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Tiros, sangre y muerte en pleno barrio de Belgrano

Dos hombres que habían asaltado una inmobiliaria se toparon con la policía en Amenábar y Virrey Arredondo. Tras una impactante balacera, los dos cayeron muertos. Los cuerpos quedaron en la calle durante tres horas.

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Los cuerpos quedaron expuestos horas frente a los curiosos y hasta los desnudaron en público.
Según un vecino a uno “le pegaron como diez tiros cuando ya ni se movía, por las dudas”.

Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) Los disparos, entre treinta y cincuenta, se escucharon durante escasos 30 segundos. Los dos ladrones, uno de ellos armado con una Itaka que nunca llegó a usar, quedaron tirados en el piso, frente al edificio ubicado en Virrey Arredondo 2553, en pleno barrio de Belgrano. Allí trataron de refugiarse al ser sorprendidos por tres policías que iban en un patrullero de la División Prevención del Delito. Los dos hombres habían robado, hacía instantes, 2500 pesos en efectivo de la caja de la inmobiliaria New Prop, en Amenábar 1401, a treinta metros del lugar donde cayeron muertos. Uno de los cuerpos quedó apoyado sobre la entrada de servicio de la casa de departamentos y el otro tirado en la vereda, con las piernas abiertas. El dinero, sin rastros de sangre a pesar de todo, apareció en el slip del que quedó recostado junto a la puerta. El show de la muerte duró tres horas, las que tardaron la policía y la Justicia en levantar los cadáveres, que hasta fueron desnudados en público frente a decenas de curiosos.
Todo comenzó a las 15.15. Uno de los ladrones entró en la inmobiliaria, justo en la esquina de Amenábar y Arredondo, mostró a los dos empleados, Juan y Hugo, el revólver calibre 38 que llevaba y anunció: “¡Esto es un asalto!”. Segundos después ingresó el segundo de los asaltantes. Llevaba una Itaka y otro revólver 38. Estaba muy nervioso. Hugo Ginesta, uno de los empleados, relató a Página/12 que “el chico de la Itaka se había sacado un poco” y llegó a decirle a Juan que “estaba totalmente jugado y no le importaba nada si tenía que matar a alguien”.
Los dos empleados fueron obligados a pasar a la oficina que está en el fondo del local que ocupa la inmobiliaria. Allí estaba Claudio, uno de los propietarios. Los tres tuvieron que arrojarse al piso y luego de algunos cruces de palabra ásperos, los dos ladrones se hicieron de la llave de la caja. En pocos minutos sacaron “unos 2500 pesos” que había en la caja fuerte y se fueron, llevándose también los relojes que tenían Claudio y Juan, mientras que Hugo logró convencerlos de que se lo dejaran. Los tres hombres de la inmobiliaria fueron encerrados en el baño.
A la salida, cuando los dos ladrones habían caminado escasos treinta metros, se toparon con un móvil de Prevención del Delito. Según la versión oficial, los policías pasaban por el lugar por casualidad, realizando “una de sus habituales rondas”. En el barrio, conmocionado por los hechos, se dijo que en Arredondo al 2600 había estacionado un Peugeot blanco, tripulado por personal de custodia de un edificio de la cuadra, que habría avisado por radio a la policía.
Los tres policías llegaron y rodearon a los asaltantes. El propietario de la joyería ubicada en el 2564 de Arredondo sostuvo que fueron “más de 50 los disparos”. Para el dueño del kiosko que está en el 2612 de la misma calle “hubo no menos de 30 tiros”. El joyero, testigo privilegiado de la película de acción, sostuvo que al joven de la Itaka “le pegaron como diez tiros cuando ya ni se movía, por las dudas”. El hombre, que no deja de trabajar mientras habla con el cronista, interpreta que los uniformados “hicieron bien” porque “a estos tipos hay que matarlos; si los mandás presos vuelven a salir y son peores”. El encargado del edificio de Arredondo 2553 dijo que algunos tiros, que venían del lado de la policía, “pegaron adentro de la casa, pero por suerte no hirieron a nadie”.
El subcomisario Carlos Rodolfo Sánchez, de Prevención del Delito, justificó que lo hayan rematado. “El tipo tenía una Itaka, que es un arma terrible que te hace un desastre en segundos”. Explicó que en el tiroteo resultó herido, en una pierna, el cabo primero Daniel Palavicini. “Le tiraron con el revólver 38, si le tiran con la Itaka hoy estamos llorando la muerte de un policía”. Según Sánchez, la patrulla intervino porque al ladrón “se le veía el caño de la Itaka por debajo de la campera”. El subcomisario agregó que “no pudo usar la escopeta porque se le enredó con la ropa y tuvo que accionar el revólver 38 que llevaba en la otra mano”. Durante tres horas, decenas de vecinos se turnaron para ver el tristeespectáculo de los dos hombres muertos en la vereda. Unas 30 personas, entre policías y empleados del juzgado a cargo de Facundo Cubas, que intervino en el hecho, estuvieron trabajando todo ese tiempo sobre el sangriento escenario. Los cuerpos fueron fotografiados, vestidos y luego desnudos, mientras se les tomaban huellas digitales y otros datos para identificarlos. “Bien muertos están”, comentó una viejita mientras volvía caminando a su casa para reencontrarse con el tejido y la estufa.

 


 

UNA CHICA DE 13 AÑOS, HERIDA
Un caño caído del cielo

t.gif (862 bytes) Una alumna, de 13 años, resultó herida, cuando sorpresivamente le cayó un caño en la cabeza, mientras estaba en el patio de un colegio religioso del barrio de Boedo. La niña permanecía ayer internada en el Hospital Italiano. Según informaron autoridades de la escuela, el caño provino de un edificio lindero al establecimiento.
El accidente ocurrió el viernes en el Instituto Santa Cruz, de la congregación italiana Pasionista, ubicado en 24 de Noviembre y Estados Unidos. La chica fue trasladada de urgencia al Hospital Ramos Mejía y después, derivada al Italiano, donde ayer se negaron a brindar información sobre su estado, por expreso pedido de sus familiares. En el colegio tampoco precisaron la gravedad de su cuadro.
El caño se precipitó al patio de la escuela, en momentos que un grupo de alumnas esperaban sentadas en una grada empezar su clase de educación física. Aparentemente, el caño estaba siendo utilizado por un plomero que realizaba reparaciones en un tanque de agua, en la terraza de un edificio vecino al colegio de ocho pisos. “Nosotros no teníamos conocimiento de que estaban trabajando allá arriba. Si lo hubiésemos sabido, hubiéramos pedido que se trabajara en otro horario o retirado a los chicos del patio”, indicó Francisco Murray, responsable del colegio.

 

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