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HACE HOY 25 AÑOS MORIA RAUL GONZALEZ TUÑON, POETA, MILITANTE, Y MAESTRO DE PERIODISTAS
“El poeta debe estar al servicio de los otros”

Contemporáneo de Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Pablo Neruda –que lo nombra con sumo afecto en uno de sus poemas capitales– y Federico García Lorca, amante de Buenos Aires y de los caminos, el poeta construyó una obra cruzada por sus pasiones, entre ellas el sueño de un mundo mejor, que los hombres debían construir.

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Por Angel Berlanga
t.gif (862 bytes)  Cuando Raúl González Tuñón era adolescente, en el Nacional Buenos Aires, descubrió una frase de Roger Bacon: “Contempla el mundo”. Esas palabras fueron una definición de lo que venía haciendo en una Buenos Aires de principios de siglo, un mandamiento útil para su vocación de poeta. Para cumplirlo puso en alerta los sentidos y gastó zapatos y geografías; para contarlo, escribió una veintena de libros de poemas y centenares de artículos periodísticos. Ya consagrado, la frase fue una síntesis apta para recomendar a los jóvenes. Hasta el final, cuando a los 69 años lo sorprendió la muerte en su ciudad, 25 años atrás, seguía cumpliendo el mandamiento. Abundan las razones para putear a la muerte, y a él le gustaba putearla. Una frase que Ricardo Güiraldes le escribió lo define: “Herido de todos los dolores, no has desaprendido el reír con optimismo y la íntima facultad de amar de tus versos”.
Claro que hay ojos y ojos para contemplar. Tuñón reconocía para los suyos dos influencias fundamentales: las de sus abuelos, ambos españoles, como sus padres. Al paterno no llegó a conocerlo, pero le contaron que se dedicaba a esculpir en madera imágenes de santos: un artista borracho que le dijo a su esposa “Hasta luego, Ramona”, y volvió a los seis años. Este abuelo “imaginero”, decía, le fundó su perfil lírico. Del otro abuelo, el materno, heredó lo ideológico; era un obrero metalúrgico, socialista y asturiano, que lo llevaba a los puertos, a las estaciones de ferrocarril y a las manifestaciones en Plaza Once. En ese barrio, en 1905, nació Raúl.
na23fo02.jpg (10132 bytes)Desde chico comenzó la recorrida por una Buenos Aires que amó. Bares, fondines, teatros, cabarets, estaciones de ferrocarril, calles de los suburbios. Al principio las lecturas fueron Salgari, Verne, Dickens y Los miserables, de Víctor Hugo. Las influencias, para los versos, Rubén Darío, Baudelaire y Evaristo Carriego. En 1923 publicó su primer poema en Caras y Caretas, y dos años después entró gracias a su hermano Enrique a Crítica, de Natalio Botana; allí escribieron, entre otros, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt y Conrado Nalé Roxlo. Con las coberturas periodísticas, los viajes se multiplicaron: burros, librerías, huelgas de cañeros en Tucumán, cabarutes, guerras y revoluciones, fútbol y policiales. Por esos años escribió en Martín Fierro y formó parte del grupo literario Florida.
Su primer libro, Violín del diablo, es del ‘26. Con el segundo, Miércoles de ceniza (1928), consiguió un premio municipal y el dinero para hacer un viaje a Europa. De esas vivencias nació La calle del agujero en la media (1930). A medida que se consolidaba ideológicamente como hombre de izquierda (militó en el comunismo), aumentaron los pronunciamientos vinculados a lo social y político. “El poeta no debe renunciar a ser poeta, pero esto no quiere decir que renuncie a ser hombre”, escribió en el prólogo de La rosa blindada (1936), considerado como punto máximo de su vertiente “social”. “En una época como la que vivimos, intensa, dramática, de negación y creación, el poeta debe estar al servicio de los otros. Si es un poeta auténtico lo hará sin desmedro de los valores poéticos esenciales.” Por entonces, en las vísperas de la Guerra Civil Española (que cubrió como periodista), ya había hecho su segundo viaje a Europa y había conocido a Federico García Lorca, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Antonio Machado, César Vallejo, León Felipe y Rafael Alberti. Fue amigo de muchos de ellos.
A principios de los 40 se instaló en Santiago de Chile, donde pasó cinco años y participó de la fundación del diario El Siglo. En 1943 sufrió dos golpes: murieron su primera esposa, Amparo Mom, y su hermano, Enrique. Volvió a Buenos Aires en 1946, con el peronismo ya en el poder. No le caía bien Perón, “un nacionalista, burgués, militar de casta, que no cambió las estructuras”. En Conversaciones con Raúl González Tuñón, del poeta Horacio Salas, dice: “El 17 de octubre no puede celebrarse como día de victoria,porque las masas que intervinieron en la marcha fueron a la larga defraudadas: la verdadera revolución nunca se hizo”.
Se decía buen bailador de tango y charleston. Olvidó presentarse a la colimba. Se inventó un personaje, Juancito Caminador. Se definía repentista, a quien la inspiración abordaba en cualquier bar. Casi al final decía que le hubiera gustado volver a escribir los poemas que en su juventud dejó “en pensiones, en fondines de los puertos”. Su segunda esposa, Nélida Rodríguez Marqués, pasó con él sus últimos veinte años. Ella guarda cartas y fotos, artículos periodísticos, primeras ediciones, dedicatorias. En un ejemplar de Luna de enfrente, Borges anotó: “Al otro poeta suburbano, cordialmente”.
La mayoría de los que lo conocieron coinciden en que era un gran tipo, austero para con él, generoso con los demás. Se jubiló del periodismo en 1970, pero siguió con la poesía. Su último poema homenajeó al músico chileno Víctor Jara. En aquel libro, Salas le preguntó qué significaba para él una máquina de escribir. “Te contesto con la frase de Enrique, mi hermano: ‘Cuando yo muera no planten un sauce en mi tumba, planten una máquina de escribir’”. Respuesta de Raúl González Tuñón. Poeta.

 

Dedicatoria

Raúl, si el cielo azul se constelara
sobre sus cinco cielos de raúles
a la revolución sus cinco azules
como cinco banderas entregara.

Hombres como tú eres pido para
amontonar la muerte de gandules,
cuando tú, como el rayo gesticules,
y como el rayo al rayo des la cara.

Enarbolado estás como el martillo,
enarbolado truenas y protestas,
enarbolado te alzas a diario,

y a los obreros de metal sencillo
invitas a estampar en turbias testas
relámpagos de fuego sanguinario.

(“A Raúl González Tuñón”, de Miguel Hernández, diciembre de 1935).


“Todos venimos de Rubén Darío”

Algunas definiciones de Tuñón sobre su arte y su circunstancia:
ron2.gif (93 bytes) “Mario Benedetti es uno de los que hablan de la familia Vallejo y de la familia Neruda, pero yo no estoy de acuerdo. Para mí todos venimos del ‘libertador’, libertador de la poesía de habla castellana, como bautizaron a Rubén Darío en el primer número de Martín Fierro.”
ron2.gif (93 bytes) “Estoy contra Perón, pero no contra la masa peronista a la manera de Borges o del almirante Rojas, quienes hablan en forma tan innoble de ‘la chinada’, ‘la negrada’ y el ‘aluvión zoológico’.”
ron2.gif (93 bytes) “Nunca tuve miedo de repetirme. Citar varias veces el barco en la botella, las cajitas de música, las veletas, no es repetirse sino seguir moviéndose en medio de los símbolos que siempre he amado.”
ron2.gif (93 bytes) “Participé en los movimientos literarios de vanguardia y, sobre todo, el surrealismo. Fue una manera de evadirse y volver a la multitud, de ganar la calle, ejercitar valentía, confesarse, equivocarse, de reivindicar valores olvidados por la burguesía, de volver a imponer el gesto poético sobre lo prohibido, para entrar luego de lleno en el drama del hombre y su esperanza, en sus anhelos, su destino sobre la tierra.”
ron2.gif (93 bytes) “Si alguien preguntara ¿qué es la poesía?, no tendría más remedio que contestar: la poesía es la poesía, más el mundo, más el hombre, más el poeta, más la poesía.”
ron2.gif (93 bytes) “A César Vallejo lo conocí en el ‘35, en París. Lo admiraba mucho, y lo admiré más cuando comprendí su drama. Estaba viviendo momentos amarguísimos, viviendo muy pobremente, sin poder regresar a Perú. Lo encontré alicaído, como si muchas lluvias hubieran caído sobre su espalda medio encorvada, con su cara de indio triste.”
ron2.gif (93 bytes) “La imagen que yo quiero guardar de Borges es la del gran caminador de Buenos Aires, como lo éramos todos nosotros. De quien pudo decir cosas tan lindas como aquello de ‘Pampa, larga como un beso’.”

 

DEFINICIONES

ron2.gif (93 bytes) “‘Un poeta es como cualquier hombre, pero cualquier hombre no es un poeta’, dijo Raúl alguna vez. Pero este gran poeta tampoco era un hombre cualquiera. Reivindicó para la Revolución la palabra aventura, cantó ‘la aventura de la dignidad’ de los mineros masacrados en Asturias en 1934, vivió su propia vida como una aventura abierta a la belleza humana de la poesía y a la poesía de la belleza humana, fue generoso con los jóvenes poetas y generoso con su vida de militante del futuro. Entendió la vida como una aventura ancha y sin fin, viajó por amores y países y no ancló en ningún asombro porque otros lo esperaban. Siempre. Fue incanjeablemente porteño.” (Juan Gelman)

ron2.gif (93 bytes) “Escribir poesía combativa era escribir a la sombra de Raúl González Tuñón. Es el Rubén Darío de la poesía social y no cometo una herejía si afirmo que España en el corazón, de Neruda, y España, aparta de mí este cáliz, de Vallejo, no hubieran podido ser sin La rosa blindada. Neruda lo reconoció con todas las letras, y Vallejo hubiese hecho otro tanto si la muerte no lo hubiese sorprendido en París, en 1938. Todo me aleja de aquellos años, pero en mi biblioteca guardo La rosa blindada, porque es un hito.” (Octavio Paz)

 

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