Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


POR PRIMERA VEZ EN SUDAMERICA SE REALIZO UN TRASPLANTE DE INTESTINO
Para que el hospital deje de ser la casa

La inédita operación se realizó en el Hospital Italiano. El paciente es un chico de 6 años que vivió en un hospital platense casi toda su vida porque debe ser alimentado por vía endovenosa. Una voluntaria se convirtió en su mamá.

El doctor Pablo Argibay.
Estuvo al frente de la operación.

na16fo02.jpg (9853 bytes)

Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) Durante seis años –casi toda su vida– Fabián (el nombre es ficticio, porque la Ley de Patronato prohíbe difundir su identidad) vivió en un hospital, alimentado por vía endovenosa. Desde los siete meses, su aparato digestivo no podía absorber alimentos y ya iba en camino a contraer una cirrosis. Pero el viernes último, un equipo de cirujanos del Hospital Italiano de Buenos Aires y el Sor María Ludovica, de La Plata, lo sometió a un transplante de intestinos, el primero que se realiza en Sudamérica. El chico se recupera bien: ayer recibió la visita de sus padres sustitutos, jugó desde la cama con la pelota que le regaló el jefe del equipo de médicos, Pablo Argibay, del Hospital Italiano. Y mañana podría comenzar a ingerir alimentos líquidos por vía bucal.
Cuando tenía siete meses de vida, Fabián sufrió una infección intestinal y tuvo que ser operado en un hospital porteño. En esa intervención, perdió casi todo su intestino delgado: le quedaron sólo cinco centímetros, sobre un total de dos metros. También perdió la posibilidad de alimentarse como el resto de los chicos (el órgano que le faltaba es el nexo que permite el paso de los alimentos del aparato digestivo al torrente sanguíneo). Además, tuvo que convivir desde entonces con una colostomía, una abertura en el abdomen por la que se elimina la materia fecal. Y con una cánula, por la que cada noche recibía alimentación por vía parenteral. El mal que padece se conoce como “síndrome de intestino corto”.
Con el tiempo, los papás de Fabián –una familia de escasos recursos de la ciudad de Buenos Aires– dejaron de visitarlo. Desde entonces, el hospital fue su hogar y los médicos y enfermeras, su familia. Hace dos años lo visita una voluntaria del Sor María Ludovica, a la que Fabián llama “mamá”. El chico está desde hace años bajo la tutela del juez de Menores de Morón, Ricardo Oyama.
“Durante el día, hacía la vida de un chico normal: jugaba al fútbol, iba a la escuela y salía con su mamá sustituta. Pero por las noches vuelve al hospital, para recibir la alimentación”, relató a Página/12 el doctor Juan Pernas, jefe del servicio de Terapia Nutricional del Sor María Ludovica. “Fabián comía, pero más que nada como una cuestión psicológica. Porque así como ingería los alimentos, los eliminaba”, agregó Argibay.
La operación se llevó a cabo el viernes en el Hospital Italiano. La donante fue una chica de 13 años. El órgano fue provisto por el Centro Unico de Ablación e Implantes de la provincia de Buenos Aires (Cucaiba), que financió la intervención. Participó un equipo multidisciplinario integrado por más de 30 personas de los dos hospitales.
La operación duró 12 horas. “Hubo que reducir el órgano del donante a 120 centímetros de largo y unirlo al intestino del receptor. Ligar la vena porta del receptor a la mesentérica del órgano donado, y arteria aorta del chico a la mesentérica del donante”, detalló Argibay a Página/12. Los médicos, además, cerraron la colostomía, pero abrieron una iliostomía, otra abertura en el abdomen para eliminar líquidos, “que podrá cerrarse en unos quince días, si el paciente evoluciona bien”. Esa apertura, explicó Argibay, cumple la función de proteger la unión del intestino implantado con el colon.
Este tipo de transplantes se realizan con éxito desde 1991, y desde entonces no se han hecho más de 200 en todo el mundo. El Hospital Italiano es uno de los principales centro de implantes del país, y el equipo que condujo la operación se capacitó en el exterior desde hace siete años.
Ayer, a cinco días de la operación, Fabián estaba animado. Fanático de Boca y admirador de Martín Palermo, luce en su lecho de convaleciente el clásico mechón rubio que identifica al delantero xeneize. Habló con los médicos y los papás sustitutos, que lo visitaron, disparó al blanco con una pistolita con dardos y se dio el gusto de pelotear contra la pared del cuarto con la flamante número cinco. Según los médicos, su intestino nuevo trabaja normalmente, aunque aún no ingirió alimentos. El servicio donde se atendió Fabián durante estos años es el principal centro de referencia del país que atiende este tipo de casos (ver nota aparte). Funciona desde 1984 y desde entonces atendió a 80 pacientes con síndrome de intestino corto. “Es una patología con una alta tasa de mortalidad: el 20 por ciento de los afectados fallece”, dijo Pernas. Entre las causas de muerte, se encuentran la insuficiencia hepática, que deviene en cirrosis, o infecciones a través del catéter. Sin embargo, algunos de los pacientes se recuperan después de tres o cuatro años de tratamiento, porque la porción de intestino que tienen se adapta y logra absorber la cantidad de alimentos necesarios para su nutrición.
Pernas destacó la importancia del transplante. “Hay chicos que están condenados de por vida a la alimentación endovenosa, con riesgo para su vida”, dijo. Era el caso de Fabián, que ya comenzaba a manifestar síntomas de insuficiencia hepática, “Hace un año ya estaba por ser transplantado, se había conseguido el donante, pero tuvo una complicación hepática y hubo que suspender la intervención”, recordó Argibay. La intervención abre una luz de esperanza para unos 30 chicos con la misma patología, que están en lista de espera en el Sor María Ludovica.

 

Cómo se preparó el equipo

El equipo de trasplantes del Hospital Italiano, que dirige el doctor Pablo Argibay (42), es uno de los más prestigiosos del país. Argibay se había especializado hasta ahora en trasplantes de páncreas, de riñón y de células. Antes de llegar al implante de un intestino –el primero en el país y en Sudamérica– realizó con su equipo siete años de investigación experimental, que incluyó la formación en universidades de Nebraska y Pittsburg –los dos centros líderes en el mundo en este tipo de intervenciones–, en Iowa, Chicago, y en el Hospital de Niños de París.
Para esta intervención, el equipo del Italiano trabajó junto a los médicos del servicio de Terapia Nutricional del Hospital de Niños Sor María Ludovica, dependiente de la provincia de Buenos Aires. Es el principal centro de referencia en la atención de chicos que padecen el síndrome de intestino corto.
Según la información difundida ayer, el equipo que trabajó en el trasplante realizado el viernes estuvo integrado por: el jefe del programa, Pablo Argibay; los cirujanos Demetrio Cavadas, Osvaldo Campi, Sung Ho Hyon, Juan Carlos Pigdevall, Francico Heinen, Claudio Brandi y Fernando Molina; el anestesista Carlos Bonofiglio; los pediatras Cristian García Roig, Daniel Dagostino, José Ignacio Marcó del Pont, Eduardo Snitzler, Julián Llera, Juan Carlos Pernas y Horacio González, y las instrumentistas Marisa Beltrane, Patricia Chavarría, Daisy Figueroa y Ruth Chavarría.


 

LA ALIMENTACION ENDOVENOSA, UNICA POSIBILIDAD
Por qué se produce la enfermedad

t.gif (862 bytes) “En el hospital veo unos cuatro o cinco casos por año.” Carlos Hernández, subdirector de Gastroenterología del Hospital de Clínicas, se refiere a los casos de “síndrome de intestino corto”. Hasta hace muy pocos años la alimentación por vía endovenosa era la posibilidad de subsistencia que quedaba a quienes sufrían esta insuficiencia intestinal. Si bien el trasplante es la única solución definitiva para este cuadro, aún se encuentra en etapa de experimentación clínica. “Hay muy poca experiencia mundial y es mucho más complicado que un trasplante de hígado o de riñón”, apunta Graciela Soifer, jefa de Nutrición del Hospital de Gastroenterología Carlos Bonorino Udaondo. Se estima que en el mundo sólo unos 200 pacientes recibieron un trasplante de intestino.
“Este síndrome se produce cuando falta una gran cantidad de intestino delgado en el paciente”, explica Soifer. Puede ser un problema congénito o puede producirse por una intervención quirúrgica. “En los chicos generalmente se debe a que nacen con ‘agenecia’: con el intestino delgado no totalmente generado”, detalla. Para Hernández, en estos casos, “si no se hace un trasplante de intestino, el niño no tiene posibilidades de larga sobrevida, ya que la alimentación por vía endovenosa nunca es igual a la natural y, además, se corren graves riesgos de infecciones”.
En los adultos, puede darse por dos razones. “Por un lado –señala Hernández–, se da por patologías que terminan en una cirugía, que reduce el intestino delgado a menos de un metro de longitud.” Generalmente, esto se produce cuando algunas enfermedades vasculares afectan arterias que irrigan el intestino y le provocan un infarto: el órgano se muere y hay que extirparlo. “En algunos pacientes, después de uno o dos años, se produce una adaptación del intestino a ser corto y puede cumplir las funciones de un intestino normal”, comenta Soifer. Una segunda posibilidad, que no es una patología sino un tratamiento, es provocar un intestino corto para tratar la obesidad mórbida.
Para sobrevivir, quienes padecen este síndrome deben alimentarse por vía endovenosa. “El paciente recibe alimentación parenteral cíclica, que se produce durante la noche, cuando duerme, a través de un catéter”, señala Soifer. Pero la única solución a largo plazo, coinciden, es el trasplante de intestino. De todas formas, “todavía es algo que está dentro del terreno de lo experimental, recién hace unos 10 años que se hacen estos trasplantes en Estados Unidos y Europa”, señala Hernández. Además, el trasplante de intestino es mucho más complejo que el de cualquier otro órgano. “Es un órgano muy vascularizado, con muchas venas y arterias, y se deteriora mucho más”, apunta Soifer. Pero el mayor problema es que se trata “de un órgano que genera inmunidad”.

 

PRINCIPAL