es garantizar una continuidad; continuidad en las reformas y continuidad en la política interior del país. Los políticos han sido unánimes en considerar contraproducente el fulminante cese de Stepashin, que había logrado mantener la estabilidad política y económica del país. Incluso los aliados de Yeltsin no eran partidarios de realizar este cambio de gobierno, al menos de momento.
Anatoli Chubais, el padre de la privatización rusa que continúa siendo una persona cercana a Yeltsin, se oponía rotundamente a él e incluso se dice que la semana pasada fue al Kremlin especialmente para tratar de convencer a Yeltsin de que no destituyera a Stepashin. Y Boris Nemtsov, otro de los jóvenes reformadores que ha sido viceprimer ministro, considera la destitución de Stepashin como “una completa locura”. Si los aliados de Yeltsin lo consideran un error, la oposición teme que sea mucho más que eso, que lo que el Kremlin está tratando de hacer es preparar el terreno para imponer el estado de excepción –y... quién más indicado que Putin, que hizo su carrera en los órganos de Seguridad, para hacerlo?– y aplazar indefinidamente las elecciones. Viktor Iliujin, diputado comunista que preside el Comité de Seguridad de la Duma Estatal, es uno de los que así opina, y Guennadi Ziuganov también se refirió a esa posibilidad en su primera reacción al nombramiento de Putin.
Pero no sólo los comunistas están preocupados. Patria-Toda Rusia, el bloque electoral del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, divulgó un comunicado en el que advierte a “todos los órganos de poder y a todos los funcionarios, independientemente de su rango”, que no se les ocurra realizar “acciones antilegales y anticonstitucionales”. A pesar de los temores que suscita Putin, los diputados tendrán que ratificarlo como primer ministro. De lo contrario, la Constitución permite al presidente disolver la Duma Estatal y de todas maneras dejar a Putin a la cabeza del gobierno. Y, naturalmente, la oposición no desea quedarse sin la tribuna parlamentaria en vísperas de las elecciones. Ya lo ha adelantado Alexei Podberiozkim, líder del movimiento Legado Espiritual y miembro del grupo parlamentario comunista: “La Duma Estatal ratificará como primer ministro a Putin o a cualquier otro, no importa quién sea, ya que estamos a un paso de las legislativas”.

 

PRINCIPAL