Por Maximiliano Montenegro
La Argentina
es un país muchísimo más injusto de lo que muestran las estadísticas del Indec. La
concentración de la riqueza en pocas manos durante el menemismo fue todavía más
impresionante de lo que se creía. La razón es que las cifras publicadas por ese
organismo oficial no contemplan la marcada subdeclaración de ingresos de los encuestados
de clase alta. A esta conclusión arriba un trabajo de FIEL, la consultora preferida del
establishment, una fuente inobjetable por aquello de que a confesión de parte, relevo de
prueba. El estudio, realizado por el investigador Leonardo Gasparini, fue citado la semana
pasada en otro selecto club del poder económico: la reunión mensual con financistas de
Miguel Angel Broda. El principal gurú de la city lo mencionó para explicar el clima de
descontento social con que se despide el presidente Menem. Gasparini propone ajustar
los ingresos declarados por las familias en la encuesta de hogares del Indec, que se
releva dos veces al año (en mayo y octubre), con la información proveniente de las
llamadas cuentas nacionales (contabilidad que mide el Producto Bruto, el Ingreso Nacional
y otras variables), que el Ministerio de Economía acaba de actualizar. Según las
condiciones de trabajo del perceptor, los ingresos incluyen salarios, ingresos
cuentapropistas, utilidades, intereses, renta y jubilaciones. Como el PBI que generan los
argentinos ingresa en sus bolsillos en forma de salarios o ganancias del capital, las
cuentas nacionales permiten chequear si lo declarado al Indec por los perceptores de
ingresos es correcto.
Los resultados indican que los ricos esconden, mucho más que los pobres, sus ingresos
ante los inofensivos encuestadores de Estadística y Censos, seguramente por miedo a que
los datos deriven hacia las computadoras de la DGI. Esto pasa cuando se corrige la
subdeclaración:
* El ingreso promedio declarado por los encuestados del décimo más adinerado de la
población (clases alta y media alta) es de apenas 2602 pesos mensuales. Pero, con el
ajuste, en realidad ganan un promedio de 7087 pesos mensuales. Es decir, 172 por ciento
más que lo blanqueado.
* El ingreso medio de una persona del grupo más pobre es, según los datos del Indec,
de 107 pesos mensuales. Pero, en realidad, sería de 176 pesos; esto es, sólo un 64 por
ciento más.
Así, la inequidad en el reparto de la torta es todavía más impactante. Los
verdaderos números de la desigualdad argentina son los siguientes:
* El décimo más rico de la población se queda con casi la mitad del ingreso total:
el 48,3 por ciento para ser precisos. Antes, según el Indec, este grupo se quedaba sólo
con el 37 por ciento de la torta.
* Entonces, 3,7 millones de argentinos (el 10 por ciento de la población) ganan tanto
dinero al año como los 33,3 millones de argentinos restantes (el 90 por ciento de la
población).
* El décimo más pobre apenas recibe un mísero 1,3 por ciento del ingreso total, un
poco menor al 1,5 por ciento detectado por el Indec.
* Otra forma de expresar la desigualdad consiste en comparar cuánto gana una persona
del décimo más rico en relación con una del décimo más pobre. Con el ajuste por
subdeclaración, la diferencia es de 40 veces, contra las 24 veces que marca el organismo
oficial.
A partir de los nuevos datos, se pueden extraer algunas conclusiones:
* A principios del gobierno de Menem, la diferencia de ingresos entre el décimo más
rico y el décimo más pobre era de 26 veces. Hoy es de 40. Es decir que el aumento de la
desigualdad es tan acelerado como con las viejas cuentas, lo que es muy impresionante
porque se parte de un nivel de concentración mucho más elevado.
* Los cálculos del Indec dan que la desigualdad actual es similar a la de los tiempos
de la hiperinflación. Con la nueva estimación, la desigualdad que deja Menem es
superior: en 1989, el décimo más acaudalado ganaba 33 veces lo que el décimo más
pobre, contra las 40 veces de hoy. Sin embargo, aquí vale una aclaración. Los ingresos
relevados no contemplan las ganancias de capital devengadas, que en épocas de alta
inflación eran muy considerables por las operaciones en el mercado cambiario, o con
acciones, títulos oficiales y propiedades. Además, Gasparini destaca que los
entrevistados no suelen declarar los intereses devengados por plazos fijos y otras
colocaciones financieras. No lo hacen ahora ni lo hacían antes, pero durante la híper
las ganancias por estas colocaciones eran mucho mayores.
Ya con los subvaluados datos del Indec, la Argentina había dejado de ser un caso
peculiar de equidad en América latina y cuadraba dentro de los estándares de desigualdad
de la región. Por sí sola, ésta era una señal de alarma, porque Latinoamérica es la
región con peor distribución del mundo. Con las nuevas cifras, la Argentina está cada
vez más cerca del modelo social de su socio-rival en el Mercosur. Los economistas de la
Cepal lo bautizaron en los años setenta como Belindia, un país en el que conviven dos
sociedades: una con la calidad de vida de Bélgica, y otra que sufre las penurias de la
India.
De la Mesopotamia a Mendoza, con jornadas y
salarios brasileños
El primer ferrocarril del Mercosur
podría quedar detenido por un paro si lo decide mañana en Uruguayana una reunión de
ferroviarios. Los nuevos dueños brasileños quieren imponer su estilo. |
Ferrovías Sul Atlántico
controla el Ferrocarril Urquiza y el Buenos Aires al Pacífico. |
Por Cledis
Candelaresi
¡Por el
ferrocarril: hip, hip, hip, ra!, corean, tomados de la mano y con los brazos en
alto, los ferroviarios de los trenes cargueros San Martín y Urquiza, después de escuchar
a sus patrones prometer un futuro mejor. La ceremonia se repite luego de cada encuentro
con los gerentes de Ferrovías Sul Atlántico, la empresa brasileña a la que Pescarmona
le vendió su participación en las concesiones de esas líneas. Aquella fanfarria propia
de porristas puede ser parte de la estrategia empresaria para aniquilar toda resistencia a
las nuevas modalidades de trabajo, más parecidas a las que se utilizan en Brasil. En el
país vecino las jornadas llegan a duplicar a las argentinas, y los sueldos equivalen a
apenas un cuarenta por ciento.
Hace aproximadamente dos meses que Ferrovías Sul Atlántico tomó posesión del
mesopotámico Ferrocarril Urquiza y del Buenos Aires al Pacífico, cuyas trazas ligan
Uruguayana con Mendoza. Desde entonces, los adormecidos gremios del riel tuvieron que
ponerse de pie, ya que los cambios insinuados amenazan arrasar con las pocas prerrogativas
que sobrevivieron a la privatización de esos cargueros.
Los brasileños plantean centralizar toda la actividad en Buenos Aires, trasladando
estructura y personal desde la capital cuyana y desde Concordia. Y, según denuncia La
Fraternidad, sindicato de los maquinistas, esta política concentradora genera al menos
dos problemas.
Las modestas mejoras salariales ofrecidas al personal en vías de ser removido de su lugar
de ningún modo cubrirían los mayores gastos de instalarse en la Capital. Esa
concentración operativa iría acompañada de un ajuste del plantel que, por ahora, la
empresa intenta conseguir forzando renuncias.
A través de un pedido de informes sobre el tema al Poder Ejecutivo, y en notas
despachadas al ministro de Trabajo, José Uriburu, y al secretario de Transporte, Armando
Canosa, los diputados justicialistas Gustavo Gutiérrez y Lorenzo Pepe advirtieron sobre
la falta legal en que incurriría la empresa con los despidos. El artículo cuarto de la
Ley de Reforma del Estado resguarda expresamente el empleo y la situación laboral de los
trabajadores de las empresas privatizadas.
También los gremios acribillaron con cartas al Gobierno y al ente regulador para advertir
sobre la presunta violación de normas laborales y de seguridad, sin encontrar ningún eco
hasta el momento. Quieren extender la jornada de trabajo a 18 horas y pretenden que
los conductores viajen solos, eliminando al acompañante, denunció ante este diario
Omar Maturano, secretario general de la Fraternidad.
El dirigente asegura que los maquinistas están obligados a sostener alta velocidad, a
pesar del deteriorado estado de las vías, consecuencia de la falta de inversiones (ver
aparte). Del mismo modo que se ven forzados a cruzar pasos a nivel con barreras
levantadas, ya que el mecanismo que las acciona no funciona.
Pero más que por estas fallas en el sistema de seguridad, los ferroviarios están
preocupados por los indicios de que Ferrovías pretende trasladar a la Argentina las
formas de trabajo que utiliza en Brasil con los empleados de sus líneas, que cubren el
sur y parte del centro este del país. Allí, por ejemplo, las jornadas pueden llegar a
las 18 horas, de las cuales sólo dos se liquidan con el salario del mes: el trabajador
sólo puede cobrar el resto cuando consigue acumular más de 300 horas. El sueldo base de
un maquinista es de 324 dólares, contra los 850 que percibe uno argentino. Claro que
tampoco la situación de los ferroviarios locales es ninguna maravilla. Nos deben
las horas extra de los últimos tres años, se queja Maturano, cuyo gremio decidió
empezar paros sorpresivos.
Ante aquella amenaza, hasta la Unión Ferroviaria, conducida por el oficialista José
Pedrazza, amaga con movilizarse. Junto a los otros gremios del sector, sus dirigentes se
encontrarán en Uruguayana el martes 17 con sus pares de Brasil para decidir si avalan la
onda porrista o si seaniman a paralizar con una medida de fuerza el primer gran
ferrocarril del Mercosur.
Ni inversiones obligadas ni
canon
Por C.C.
Ferrovías
Sul Atlántica, controladora de la otra brasileña, Ferrovía Centro Atlántica, se
transformó en la primera gran operadora ferroviaria del Mercosur, ya que con sus
distintos trenes puede cubrir un territorio que va desde el centro de Brasil a Santiago de
Chile. Además de un pago de monto no confirmado hasta el momento, la contrapartida por
haberse quedado con las líneas argentinas sería afrontar obligaciones heredadas de
Industrias Metalúrgicas Pescarmona por casi 180 millones. Sólo la renegociación
contractual puede eximirla de este lastre.
[FrontPage Image Map Component]Aquélla es la deuda que la empresa
argentina acumuló por incumplimientos en su plan de inversiones y por no pagar el canon
en las dos concesiones cedidas, aunque el grueso de las obligaciones están
generadas en la línea Buenos Aires al
Pacífico. Para omitir los pagos apeló a distintos recursos, como el de argumentar que
las rebajas tarifarias no le permitieron ingresos suficientes para invertir.
El 20 de agosto pasado, Impsa anunció a la Bolsa un preacuerdo con los brasileños para
venderles el 73,5 por ciento del tren que va a Mendoza y el 70,5 del Urquiza. Desde
entonces, varios legisladores de la oposición advirtieron que, antes de autorizar ese
traspaso, el Gobierno debería tener en claro quién asumiría las obligaciones
pendientes: si el concesionario original o el sustituto.
Ante la consulta de este diario, el secretario de Transportes, Armando Canosa, en aquel
momento no dudó: Todas las obligaciones deben ser cedidas al comprador. Después,
la única condición para que éste sea nuevo concesionario es que constituya domicilio
legal en Argentina.
De cualquier modo, los términos en que Economía pretende renegociar las privatizaciones
de trenes cargueros licuarían totalmente estas obligaciones. En atención a que el
negocio fue poco próspero, el Gobierno eliminaría las inversiones obligatorias y el pago
del canon. |
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