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EL BUENOS AIRES DEJO LIBRES A 85 ALUMNOS
A examen por dar la vuelta

Horacio Sanguinetti, rector del Nacional Buenos Aires, anunció la sanción para los 85 alumnos de quinto que dieron la prohibida vuelta olímpica: quedan libres. Sin embargo, se les permitirá seguir concurriendo como oyentes hasta dar las materias.

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Los alumnos de quinto año del Buenos Aires serán notificados hoy de la sanción impuesta.
Algunos creían que ya se habían calmado las aguas y no habría más sanciones.

Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) Es de noche. El director del Nacional Buenos Aires, Horacio Sanguinetti, acaba de expedirse: “Los 85 chicos que dieron la vuelta olímpica -adelanta a Página/12– van a recibir 24 amonestaciones y serán autorizados a seguir viniendo a clases”. Así Sanguinetti definió la sanción que esta mañana conocerá la escuela. La UBA respaldó la resolución que ahora pena la vuelta que dieron 85 de los 200 estudiantes de quinto año el 13 de julio. El festejo se hizo pese a la prohibición que Sanguinetti acababa de imponer. En aquel momento el director había adelantado a Página/12 que no daría marcha atrás con la medida. Ahora cumplió. Anoche mientras los chicos se iban enterando de la severidad de la pena, el director acordó con la Universidad la posibilidad de que los chicos sigan yendo a la escuela hasta dar libre las materias. En 48 horas pasarán a la categoría de oyentes.
La puerta de la escuela está todavía abierta. En su despacho, Sanguinetti apura los últimos detalles de la sanción que hoy será comunicada a los chicos “aunque todo el papelerío no se terminó de resolver”, explica. La decisión demoró varias semanas y, mientras llegaba, los chicos fantaseaban con absoluciones redentoras de culpas. “Creímos que ya estaba todo calmado –dice un chico de quinto y agrega–: como castigo ya nos habían puesto faltas por el día de la vuelta y los dos días siguientes y además, el martes, después de las vacaciones nos hicieron lijar los bancos”.
Pero no. Esta vez la severidad del castigo prometido terminó imponiéndose. En seco, entre los chicos aún no termina de volverse verosímil esa posibilidad de que todos, sin excepciones, queden libres. Desde su puesto de rector del colegio, históricamente, Sanguinetti buscó limitar cada fin de año el festejo de la vuelta. Lo hacía a través de resoluciones o normativas que preveían cierto grado de sanciones para participantes u organizadores. Este año, en una entrevista de Página/12, Sanguinetti había anunciado por primera vez que esas limitaciones se extremarían hasta prohibir el festejo. El 8 de julio dejó sentado en la resolución 664/99 las consecuencias para quienes decidieran hacerlo: 24 amonestaciones sólo por participar, promover o simular lo que definió “rito salvaje”.
La prohibición de algún modo resignificó el festejo que los alumnos del Buenos Aires viven como ritual de transición y de paso. Esa veda impuesta activó una respuesta: 85 de los 200 estudiantes de quinto decidieron no sólo no acatar la prohibición sino adelantar la vuelta que tradicionalmente se pone en acto a fin de año. La vuelta no fue programada como acto de protesta, pero funcionó así y así fue leída: “Fue un desafío abierto”, dijo Sanguinetti a este diario.
Ahora el mismo director que adelantó el resultado que tendría la sola insinuación de la fiesta repite, pausado, que “los chicos van a recibir 24 amonestaciones y van a hacer autorizados a seguir viniendo a clases”. El director no concluye: “La medida se implementa en las 48 horas siguientes al anuncio y los 85 sancionados tendrán que dar las materias libres a fin de año”. Su decisión previene próximas puestas en acto del ritual de paso. Sanguinetti apela al aval de la opinión pública. Desde allí legitima la medida: “Ya basta –insiste–: la sociedad no tolera más estas cosas”.
El director piensa en la génesis de la pena. “El año pasado hubo dos chicas lastimadas y aunque ahora los chicos dicen que no pasó nada, una de ellas, que está en segundo año, tuvo un ataque de nervios”. También dice que los daños no fueron mayores “porque Dios es grande”.

 


 

HABLAN ALGUNOS DE LOS CHICOS QUE FUERON SANCIONADOS
“Pese a todo, yo la daría de nuevo”

Por A.D.

t.gif (862 bytes) La sanción se leyó como castigo. Cayó en seco. En julio una rueda clandestina de llamados activaba la Vuelta Olímpica que preparaban en la oscuridad 85 chicos del Buenos Aires. Anoche esa rueda se volvió a activar. Esta vez lúgubre, para repetir despacio, con bronca y rabia que “Sanguinetti los dejaba afuera”. Página/12 habló con algunos de quienes quedaron libres por la disposición del rector. Aseguran que aprecian la actitud de la escuela por darles la condición de oyentes aunque insisten en considerar ilógica la sanción. Por lo pronto, seguirán entrando por la puerta del Buenos Aires, esa escuela que consideran propia.
“Ahora nunca más”, dice una mamá que evalúa cómo comunicará el rector la medida a los padres. En su casa no dejó de sonar el teléfono. Nadie termina de creer en la verosimilitud de la pena. Y en la extensión: “¿A todos nos deja libres?”, dice y se pregunta Gabriel Abramovici que siente “ilógico y fuera de lugar y –todavía– exagerada la sanción que años anteriores por los mismos hechos no fue tan grave”. Rechaza la gradación engordada de una sanción por la que “se va a desprestigiar la escuela porque no puede ser, que casi la mitad de quinto año, quede libre”.
Quienes habitaron esa vuelta de julio sabían que la pena esta vez sería distinta. “Sanguinetti anunció su posición ante la opinión pública y no podía volverse atrás”, dice uno de los chicos de quinto. De todos modos mientras la firma del director no aparecía sobre el papel, se rezaba por absolución. “Yo creo se les va a desestabilizar el colegio, no suena lógico que quedan diez chicos por división”, dice Daniela Ader.
En otra casa uno consiente: “Apreciamos ir al colegio como oyentes: pero nosotros quedamos en el medio de Sanguinetti, el Rectorado y la UBA, fuimos la carnada de un juego más importante que es político”. Lejos de ahí, Agustín Alvarez no supo a tiempo que la vuelta implicaba sanción. “De todos modos la hubiese hecho igual”, aclara y espeta: “Sabía que nos íbamos a quedar libres, sino Sanguinetti tenía que irse de la escuela”.
Para ellos la sanción es ilógica. Lo dijeron antes, lo repiten ahora de cara a ese papel firmado que los deja fuera. “No acepté su aviso –dice Gabriel–. No lo acaté y está haciendo algo que no tiene derecho”.
Ellos explican sus próximos pasos: volver a clases. El resto, la pelea que puede extenderse en el campo legal correrá, si corre, por cuenta de los padres. Los chicos repasan ahora la pena, la lección. Daniela decidió en julio dar la vuelta prohibida. Lo explica así: “Fue una de las primeras decisiones importantes que tomé como persona, que tenía que ver con mi futuro”. Por eso dice que aprendió. Sin nombrar la palabra lección, Daniela dice: “Yo la daría de nuevo, aun así sabiendo las consecuencias”.
Mañana vuelve a la escuela.

 

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