Estaba harto de la sospecha, de las preguntas malintencionadas. No sabía cómo despejar las dudas y hacerles entender que se quieren, que no hay cuñas en su relación. Recurrió a una metáfora: "Lamento tener un gusto sexual muy definido, si no a Duhalde le daría un beso en la boca". Los periodistas se quedaron sin palabras. Carlos Ruckauf sonrió, satisfecho.
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