The Guardian
de Gran Bretaña
Por Allan Hall
Desde Berlín
Extractos
del diario de la prisión del arquitecto del Holocausto Adolf Eichmann fueron publicados
esta semana en Alemania, después de que 127 páginas con sus memorias en la celda de la
muerte surgieran de un archivo en Ludwigsburg. En ellas, el cerebro logístico detrás del
secuestro, transporte y exterminio de 12 millones de personas despliega tanto la banalidad
como la bestialidad de su mal. En otro intento por obtener la primicia, un diario israelí
publicó lo que afirmaba que eran también extractos, en los que supuestamente Eichmann
dice que nunca odió a los judíos y nunca creyó en las teorías raciales de Hitler. El
diario Yediot Ahronot dijo que había recibido la traducción manuscrita del diario de
Eichmann hace veinte años de una fuente que se negaba a revelar. Pero los extractos
alemanes provienen de un archivo del gobierno y son sin duda alguna de Eichmann. A través
de sus palabras, vuelve sobre un argumento bien conocido: que él era sólo una pieza de
una gran maquinaria y que sólo obedecía órdenes.
Mientras esperaba ser juzgado en Israel a comienzos de la década del 60, Eichmann
escribió una justificación de 1300 páginas de su servicio como un funcionario
medio del Estado nazi. Israel mantuvo guardadas las memorias de Eichmann hasta
ahora, que ha acordado dárselas a un instituto de investigación alemán. Pero Die Welt,
el principal diario de Alemania, encontró 127 páginas fotocopiadas en el archivo nazi
que le fueron dadas al país por funcionarios israelíes después de la ejecución de
Eichmann en 1962. Las páginas revelan tanto su autojustificación como una náusea
extrema cuando fue forzado a ver de cerca los efectos de sus acciones. En la página 109
del diario, cuando describe visitas a Auschwitz, Treblinka y una fosa común en [FrontPage Image Map Component]Minsk, Rusia, la experiencia es casi
demasiado para él. Cadáveres, cadáveres, cadáveres. Baleados, gaseados,
muertos... brotaban del terreno cuando se abrió la fosa. El hedor... era una fantasía de
sangre. Era un infierno, y desafío a cualquiera a que diga que yo no me estaba volviendo
loco con todo eso. En la narración israelí, supuestamente escribe: Cuando
fui a ver los campos de la muerte, mi único consuelo estaba en la botella. Escribe
que no tenía ningún interés en las teorías raciales nazis, y añade: La
política es una prostituta callejera cualquiera. El nacionalismo es el enemigo de la
humanidad. Aunque estas palabras pudieron haber sido efectivamente escritas por él,
los historiadores de Israel y Alemania aconsejan que se las tome con precaución hasta que
puedan ser cotejadas con el manuscrito original, por si resultan ser falsas.
Eichmann, un teniente coronel de las SS, se aseguraba de que los trenes que llevaban su
desdichada carga humana apretujada en vagones de ganado a los campos de exterminio
anduvieran a horario. Organizaba las detenciones, los horarios para las exterminaciones y
reunía la mano de obra y los elementos para hacer posible el diabólico plan.
En la página seis del diario, cuando es encarcelado en Israel después de haber sido
secuestrado por comandos del Mossad de su refugio en la Argentina, el hijo de un contador
escribe: Yo no miraba más alla del horizonte. Las órdenes eran para mí lo más
importante en mi vida y debía obedecerlas sin dudar. Muchos alemanes debían pensar así.
Quizás esa sea la clave para entender a los alemanes. Pero no puedo hablar de los otros,
sólo de mí mismo. En la página 10 escribe sobre su primer encuentro con su
subalterno de la SS, Ernst Kaltenbrunner, en Austria. Kaltenbrunner, en ese momento un
funcionario menor, se elevó más tarde a los rangos de la guardia pretoriana nazi hasta
convertirse en el sucesor de Reinhardt Heydrich, el asesinado gobernador nazi de
Checoslovaquia, y pagó por su ambición con la horca en Nuremberg. Eichmann escribe sobre
cómo su padre y Kaltenbrunner conocían el valor de una buena profesión. En
aquel momento Eichmann tenía 20 años, estaba empleado como viajante de comercio para una
compañía petrolera, vendiendo repuestos a los garages en Alemania y Austria. Pero el 1º
de abril de 1932 se unió al partido nazi austríaco, habiéndose mudado a ese país. El
hecho de que la profesión en la que estaba por enmarcarse no era usual parece haberle
pasado inadvertido. Mientras la depresión mundial de la década del 30 empeoraba, le
mintió a su padre diciéndole que había perdido su empleo. En realidad, lo abandonó
para viajar a Dachau, a 12 millas de Munich, para entrenarse en los cuarteles de las SS
cerca del infame campo de concentración. Ahí fue sometido a un entrenamiento feroz, que
le dejó cicatrices permanentes en sus codos y rodillas por haber debido arrastrarse sobre
alambres de púa y vidrios rotos. Ese año me liberé de la sensibilidad al
dolor, escribe.
Escribe con orgullo de su promoción sin esfuerzos por los rangos de las SS. Y entonces
llega al objetivo de su vida, la conferencia en la villa en Wannsee, Berlín, donde en
enero de 1942 se reúne con Heydrich y los jefes del Estado nazi para formular la
solución final al problema judío en Europa. El eufemismo nazi por exterminio
masivo e inexorable. Era una orden del Führer que todos los judíos eran aptos para
la exterminación escribe. En la época siguiente yo estuve en Treblinka,
Minsk, Auschwitz. Cuando veo las fotos me acuerdo.
Su renuencia a aceptar su responsabilidad ensucia las páginas. En la página 127 del
manuscrito, la última impresa por Die Welt, escribe: Apelo a aquellos que todavía
viven y a la juventud por venir, y de esto estoy seguro, que los alemanes responsables por
la muerte de millones no fueron llamados a rendir cuentas.
Israel dice que el texto completo de este diario será entregado a un instituto de
investigación que no fue elegido todavía. Sólo después de eso se lo entregará a los
herederos de Eichmann, asegurándose así que no obtengan ganancias del diario. En su
juicio, que duró desde el 11 de abril al 14 de agosto de 1961, Eichmann no expresó
ningún arrepentimiento, ni odio, ni remordimiento, ni amargura, salvo que no entendía
por qué el pueblo judío lo odiaba, porque él simplemente había obedecido órdenes y
con seguridad ése era un rasgo digno de admiración en cualquier hombre.
El 1º de diciembre de 1961 fue sentenciado a muerte. El 31 de mayo del año siguiente,
cuando era conducido a la cámara de muerte, rechazó un pedido de un ministro protestante
para que se arrepintiera. Rechazando una capucha subió el patíbulo en la prisión de
Ramle y dijo: Viva Alemania. Viva Argentina. Viva Austria. Estos son los países con
los que estuve más relacionado y no los olvidaré. Tuve que obedecer las órdenes de la
guerra y mi bandera. Estoy listo.
Sus restos fueron cremados y arrojados al mar. Nadie rezó por él.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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