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FORANEO
Por Antonio Dal Masetto


t.gif (862 bytes) Tarde apacible en el bar, las conversaciones se deslizan sin sobresaltos. De pronto irrumpe el chicato Amílcar, también conocido como Míster Magoo. Igual que siempre, entra llevándose alguna mesa por delante.
–Estoy podrido –dice–, esto no se aguanta, ya no estamos más en nuestra casa.
–Cálmese don Magoo, ¿qué le anda pasando?
–Qué me voy a calmar, no me calmo nada, miren lo que me acaba de ocurrir. Me perdí en uno de esos gigantescos centros comerciales y no encontraba la salida, di como diez vueltas. De pronto vi un cartel que decía sale y me mandé. Me llevé el vidrio por delante, los anteojos se salvaron porque son de buena calidad. Apareció un tipo furioso: “¿Qué me hace, quiere romper el blindex?”. “Estoy tratando de salir, acá dice sale”. “Señor, esta es la vidriera de un negocio, sale quiere decir liquidación, cómprese anteojos nuevos y aprenda inglés.” Lo quise acogotar pero me quedé corto en el manotazo.
–Cálmese don Magoo, son cuestiones de marketing.
na32fo01.jpg (7887 bytes)–Off, off, los comercios llenos de off, yo el único off que conozco es el repelente de mosquitos. Pensé: se volvieron locos, a todos se les dio por vender repelente en invierno, con un frío que pela. Resulta que tiene que ver con las rebajas y los descuentos. ¿Qué nos está pasando? Me dan ganas de salir con una maza a romper carteles y vidrieras. La última: me acabo de enterar de que los negocios esos que dicen chicken venden pollos, y yo que creía que se trataba de chicle.
–Don Magoo, hasta los zonzos entienden el significado de palabras tan sencillas. Tiene que ir poniéndose al día si quiere vivir en el mundo actual. Mientras tanto, para salir del paso, se la podría rebuscar con un pequeño diccionario o una agendita electrónica de traducción inmediata.
–A ustedes les parece que en mi propia tierra tengo que andar con diccionario o con un cachibache electrónico. Yo soy un nyc, como se dice en el sur, nacido y criado acá. Mis abuelos, mis abuelas, todos eran descendientes de indios y españoles. Mis ancestros se comieron entre ellos para poder quedarse en esta tierra, yo soy más criollo que la galleta de campo. No saben la vergüenza que pasé el otro día, venía por la calle con la boca seca, buscando desesperado dónde tomar un buen chop, vi el cartel, me mandé de cabeza y le dije al fulano que estaba detrás del mostrador: “Deme un chop bien frío y después otro más, que tengo mucha sed”. “Este es un sex shop, señor, no es un bar, ¿no vio el cartel?”. Cuando empecé a mirar la decoración me puse colorado como un tomate, había unas cosas guarangas colgadas por todos lados, partes íntimas de gente, calzones y corpiños, menos mal que estaba solo.
–Don Magoo, entiéndalo de una buena vez, el inglés es un idioma extraordinario, sencillo y práctico, con una sola palabra usted puede decir cincuenta cosas distintas.
–A mí no me interesa un pepino de todo eso, yo no soy un cocoliche, con el castellano me basta y sobra, cada palabra quiere decir una cosa precisa, a lo sumo dos. Adáptense ustedes, si es que tienen tiempo y ganas y almas de cipayos.
–Mire, Magoo, si es tan negado para los idiomas consígase un intérprete que lo espere en la puerta de su casa y lo acompañe cuando tenga que salir de compras. Como hacían Mansilla y sus muchachos, que contrataban un lenguaraz cuando iban de visita a los indios Ranqueles. Y si no, confórmese con ser un dinosaurio.
Amílcar se pone rojo, se envuelve el saco como un poncho en el brazo izquierdo, manotea del mostrador el cuchillo fiambrero y encara al resto de los parroquianos. –Yo no me voy a dejar facilitar –grita–, no me hago al lao de la güeya aunque vengan degollando, con los blandos yo soy blando, y soy duro con los duros.
Acá interviene el Gallego.
–Cálmese don Martín Fierro, en mi establecimiento siempre va a encontrar un hermano de lengua, yo puedo entender todo lo que me dice y usted me puede entender a mí. Acá nunca va a necesitar traductor: un sandwich es un sandwich y un whisky, un whisky, ahora y dentro de cien años. Tranquilícese, los bares de gallegos siempre serán los santuarios del idioma. Tómese una copa, la casa invita. Y en cuanto a ustedes, gentlemen, remember: time is money. Así que vayan pidiendo sus tragos y poniendo el dinerillo sobre el mostrador. Thank you very much.

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