Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Las intrigas del zar Boris y los peligros de la Bosnia del Cáucaso

La crisis económica, la cantidad de etnias en Daguestán y la imprevisibilidad de Boris Yeltsin pueden convertir la invasión islámica a esa región en el inicio de una guerra civil.

na20fo02.jpg (15087 bytes)


The Guardian
de Gran Bretaña

Por Jonathan Steele
Desde Moscú

t.gif (862 bytes)  La crisis de Rusia en Daguestán no necesita convertirse en una repetición del fracaso de Chechenia, porque los temas son diferentes. Sin embargo, dado el pensamiento actual de los políticos y líderes militares de Moscú, Rusia puede lograr convertir una pequeña dificultad local en una conflagración regional. Daguestán tiene más o menos el tamaño de Escocia, y la habitan unas tres docenas de nacionalidades distintas. Dada esta diversidad, es difícil imaginar de qué manera un pequeño grupo de militantes wahhabitas y los guerrilleros de Chechenia que tomaron siete pueblos cerca de la frontera chechena hace nueve días, pueden pensar en unificarla.
Su rígido tipo de Islam no es muy popular dentro de la república. Tampoco existe en Daguestán el recuerdo de la persecución rusa que sufrieron los chechenos desde que Stalin los deportó en masa durante la segunda Guerra Mundial. La política de Daguestán está basada en un sistema de rotación de poder entre los principales grupos étnicos, ya que ninguno es lo suficientemente numeroso como para formar una mayoría. Algunos la han llamado la Bosnia del Cáucaso.
Esta puede ser una analogía desafortunada, ya que el peligro real para Moscú no es que todos se unan contra el gobierno ruso para exigir la independencia, como quiere el líder de los guerrilleros chechenos Shamil Basayev, sino que los grupos varios recurran a la guerra civil. Esto es especialmente cierto ahora que las reglas para compartir el poder parecen debilitarse y no existe más un omnipotente Partido Comunista para reforzar la unidad. El año pasado el Parlamento cambió la Constitución de Daguestán para que el actual presidente pueda postularse nuevamente.
El descontento económico es otro de los peligros. Los daguestanos ya no pueden emigrar tan fácilmente a las ciudades rusas, en parte por el enorme aumento en el costo del viajo interno y en parte por la discriminación y la hostilidad que encuentran allí. Para contener los problemas de la frontera, las autoridades rusas y daguestanas deben mostrar inteligencia y flexibilidad y gastar dinero para mejorar las condiciones sociales. Pero tienden a ver el problema en términos básicamente estratégicos, en los que se culpa a “los extranjeros”.
Un oleoducto clave de Azerbaiján atraviesa Daguestán, y algunos políticos declaran que la miniinvasión de los guerrilleros con base en Chechenia está pensada por fuerzas que quieren crear la inestabilidad en Daguestán y Rusia. Estos podrían ser turcos, norteamericanos e iraníes, de quienes se dice que quieren ver debilitada la imagen de Rusia y conseguir que el petróleo fluya hacia el sur y el oeste y no hacia el norte.
Algunos políticos de Moscú consideran que el tema está ligado a la política interna. Sospechan que la crisis fue fabricada por el presidente Boris Yeltsin para imponer un estado de emergencia en Rusia. Aun cuando el Kremlin no haya inspirado la invasión –hay informes en algunos diarios rusos de que Alexander Voloshin, jefe de gabinete del Kremlin, se encontró con Basayev hace unas pocas semanas en Francia– se discute que el nuevo primer ministro de Yeltsin, Vladimir Putin, deliberadamente está exagerando la crisis.
De ser así, mucha gente está cayendo en la trampa del Kremlin. Virtualmente cada político ruso, incluyendo a Grigory Yavlinsky, cuya facción Yabloko se oponía a la guerra con Chechenia, está hablando el mismo lenguaje. “Los bandidos deben ser liquidados” es el refrán constante. Aunque la causa de la crisis es muy distinta a la de Chechenia, Rusia está volviendo nuevamente a un excesivo y mal apuntado poder de fuego.
Traducción: Celita Doyhambéhère

 

EL PREMIER RUSO FUE CONFIRMADO EN SU CARGO
Ahora, a lanzar la ofensiva final

t.gif (862 bytes) La Duma (Parlamento ruso) confirmó por 233 votos a 84 a Vladimir Putin como el nuevo premier de la Federación Rusa. Durante la semana pasada, Putin se había asegurado el apoyo de los comunistas, nacionalistas y liberales, urgidos todos por la proximidad de las elecciones legislativas. La Duma también decidió apoyar a Putin por la situación en Daguestán, donde los guerrilleros islámicos que invadieron esa república anunciaron la formación de un gobierno islámico que incluso podría condenar a muerte al mismo Putin. El comandante ruso del distrito militar del Cáucaso del Norte, general Viktor Kazantsev, anunció que mañana se realizará “la gran ofensiva final” sobre esa región. Y el Kremlin denunció al multimillonario saudita Osama bin Laden como el financiador de la guerrilla islámica.
“Podríamos haber expulsado del territorio ruso a los terroristas islamistas en 24 horas, pero tuve lástima de mis soldados”, declaró sobradoramente Kazantsev. Como en la guerra de Chechenia, en la que el gigante ruso estuvo combatiendo dos años para finalmente darle a ese pequeño territorio una independencia de facto, el Kremlin dice que tiene la situación controlada. Tanto Putin como el presidente Boris Yeltsin afirmaron que no era necesario imponer el estado de emergencia en la zona, algo que ya hizo el gobierno checheno. Sin embargo, en la Duma se preparan para lo peor: los diputados aprobaron una resolución en la que recomiendan enviar a la zona de combates sólo a soldados que sirven en el ejército por contrato o a aquellos que ya llevan un año haciendo el servicio militar. Putin aprovechó la ocasión para tranquilizar a los políticos que dudaban de las intenciones de Yeltsin respecto de Daguestán: concretamente, que el presidente ruso usara el conflicto como una excusa para imponer un estado de excepción y postergar los comicios y el término de su propio mandato. En este sentido, el nuevo premier señaló que la principal tarea de su gobierno será mantener el orden y celebrar elecciones limpias y en los plazos constitucionales. Putin también prometió continuidad tanto en la política económica como en la exterior.
Por otro lado, el canciller ruso envió el fin de semana a la ONU, la Unión Europea y la Conferencia Islámica el documento por el cual Moscú acusa a Osama bin Laden de solventar a la guerrilla que entró en Daguestán. Bin Laden está considerado por Estados Unidos como el principal terrorista internacional y máximo responsable de los atentados contra las embajadas norteamericanas en Tanzania y Kenya el 7 de agosto de 1998, que causaron más de 200 muertos.

 

PRINCIPAL