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INDEC: AUMENTO DE LA POBREZA EN GRAN BUENOS AIRES
En un año, 350 mil pobres más

La pobreza y la indigencia describieron un nuevo salto. El Gobierno no sabe qué hacer con esa información y duda en cómo difundirla. El Banco Mundial le echa la culpa de ese aumento a cómo se hicieron las privatizaciones. Ante ese cuadro social, diputados de la Alianza proponen gravar las superganancias empresarias.

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Los niveles actuales de pobreza son uno de los más elevados de la Convertibilidad.
La indigencia se ubica en una magnitud sólo comparable con la época de la hiperinflación.

Por Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) Los propios datos oficiales indican que, debido a la crisis, la pobreza volvió a crecer. De acuerdo a la encuesta de hogares de mayo del INdEC, en Capital y Gran Buenos Aires hay 352 mil pobres más que hace un año. En el mismo período, 280 mil personas cayeron en la indigencia, es decir, que no consumen siquiera una dieta mínima en calorías. La cantidad de indigentes llegó a un máximo comparable con los tiempos de hiperinflación. Las cifras crearán conmoción en el gabinete nacional, porque obligarán al presidente Menem a reconocer que dejará un pesado legado en materia social: la pobreza casi se duplicó en los últimos cinco años y es tan alta como al principio de la Convertibilidad.
El INdEC realiza una medición incompleta de la pobreza argentina, ya que sólo procesa información de Capital y partidos del conurbano. Unos meses atrás, el Banco Mundial efectuó, por primera vez, una estimación para todo el país, anticipada en exclusivo por Página/12, que mostraba índices de pobreza mucho peores que en el área metropolitana (ver aparte).
Sin embargo, la información oficial sirve para evaluar, al menos en esta región –donde viven casi 12 millones de personas–, el impacto social de la recesión. Según los cálculos que están manejando en el INdEC, en mayo último el 27 por ciento de las personas del GBA (Capital y conurbano) habían caído bajo la línea de pobreza, frente al 24,3 por ciento en mayo del año pasado. Esto significa que hay 352 mil pobres más que hace un año. Hoy, 3,2 millones habitantes del área metropolitana no pueden adquirir una canasta elemental de bienes y servicios, valuada en 160 pesos mensuales por adulto del hogar. Si la comparación se remonta a cinco años atrás, hay 1,4 millón de pobres más. Más aún, los niveles actuales de pobreza son similares a los de los primeros meses de la Convertibilidad.
Los datos son todavía más alarmantes si se considera que casi 280 mil personas cayeron en el último año en la indigencia, definida como una canasta de alimentos básica de 70 pesos mensuales por adulto. Hoy, en GBA, viven 900 mil indigentes, esto es, alrededor del 7,3 por ciento de la población. Semejante proporción es un record nunca visto durante la Convertibilidad, ni siquiera en el peor momento de la recesión del Tequila. Y se acerca a los niveles de los tiempos de la hiperinflación.
Estos cálculos están siendo manejados en el máximo secreto en el INdEC. Pero ya recibió un anticipo la Jefatura de Gabinete. Lo sensible de esta información, en plena campaña electoral, hizo que el ala política esté evaluando cómo difundirlas. Se barajaron diversas hipótesis. Incluso, se llegó a pensar que podrían ser presentadas como cifras del Gran Buenos Aires, de modo tal que el Presidente esquivara el fardo y le cayera en la cabeza al gobernador Eduardo Duhalde. Sin embargo, los expertos aseguran que estos índices no pueden interpretarse como el resultado de una política provincial, sino que son consecuencia de lo que ocurre en la economía nacional.
Causas
Las explicaciones del nuevo salto en la pobreza y la indigencia son varias:
ron2.gif (93 bytes)  La más obvia es la explicación técnica que ofrecen en el INdEC. Hubo una brutal caída del ingreso de las familias carenciadas, que no pudo ser compensada por la levísima baja (de apenas 1 por ciento) en los precios de la canasta básica de alimentos. Así, por ejemplo, el ingreso per cápita de las familias del décimo más pobre de la población se derrumbó casi un 13 por ciento. En tanto, el de las familias del quinto más vulnerable cayó un 5,5 por ciento.
ron2.gif (93 bytes)  El aumento del desempleo también influye. Pero este tema ha abierto una polémica entre los técnicos del Gobierno. En Economía dicen que la Secretaría de Desarrollo Social hace un análisis simplista de la pobreza, al decirle al Presidente que la causa principal del aumento está en el crecimiento del desempleo. Sostienen que así no puede explicarse que lapobreza haya seguido en ascenso en los años que, incluso, la desocupación bajaba.
ron2.gif (93 bytes) En Economía se inclinan a pensar que la clave está en el ajuste salarial. De hecho, en el último año se crearon puestos de trabajo, pero casi todos precarios, en negro y muy mal remunerados. La cuestión no es menor. Como advirtió recientemente un informe de Naciones Unidas, publicado el domingo pasado en el suplemento económico Cash, Argentina avanza hacia un modelo laboral como el egipcio, donde se exige que el trabajador firme su carta de renuncia antes de ser contratado. Aquí ya se pide la firma de un pagaré o de una nueva solicitud de empleo todos los lunes. Si este tipo de modalidades se extiende, probablemente se pueda reducir la desocupación el año próximo si hay reactivación, pero no así la pobreza, ya que los sueldos serán cada vez más escuálidos.
ron2.gif (93 bytes)  Ahora, el Banco Mundial les echa la culpa del incremento de la pobreza en Argentina a las privatizaciones. Dicen que fueron mal hechas. Y que muchas familias de clase media baja están cayendo en la pobreza porque no pueden afrontar las altas tarifas de luz, gas, teléfono y transporte.
ron2.gif (93 bytes)  Esta es una de las conclusiones que se extrae de las encuestas del estilo “listen to the people” (escuchar a la gente), en las que se le pregunta a la gente por qué cree que es pobre. Así, al hablar de una política sectorial, los funcionarios del Banco Mundial quieren dejar a salvo la imagen del modelo económico.
Los técnicos del Gobierno argumentan que la medición de pobreza del INdEC no contempla el gasto público focalizado (raciones alimentarias, servicios de salud, educativos, etc.) que reciben los pobres. “La línea de pobreza marca cómo aumentó el nivel de pobres a causa del mercado, pero a esto hay que agregarle la acción correctiva de las políticas públicas, que en los últimos años se orientaron específicamente a los sectores carenciados”, afirman.
No obstante, el propio Banco Mundial alertó acerca de que buena parte de la ayuda social oficial queda retenida en los estamentos burocráticos o es instrumento de clientelismo político.

 

Mucho peor en el interior

Este diario publicó a principios de mayo el informe del Banco Mundial que daba cuenta del primer relevamiento de la pobreza en todo el país. Dicho estudio desató un duro enfrentamiento entre el gobierno y la Iglesia, que lo consideraba representativo de la realidad social del país. Según el informe, en Argentina había 13,4 millones de pobres (el 36,1 por ciento de la población total) y 3,2 millones de indigentes (8,6 por ciento de la población). El Banco Mundial utilizó una nueva metodología, que considera las nuevas pautas de consumo de los argentinos, para calcular las líneas de pobreza no sólo en Capital y Gran Buenos Aires sino en todo el país. Sin embargo, la estimación para el área metropolitana era sólo unos puntos superior a la que realiza el INdEC. La conclusión obvia era que los niveles de pobreza e indigencia en el interior del país son mucho más elevados de los que se miden en el GBA. Por ejemplo, la pobreza en el Noroeste llegaba al 56 por ciento de la población, en el Noreste al 58 por ciento, en Cuyo al 45 por ciento y en toda la región Pampeana al 37 por ciento. La indigencia, en tanto, rozaba el 20 por ciento en todo el Norte argentino. De todos modos, de acuerdo con la investigación del Banco Mundial, la evolución de la pobreza en el área metropolitana solía acompañar la situación social en el resto del país. Así, todo indicaría que también habría pegado un salto en el último año la pobreza y la indigencia en todo el país. Más aún, cuando es sabido que las economías regionales fueron muy golpeadas por la devaluación brasileña. Según las proporciones del estudio del BM, los pobres del GBA representan un cuarto del total de pobres en el país. Entonces, para saber cuantos pobres más hay en todo el país habría que multiplicar los 350 mil nuevos pobres del GBA por cuatro.


OPINA UN EXPERTO EN POLITICA SOCIAL
Un modelo de exclusión

Por Néstor López *

t.gif (862 bytes) Diversos estudios aparecidos a comienzos de los años 90 coincidían en presentar el surgimiento de la nueva pobreza como la transformación social más importante ocurrida durante la década anterior, resultado de más de 15 años de crisis, y diversos períodos de hiperinflación. Se coincidía entonces en la necesidad de revertir el escenario económico como condición para recomponer esta sociedad, y devolver a sus familias una calidad de vida digna. Los nuevos datos sobre la pobreza y la indigencia en el Gran Buenos Aires muestran que el marco de estabilidad y crecimiento que define a la presente década no alcanzó para revertir esa situación.
Más aún, el crecimiento de la pobreza y la desocupación son la expresión más visible de un profundo proceso de transformación de la estructura social, que trasciende a la coyuntura recesiva del presente año, y que se caracteriza por la consolidación de un polo de riqueza sin precedentes en esta sociedad, por la vulnerabilidad de los sectores medios, y por la condena a la pobreza crónica de los sectores más carenciados, en un paulatino proceso de exclusión.
Para hacer frente a esta realidad es necesario destacar el siguiente punto: aun cuando el mercado de trabajo se muestra estructuralmente incapaz de cumplir el rol protagónico que tiene como mecanismo de distribución de bienestar e integración social, nuestra sociedad insiste en ofrecerle esta función central.
Ninguna de las políticas sociales desarrolladas en el transcurso de esta década le discute esta relevancia al empleo, sino que, por el contrario, aparecen como complementarias o fortalecedoras del mismo. Con el deterioro de las funciones sociales del Estado y la crisis de los sistemas de seguridad social, las familias dependen cada vez más de su participación en el mercado de trabajo para poder satisfacer sus necesidades y vivir bien. Y es precisamente esta centralidad del mercado laboral y su simultáneo deterioro, el germen de la creciente desigualdad y la exclusión.

* Sociólogo.

 


 

Superganancias de las empresas en la mira

Razonable: 264 compañías tuvieron el año pasado utilidades que duplican en promedio el 10 por ciento considerado como razonable en los países desarrollados.

Diputado Jorge Rivas, elaboró un proyecto para gravar las ganancias extraordinarias de las empresas.
En 1998 sumaron $2100 millones. Se espera recaudar así unos $600 millones por año.

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Por Pablo Ferreira

t.gif (862 bytes) La aplicación de un impuesto extraordinario a las superganancias empresarias es un tema que obsesiona cada vez más a los legisladores. Ahora, surgió un proyecto elaborado por diputados de la Alianza, encabezado por el frepasista Jorge Rivas, que avanza con la idea que aplicar un tributo especial –durante cinco años– a todas las empresas -no sólo a las privatizadas– cuyas utilidades superen el 10 por ciento del patrimonio. De aprobarse esta iniciativa, que ayer tomó estado parlamentario, permitiría sumar al Tesoro unos 600 millones de pesos anuales, según estiman los diputados.
El tributo tiene una estructura de tasas de carácter progresivo que van del 15 (aumentando de 5 en 5) al 35 por ciento sobre el beneficio extraordinario. Al mismo tiempo, las tasas serán aplicables de modo acumulativo a los diferentes tramos de utilidad excedente: hasta el 5 por ciento, entre 5 y 10, entre 10 y 15, entre 15 y 20 y más del 20 por ciento. Por otra parte, la iniciativa se cuida de excluir específicamente a los pequeños y medianos contribuyentes y empresas. Para ello establece su exención para quienes “tengan un capital impositivo que no supere la suma de 3 millones de pesos”.
El flamante proyecto de ley, al que accedió Página/12, detalla en un extenso anexo que 264 compañías –seleccionadas entre las 1000 que más facturan en Argentina– tuvieron el año pasado utilidades que duplican en promedio el 10 por ciento considerado como razonable en los países desarrollados. Además, el análisis del listado muestra que las ganancias obtenidas, en no pocos casos, llegan a multiplicar entre 4 y 14 veces ese parámetro internacional. Así, ese puñado privilegiado de empresarios acumularon –sin considerar los grupos económicos como conjuntos– utilidades por más de 2100 millones de pesos en 1998, un año que no fue económicamente brillante.
Entre esas empresas figuran muchas de las privatizadas, como Telefónica y Telecom, con ganancias extraordinarias de 193 y 105 millones de pesos, respectivamente. También cosecharon superutilidades –entre otras– la siderúrgica de los Rocca, Siderca, con 161 millones de pesos y la propia Techint (56), Aluar de la familia Madanes (72), Compañía General de Combustible del grupo Soldati (62), Massalin Particulares (55), Transportadora de Gas del Sur (49), Cosméticos Avon (48) y Argencard (45).“En los últimos diez años se ha producido en Argentina la transferencia de riqueza, sin duda, más impresionante del siglo”, puntualizó a este diario Rivas, cuya jugada parlamentaria fue respaldada por los diputados Alfredo Bravo, Rubén Giustiniani, Gustavo Galland, Margarita Stolbizer y Juan Pablo Cafiero, entre otros. En opinión del legislador ese fenómeno explica la contradicción entre el crecimiento del PBI y el aumento de la pobreza de los 90. En el tope del ranking de las más beneficiadas aparece la estadounidense Cosméticos Avon, que acumuló ganancias equivalentes al 144 por ciento de su patrimonio, seguida por Optar con el 148 por ciento y Villalonga Furlong (126) del grupo Exxel. Con cifras porcentuales no mucho más bajas se ubican Argencard (93), Deminex (92) y la constructora CBPO (86). En el texto legislativo, que debe pasar aún el análisis de varias comisiones de Diputados, abunda en datos socioeconómicos que caracterizan el crítico escenario actual de la economía. Al respecto repasa la elevada y creciente desocupación y el trabajo en negro, la 8,5 millones de personas que carecen de cobertura previsional, el aumento de la pobreza, la situación de la niñez, de la cual destaca que el 50 por ciento son pobres. Tampoco pierde la ocasión para subrayar la incidencia del costo de los servicios públicos en relación al ingreso de los sectores de menoresrecursos que casi se duplicó por efecto de las privatizaciones. Por el contrario, señala el trabajo –en base a datos del INdEC– que la participación de los sectores de más altos ingresos pasó del 57 por ciento, con un PBI de 208.000 millones en 1993, al 62,8 por ciento con un PBI de 257.000 millones en 1997.
–¿Cómo defenderán este proyecto de la previsible objeción de que no se puede castigar a las empresas exitosas sin perjuicios para el futuro de la economía? –preguntó Página/12 a Rivas.
–Ningún inversor serio se va a espantar por el solo hecho de que en Argentina se le diga que vamos a cobrar un impuesto extraordinario en el hipotético caso de que se llegue a una renta por encima de la tasa promedio internacional.

 


 

EL PROYECTO NO SE PREOCUPA POR LA EVASION
Más simpático que efectivo

Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) ¿Un impuesto al éxito o al monopolio? Gravar las superganancias, como se propone un proyecto de diputados aliancistas (ver aparte), obliga a preguntarse cómo se consiguen esas utilidades extraordinarias en una economía de mercado. La manera es disfrutar de una situación monopólica, como ha ocurrido o sigue ocurriendo con empresas privatizadas de servicios públicos, o al menos de una posición dominante, desde la cual se traba, apelando a diversos medios, el ingreso de otros jugadores al negocio. Se supone que en un mercado transparente y competitivo, nadie puede ganar demasiado durante mucho tiempo porque ello atraerá a nuevos competidores.
Si esto se acepta, el tributo propuesto apunta a los beneficios monopólicos, pero parece subestimar la capacidad de esas empresas. Si tuvieron la habilidad de instalarse en esa posición, también la tendrán para ocultar del todo las utilidades extraordinarias, o derivarlas hacia otras firmas del mismo conglomerado, en el exterior o en el país. En su nueva versión, la Ley de Ganancias dedica un capítulo a los llamados precios de transferencia, que corresponden a transacciones realizadas entre compañías vinculadas y que son el vehículo en el que viajan las rentas hacia los lugares más propicios, en lo posible paraísos fiscales. Por ahora, Impositiva recién está desarrollando métodos y entrenando agentes para desbaratar esas maniobras, y no se sabe aún si lo logrará.
Lo obvio es que superponer una nueva alícuota, buscando así acentuar la progresividad del impuesto a las Ganancias, aumentará el premio por evadir o eludir un tributo cuyo gran problema es ya hoy la evasión y la elusión. En la práctica, la simpática idea de aplicar una sobretasa a quienes ganan por ejercicio más de un 10 por ciento de su patrimonio neto, para así dar más equidad al régimen tributario, puede ser inefectiva o contraproducente.
Todo el problema puede residir en que los autores de la iniciativa parten de una mala hipótesis. El problema de Ganancias en la Argentina no es que la tasa del 35 por ciento sea baja, porque en realidad es alta o muy alta, sino que la recaudación es ínfima. En este sentido, la propuesta presentada recientemente por Domingo Cavallo, que pretende eliminar todas las exenciones de este impuesto y decretar la bancarización forzosa de cualquier operación de cierta envergadura, aplicándoles el tributo a todos los ingresos, impacta mucho más en las verdaderas razones de una recaudación irrisoria. (Cuestión aparte es si se puede contar con los bancos como aliados del fisco.)
Una cuestión de fondo a discutir es cuál debe ser la imposición de las utilidades en un país que necesita atraer capitales para crecer. Con una evasión/elusión de Ganancias como la que existe, esa cuestión no llega ni a plantearse. Pero la pareja tasa alta/recaudación baja es seguramente la peor alternativa, y crear una sobretasa puede agravar aún más esta situación. Elevar la recaudación y reducir la alícuota parece un camino más inteligente, aunque resulte políticamente menos seductor y más complicado para la burocracia.
El proyecto tiene la sensatez de tomar como parámetro el patrimonio neto, considerando así los activos, las utilidades no distribuidas y las deudas. A mayor patrimonio, menor posibilidad de que los beneficios superen el listón del 10 por ciento, con lo que queda premiada la inversión. Pero esto en la teoría. En la práctica, lo que importa es recaudar según la letra de la ley.

 

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