Venció al Corinthians y hoy define la Copa Teresa Herrera ante el Celta de Vigo. Riquelme hizo un golazo y el otro fue de Samuel, con un cabezazo.
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Boca se impuso en el duelo sudamericano al Corinthians y se clasificó finalista de la nueva edición de la Copa Teresa Herrera. El equipo de Carlos Bianchi jugará hoy la final con el Celta de Vigo, mientras que en primer turno se enfrentarán Deportivo La Coruña-Corinthians por el tercer puesto. Un Boca insólito, de delantera titular y defensa suplente, trabajó bien el partido frente a los paulistas y consiguió el objetivo de llegar a la final del torneo. En dos minutos, con el golazo de Juan Román Riquelme y el de cabeza de Walter Samuel, puso una ventaja inaccesible para los brasileños, que habían echado el gasto en la primera media hora del partido. En ese lapso habían hecho mejor las cosas y convirtieron al colombiano Oscar Córdoba en el mejor jugador de la cancha. Pero esos golpes fueron de nocaut. Con el 2-0 Boca arrió las velas, sacó todo su oficio de equipo rodado y canceló los caminos a Córdoba, que sin embargo pasó alguno que otro sobresalto, como el remate de Marcelinho en el travesaño, cuando ya casi no quedaba tiempo. Si estos torneos estivales en Europa les sirven a los equipos sudamericanos para ofrecer su mercadería en góndolas de lujo, el supermercado del Riazor ayer volvió a examinar a Riquelme. El silencioso enganche boquense repitió los chispazos del cuarto de hora que jugó frente al Barcelona y le sobró para ser el mejor de la cancha. Samuel, Córdoba, el pequeño Marcelinho Carioca y el veterano Freddy Rincón, que mantiene su jerarquía intacta, fueron las otras individualidades que pudieron observar las 12.000 personas que poblaron las tribunas de Riazor. Pero fue Riquelme el que mereció el cuadro de honor. Su gol, golazo, escapa a la categoría de los goles comunes. Es cierto que concretó una magnífica jugada del mellizo Guillermo que desparramó a Prates y Augusto para ponerle un centro preciso a la entrada del área. Pero Riquelme le puso el broche de oro. La bajó con el pecho y la puso en un rincón, contra el palo derecho del lungo Dida que vio, vencido de antemano, cómo entraba mansamente la pelota al arco. Pura calidad en el toque al gol, con displicencia, como si a Riquelme le molestara pegarle brutalmente a la pelota, aunque se encuentre a menos de diez metros de la línea de sentencia. Como si se dijera ufa, lo tengo que hacer. Los brasileños se quejaron de su mala suerte por no haber podido concretar las situaciones de la primera media hora y por ese supuesto penal de Serna a Luizao cuando iban diez minutos y que para el colegiado Pérez Burrull nunca existió. Después, ya en desventaja, se rindieron a que Boca les manejara la pelota en el medio y profundizara en veloces contraataques. Boca tuvo otras jugadas claras de gol, como esa que el mellizo Guillermo no concretó al rematar desviado cuando Palermo le pedía el pase a gritos delante de Dida o en esa del segundo tiempo en la que Barijho no supo gambetear al arquero cuando había quedado mano a mano. Hasta ahora, el balance de la gira es altamente positivo para Boca. Aun con dos goles truchos y ante un rival disminuido por la ausencia de titulares, nadie le podrá negar que le ganó al Barcelona. Anoche dejó enel camino al Corinthians con un fútbol austero y sin exquisiteces, excepción hecha de su número 10. Y hoy estará en la final de la Teresa Herrera, uno de los torneos de verano más viejos y más prestigiosos de España. El sueño hegemónico anunciado por su presidente Mauricio Macri está lejos de cristalizar, pero ésta es una dulce manera de engañarse y de creer que el Primer Mundo está bajo los pies de Boca. En sólo unas horas Boca retornará a la realidad sudamericana y aquí quedará el fastuoso mundo de los pases en precios irreales y de la organización que parece perfecta.
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