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Por Mariana Enriquez La noche del 9 de agosto de 1969, mientras en director Roman Polanski estaba filmando en Londres, un grupo de cinco jóvenes en su mansión de Cielo Drive 10050, Hollywood. La hermosa esposa del cineasta, Sharon Tate, que estaba embarazada de 8 meses, y tres amigos (Voytek Frykowski, playboy, Jay Sebring, estilista y Abigail Folger, heredera de un emporio cafetero) estaban reunidos, en una pequeña fiesta privada. Los jóvenes los asesinaron sin que mediaran palabras, casi. Con la sangre de las víctimas, los jóvenes escribieron PIG (cerdo) en las paredes, y desplegaron una bandera norteamericana sobre un sillón. Al otro día, la misma pandilla visitó a Leno y Rosemarie LaBianca, próspero matrimonio de comerciantes que residían en el barrio Los Feliz. Ambos fueron asesinados a puñaladas, y esta vez los asesinos escribieron en las paredes Helter Skelter y Death To Pigs. La comunidad hollywoodense entró en un desenfrenado estado de paranoia, y la investigación del caso se le encargó al fiscal de distrito Vincent Bugliosi. Pronto, las certeras pistas indicaron a los culpables: se trataba de una comunidad hippie liderada por Charles Manson, un hombre que había pasado casi 20 años en prisión (tenía 33 en el momento de los crímenes) y que vivía con un grupo de jóvenes en el Valle de La Muerte de California, esperando el Apocalipsis. Manson fue declarado culpable de los asesinatos, a pesar de que no estuvo presente en las escenas de los crímenes: fue su autor intelectual. Manson pretendía una rebelión, un fin del status quo: quería provocar crímenes entre la comunidad blanca de alta sociedad, para que la comunidad negra fuera acusada, y de este modo destruir el sistema mediante un holocausto racial, que dirigiría. Todo esto, las órdenes de este levantamiento estaban, según Manson, en el Album Blanco de los Beatles. Las palabras que los asesinos habían escrito con la sangre de las víctimas eran letras y títulos de las canciones de los cuatro de Liverpool. Mañana, desde las 13, la señal USA Network recuerda los míticos crímenes de la familia Manson emitiendo Helter Skelter (el título de un tema de los Beatles incluido en el Album Blanco, y que para la familia significaba el Apocalipsis). El film para TV, de 1976, es una suerte de documental actuado que cubre toda la historia de la familia y el juicio. Cuando se estrenó en Estados Unidos, batió récords de ratings, y todavía hoy permanece como uno de los 10 programas más vistos de la historia. Parte del encanto se relaciona con que el director Tom Gries filmó casi en su totalidad en escenarios reales, y respetó lo dicho en el juicio sin modificar una palabra. Los protagonistas son Nancy Wolfe como Susan Atkins (la asesina de 21 años que dijo que matar a Tate fue como tener un orgasmo) y Steve Railsback como un convincente Charles Manson. El juicio a Manson fue el más caro de la historia penal norteamericana y recibió una cobertura sólo comparable en dimensión mediática, a la del asesinato del presidente Kennedy. Las historias de drogas, sexo y violencia invadieron los medios como nunca antes hasta entonces. Y, cómo no, sirvió para demonizar a los hippies, en un momento en que los jóvenes rebeldes norteamericanos estaban en ebullición, protestando por la guerra de Vietnam y negándose a ser alistados en el ejército. La familia de Manson, los jóvenes que ejecutaron sus crímenes y que lo creían una suerte de Mesías, tenían todos menos de 25 años, y se sentían alienados y marginados del modo de vida norteamericano, al que despreciaban y rechazaban. Nada muy distinto a lo que sucede hoy, con los jóvenes asesinos de la secundaria de Colorado. No es casual que Manson siga manteniéndose como un icono del mal en Estados Unidos, como un cuco que parece representar los más íntimos terrores de los ciudadanos. La escena más lograda del film es el alegato de Manson: Yo soy lo que ustedes me hicieron: estos crímenes, esta locura, son un reflejo de su sociedad. Eneste momento, Manson cumple su sentencia en la prisión del estado de California, y si accede a acudir a la audiencia de libertad condicional que tiene pautada, podría estar libre el siglo que viene. Es decir, ya nomás.
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