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No fue mi propósito, en lo más mínimo, herir susceptibilidades ni entorpecer las relaciones entre Gran Bretaña y la Argentina. Por eso, sobre todo, jamás pensé en agraviar o molestar a los islanders, explicó el abogado Mario Matzkin a modo de disculpa por haber hecho flamear una bandera argentina en el cementerio de Puerto Darwin. Lo hizo por medio de una carta pública, cuya redacción impulsó la Cancillería con el objeto de poner paños fríos a la polémica que provocó la actitud de Matzkin y a la cual los consejeros kelpers calificaron como estúpida. El ministro del Interior, Carlos Corach, defendió, en cambio, al primo de su viceministro y sostuvo que el hecho que protagonizó durante la visita que realiza a Malvinas no puede de ninguna manera ofender la sensibilidad de la sociedad que reside en las islas. La difusión de la carta de Matzkin es el resultado de la estrategia que desplegó la Cancillería para contrarrestar el malestar que provocó entre los kelpers la aparición de la bandera argentina en Malvinas. En tren de afianzar la relación con los isleños, el canciller Guido Di Tella también parece estar muy entusiasmado con la idea de realizar mañana un partido de fútbol entre los kelpers y los periodistas que visitan el archipiélago y -según fuentes diplomáticas pregunta a cada rato cómo marchan las negociaciones para concretar el match. A pesar de que el representante de una firma cervecera alemana se ofreció como sponsor y un canal de televisión anunció su intención de transmitirlo en directo, el partido podría fracasar ante la negativa de varios periodistas del continente de sumarse a la movida. Atento a manifestaciones vertidas sobre hechos acaecidos en el cementerio de Darwin quiero manifestar, desde lo más profundo de mi corazón, que todos los hechos fueron motivados por un insostenible dolor y respeto hacia los soldados argentinos que yacen allí, indicó Matzkin en su carta sobre el episodio de la bandera. También señaló que no tuvo otra intención que rendir un homenaje íntimo y muy reservado a nuestros soldados muertos en las islas y atribyó la publicidad del hecho a que un periodista tomó una fotografía indeseada, además de saludar a todas las personas que pudieron sentirse afectadas. El vicecanciller Andrés Cisneros afirmó que el hecho protagonizado por Matzkin no genera un problema político y, para restarle importancia, explicó que la relación está tan madura entre la comunidad isleña y la argentina continental que ellas solas se encargan de absorber esta situación. Pero lo cierto es que la Cancillería participó activamente en la redacción de la carta que el primo segundo del viceministro del Interior, Jorge Matzkin, dirigió a la opinión pública y no al gobernador de las islas, Donald Lammont, como se había pensado en un principio. Entregar la carta al gobernador hubiera sido darle entidad a Matzkin, confiaron fuentes de la diplomacia argentina. Matzkin elaboró la carta con la colaboración del cónsul argentino en Punta Arenas, Julián Tetamantti, y todo el proceso fue monitoreado desde Buenos Aires por la Cancillería, que a su vez mantuvo contactos con la embajada británica para garantizar un final prolijo de la visita a Malvinas. Numerosos cementerios de guerra en Europa y en todo el mundo tienen los restos de combatientes de alguna manera a la sombra de las banderas nacionales, dijo Corach para justificar la actitud del primo de su segundo en Interior. Distinta opinión manifestaron los consejeros kelpers al cabo de una conferencia de prensa en la cual reiteraron que no están dispuestos a discutir la soberanía de Malvinas ni ahora, ni en el futuro. La representante isleña Janet Cheek calificó lo hecho por Matzkin como una broma estúpida, mientras su colega Mike Summers recordó que no es tradicional hacer flamear banderas en los cementerios.
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