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UNA ESCUELA DONDE LOS CHICOS APRENDEN A MATAR
La educación según la mafia

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Es una escuela del crimen. Sus alumnos son niños desde los 11
años. La mafia siciliana estableció en la ciudad italiana de
Gela un colegio propio, pero alternativo a la educación formal.


t.gif (862 bytes)  La apoteosis de la enseñanza privada, el sueño de una sociedad donde cada grupo puede educar a sus hijos según sus ideas y creencias, fue hecho realidad por la mafia siciliana en la localidad de Gela: “En esta ciudad hay una escuela del crimen, como alternativa a la educación estatal obligatoria”, denunció un fiscal, luego de las revelaciones de un ex alumno de 17 años que, luego de participar en crímenes, pasó a formar parte de los “arrepentidos” protegidos por la Justicia italiana. Según especialistas, el uso de niños para matar no sería indicio del crecimiento sino de la desesperación de la Cosa Nostra, centenares de cuyos integrantes han roto ante la Justicia la “ley del silencio”. El hecho es que “en los últimos tiempos ha bajado la edad en la que empiezan a matar”, según un jefe policial de Sicilia.
Gianni Tinebra, fiscal general de la provincia de Caltanissetta, en el sur de Sicilia, alertó sobre la existencia de “una escuela, a cargo de jefes mafiosos, que para muchos niños y jóvenes es una alternativa a la escuela normal” y funciona como “una industria dedicada a convertir a los jóvenes en asesinos”. El fiscal, conocido por su lucha contra el crimen organizado, precisó que “en Gela se lleva a chicos de 11 y 12 años al campo para enseñarles a disparar” y que, concluida su formación, “se les entrega una pistola, un ciclomotor y la misión de asesinar a una víctima designada”.
Gela es una antigua ciudad pesquera de 75.000 habitantes, hoy con un alto índice de desocupación: el mes pasado, estremeció a Italia con una serie de cuatro crímenes, cuyas víctimas y victimarios eran todos muy jóvenes. Un adolescente de 17 años, que había participado en dos de los homicidios, decidió volcarse a las filas de los pentiti –a quienes la Justicia italiana incluye en un programa especial de protección a testigos– y dio a conocer los nombres de otros cuatro jóvenes que habrían participado en dos de los homicidios, el 21 y el 23 de julio.
Pero, también, el joven reveló la existencia de la escuela del delito: “La primera vez que fui, yo tendría unos 11 años –dijo a los magistrados-. Nos enseñaban a disparar, apuntando a arbustos y troncos de árboles, y también nos explicaban cómo armar y desarmar pistolas y escopetas”.
Según Carmelo Casabona, jefe de policía de Caltanissetta, “en los últimos tiempos la edad en que empiezan a asesinar ha disminuido significativamente”. El diputado Giusseppe Molinari, de la comisión parlamentaria antimafia, dijo que el uso de los niños para “observar a los rivales, trasladar droga o cigarrillos de contrabando” es una práctica “no sólo de la mafia siciliana sino de la Camorra napolitana y de la Sacra Corona Unitá de Apulia”, pero “se desconocía la existencia de los entrenamientos en el uso de armas”.
La mafia siciliana recibió fuertes golpes en los últimos años, cuando muchos de sus principales jefes fueron capturados y más de mil pentiti delataron a sus cómplices a cambio de condenas más leves. Y ya no puede contar con los políticos, desde que el ex primer ministro Giulio Andreotti fue sometido a juicio por complicidad con la Cosa Nostra. Según especialistas, la calabresa ‘Ndranguetta es la que mejor mantiene su organización, mientras que, en la Cosa Nostra, la utilización de adolescentes como mano de obra criminal sería un signo de debilidad.
En Gela, sin embargo, la mayoría de los comerciantes todavía paga mensualmente el pizzo, impuesto por “protección” mafiosa, en sumas que van desde 500.000 a 1.500.000 liras (272 a más de 700 dólares).
El primero de los crímenes de este año en Gela fue el de un joven de 17 años, Matteo Cannizzo, asesinado el 31 de marzo. Cuando tenía 15 años, Matteo se enamoró de una chica de la familia rival, los Trubia; ella, que lo correspondió, tenía 13 años. Los Trubia, primero, le pegaron a Matteo, pero él y ella no dejaron de verse. Entonces el capo de la Cosa Nostra en Gela, Pasquale Trubia, desde la cárcel ordenó el asesinato del chico, que murió de un tiro en la cabeza. La guerra continuó con el asesinato de Emanuele Trubia y Salvatore Sultano –en una barbería, como en las películas–, que a su vez fue respondido, el mes pasado, con la muerte de Andrea Cavaleri y Aurelio Trubia, este último por haber traicionado a su propia familia. De todos modos, según el fiscal Tinebra, esta guerra tiene un trasfondo económico: “Asegurarse el control de la provincia con miras a los millones de liras que el Estado prevé invertir en su reactivación”.

 

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