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DENUNCIAN A UN TESTIGO POR FALSO TESTIMONIO EN LA PLATA
El desmemoriado agente que barría

El policía trabajaba en la comisaría quinta y tuvo insistentes faltas de cooperación por lo que fue imputado por el tribunal.

José Luis Luise trabajó durante la dictadura militar en un centro clandestino de detención.
Los camaristas opinaron que el testigo llegó a negar hechos que no podía desconocer.

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Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes) El sargento José Luis Luise se presentó ante la Cámara Federal de La Plata preparado para negar y decir “no me acuerdo”. Y así lo hizo. No supo –según dijo– que en la comisaría quinta de esa ciudad había detenidos ilegales durante los años 1976 y 1977. “No me acuerdo quién era el titular de la dependencia”, afirmó. Luise se desempeñó como agente de esa comisaría durante la dictadura pero, según declaró, sus tareas se limitaban a barrer y limpiar. A pesar de su evidente falta de cooperación, el tribunal logró arrancarle algunas palabras al sargento, que había sido citado como testigo en el juicio en que se investiga lo sucedido con más de dos mil desaparecidos. Lo poco que dijo bastó para que se evidenciaran grandes contradicciones y la Cámara lo denunciara por falso testimonio.
“Estuve en la comisaría quinta desde marzo de 1976 hasta los primeros días del año 1977, en calidad de aspirante a agente. Me dedicaba a la limpieza”, afirmó Luise al inicio de su declaración. Luego dijo que sólo había estado allí cuatro meses. Pero, según la información oficial del Ministerio de Seguridad y Justicia de la provincia de Buenos Aires, Luise se había desempeñado en la quinta hasta agosto de 1977 y lo había hecho en calidad de agente y no de aspirante. Este hecho, sumado a que los camaristas consideraran que el testigo estaba negando saber hechos que no podía desconocer, originó la denuncia del tribunal. “Es un mensaje para esta hermandad mafiosa que insiste en ocultar los hechos”, aseguró Claudio Abalos, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata.
Luise manifestó que su tarea de limpieza no incluía las celdas y que por lo tanto nunca había entrado en ellas ni visto a los detenidos. Poco después describió un calabozo y no supo cómo explicar por qué lo conocía si nunca había observado uno.
–¿Había alguna forma especial para referirse a los detenidos? ¿Cómo les decían ustedes a los detenidos? –indagó el juez Julio Reboredo. –¿A los comunes? –preguntó el testigo y dejó en claro que había presos “no comunes”. Cuando quiso enmendar la falla con una distinción entre detenidos contravencionales y penales, no fue muy creíble. El sargento negó haber escuchado gritos de sufrimiento. “No me acuerdo”, dijo cuando le preguntaron sobre la existencia de mujeres embarazadas. Ante la falta de cooperación, al juez Leopoldo Schiffrin se le agotó la paciencia: “Se trata de un caso excepcional de falta de memoria. Está probado que en la comisaría quinta funcionó un centro clandestino de detención. No niegue un hecho manifiesto y notorio. No diga que no supo que había detenidos a los que se llamaba subversivos”, le dijo enérgico. “Sí.. esa palabra la escuché”, contestó Luise sin que se le desacomodara un pelo.
El testigo permaneció inalterable durante todo el interrogatorio. Estaba peinado prolijamente con la raya al costado y se sentaba un poco encorvado para alcanzar el micrófono. A pesar de su falta de memoria, se acordaba de que el auto del comisario era de color blanco y después de que la abogada de la APDH Marta Vedio le insistiera, pronunció tres apellidos de antiguos compañeros: Basualdo, Lescano y Zapata.
Durante la audiencia oral y pública, estuvo presente Daniel Díaz, hijo del fallecido comisario Alfredo Oscar Díaz, a quien la Cámara había citado sin saber de su muerte. Varios de los presentes aseguraron que Díaz le hacía señas a Luise durante su declaración. “Sólo vine a escuchar y mi padre sólo cumplió ordenes”, dijo Díaz, enfundado en un traje verde claro y anteojos oscuros, a Página/12.
El centro clandestino que se montó en la comisaría quinta funcionó simultáneamente con las actividades normales de la dependencia policial. La oficinas estaban sólo separadas del centro por un patio, donde muchas víctimas fueron estaqueadas o atadas.

 


 

SE AMPLIAN DENUNCIAS CONTRA ROMERO Y CAYUELA
La defensoría oficial en suspenso

t.gif (862 bytes) ”¿Qué sucede con la validez o nulidad de expedientes donde intervino un defensor que no era tal?”, preguntó el abogado Ricardo Monner Sans al ampliar su denuncia contra el defensor general de la Nación, Miguel Angel Romero, y contra su ex subordinado, Luis Cayetano Cayuela. El 5 de junio el letrado denunció que Cayuela siguió actuando como defensor oficial después de la sanción de la Ley de Ministerio Público, que le exigía tener acuerdo del Senado para cumplir funciones.
Romero habría incurrido en el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público mientras que Cayuela habría cometido usurpación de títulos. El fiscal Jorge Di Lello impulsó la acción penal y la causa está en manos del juez federal Claudio Bonadío. En principio la Defensoría General argumentó que Monner Sans estaba equivocado y que Cayuela estaba bien designado. Pero el lunes Romero cambió de postura y decidió disponer el cese de Cayuela en sus funciones hasta que la Justicia “aclare” la situación, con lo cual se dio la paradoja de un funcionario cesanteado que legalmente ya había cesado. Para ello reintegró a la función a Silvia Otero Rella, cuyo cargo estaba ocupando Cayuela.
Mientras los legisladores de la oposición terminan de redactar un pedido de juicio político contra Romero que presentarán la semana próxima, el denunciante quiere saber “¿quién se hace responsable de los pagos salariales mal hechos al doctor Cayuela?”. La diputada aliancista Nilda Garré aseguró a Página/12 que detectaron “irregularidades reiteradas también en relación a otros defensores y un manejo discrecional y arbitrario en la asignación que hace Romero de los casos”. Según la legisladora “Cayuela es un hombre confiable políticamente y por eso le asignaron causas de importancia como las de la AMIA, IBM-DGI o venta ilegal de armas, más allá de que está claro que no se cumplieron los requisitos para su nombramiento”. Garré agregó que “existe un vínculo personal entre Romero y Cayuela que enturbia la relación funcional y explicaría el empeño que puso el defensor general en mantenerlo en el cargo y defenderlo”. Cayuela le habría vendido a Romero un lujoso departamento a buen precio.
Cayuela cobró notoriedad por su actuación como defensor de la iraní Nahrim Moktari. Sin embargo, también tuvo un rol protagónico en el caso de la apropiación de la presunta hija del matrimonio desaparecido BauerPegoraro, como defensor del marino y apropiador confeso Policarpo Vázquez. La jueza María Servini de Cubría lo responsabilizó de haber aconsejado a Evelyn Vázquez que no se sometiera a los exámenes genéticos que podrían determinar la verdadera identidad de la joven.

 

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