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Ni para la Justicia ni para la policía rosarina quedaban dudas anoche de que la muerte de los pasajeros del micro incendiado el jueves se debió a un atentado. Y según dijeron fuentes judiciales a este diario, la jueza que investiga el caso, Alejandra Rodenas, no sólo pidió que dos grupos de expertos del FBI viajen para analizar los restos del micro y los cuerpos, sino que además profundizaba las averiguaciones sobre los antecedentes de enfrentamientos entre empresas de transporte que compiten por las rutas hacia el norte del país, avalando la hipótesis de que se trató de un accionar mafioso. Mientras los familiares de las víctimas seguían ayer con la peregrinación por el Instituto Médico Legal rosarino para reconocer a quienes fueron carbonizados por una supuesta bomba incendiaria atrapados en el primer piso del ómnibus, a la mañana la policía santafesina encontró entre la chatarra el cadáver de un bebé de dos meses, con lo que el número de víctimas llegó a la docena. Un cigarrillo como mecha, una caja de fósforos del tipo carterita como detonador y un bidón de combustible oculto en un bolso como bomba incendiaria fueron los utilizados para prender fuego el micro de la línea Almirante Brown que había salido de La Plata el jueves a las 16.20. Así quedó claro para la jueza Rodenas después de evaluar el testimonio de la testigo clave Gladys López. La mujer es quien aportó los datos para el identikit que distribuyó la policía santafesina del hombre que causó la tragedia. López declaró ante el Jefe de Seguridad Personal de la Unidad Regional II, comisario Rodolfo Romero, que había bajado del ómnibus a comprar un sandwich y una Coca-cola cuando eran las 23.30. Como sintió frío decidió volver a su asiento, el primero de la izquierda, en la parte baja, justo frente a la escalera de acceso y el baño donde comenzó el fuego. Estaba poniéndose unas calzas cuando vio a un hombre gordo, de 1,75, morocho y con un bolso en la mano subir al micro. Dice que sintió pudor al verse sorprendida por el extraño. La mujer esperó unos tres minutos a que el hombre saliera del baño. Se acomodó el pantalón por la parte de atrás, declaró en detalle. Fue cuando del primer piso bajaba el chico de la limpieza, a lavar el toilette. Ella lo interrumpió y le pidió que la dejara entrar primero. Fue entonces cuando pudo ver de cerca el bolso. Según su testimonio contado a este diario por el comisario Romero estaba semiabierto y de él salía una bolsa de polietileno negra. Acomodada en el borde del cierre, vio la carterita abierta, y una doble hilera de fósforos de cabezas verdes. Entre ellos, un cigarrillo encendido. No sabemos por qué la mujer no lo sacó y evitó así la tragedia, pero el asunto es que le dio paso al de la limpieza. El chico vio sólo humo saliendo del bolso. Y dio la voz de alarma. Uno de los choferes intentó correr el bulto con un pie. Buscó un matafuegos. Las llamas se propagaron y ya no pudo usarlo. ¿Por qué un mecanismo tan casero para cometer un atentado atribuido a una supuesta mafia? Que el mecanismo sea rudimentario y la bomba incendiaria se haya podido fabricar en cualquier cocina no significa que no garantice efectividad, explicó un perito químico de la Policía Federal consultado por Página/12. El experto sostuvo que el punto de ignición necesario para encender un bidón lleno de un líquido inflamable se logra fácilmente con un foco como el producido por varios fósforos encendidos. Y el simple contacto con el oxígeno del ambiente expande las llamas sin control. Fuentes de la investigación dijeron ayer que los peritos que trabajan sobre los restos del ómnibus intentan determinar si existió otro detonante o material usado para lograr una mayor efectividad en la bomba casera. Por lo pronto, lo encontrado en el baño del micro no aporta demasiado: restos que podrían corresponder a un bidón achatado, no se sabe si de combustibles y restos que podrían ser una correa. No obstante, todo lo que está claro es que el que la puso en el piso de abajo sabía que tenía un par de minutos para desaparecer y que comenzara el incendio. También era claro que el fuego subiría y dejaría sin posibilidad de escapar a los pasajeros que estaban en el primer piso, ledijo un alto oficial de la santafesina a Página/12. El hombre, de la Brigada de Explosivos que trabajó todo el jueves en el caso, ayer ya no estaba adscripto a la investigación. La jueza Rodenas dejó el caso en manos de los llamados grupos TOE, de Tropas Operativas Especiales. Ayer el comisario a cargo de los elegidos, Víctor Sarnaglia, informó que se está en etapas de diagnóstico y se trata de realizar un trabajo técnico que demora varios días. Lo demás son habladurías. Por si no quedaba claro el nivel pretendido para la investigación, ayer viajaban, según fuentes del juzgado, dos equipos del FBI, uno desde Miami y otro desde Washington. Son ellos quienes se dedicarán al análisis científico de los restos para saber cómo fue incendiado el micro del infierno.
Desde Rosario
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