Por Carlos Rodríguez Los disparos, entre treinta y
cincuenta, se escucharon durante escasos 30 segundos. Los dos ladrones, uno de ellos
armado con una Itaka que nunca llegó a usar, quedaron tirados en el piso, frente al
edificio ubicado en Virrey Arredondo 2553, en pleno barrio de Belgrano. Allí trataron de
refugiarse al ser sorprendidos por tres policías que iban en un patrullero de la
División Prevención del Delito. Los dos hombres habían robado, hacía instantes, 2500
pesos en efectivo de la caja de la inmobiliaria New Prop, en Amenábar 1401, a treinta
metros del lugar donde cayeron muertos. Uno de los cuerpos quedó apoyado sobre la entrada
de servicio de la casa de departamentos y el otro tirado en la vereda, con las piernas
abiertas. El dinero, sin rastros de sangre a pesar de todo, apareció en el slip del que
quedó recostado junto a la puerta. El show de la muerte duró tres horas, las que
tardaron la policía y la Justicia en levantar los cadáveres, que hasta fueron desnudados
en público frente a decenas de curiosos.
Todo comenzó a las 15.15. Uno de los ladrones entró en la inmobiliaria, justo en la
esquina de Amenábar y Arredondo, mostró a los dos empleados, Juan y Hugo, el revólver
calibre 38 que llevaba y anunció: ¡Esto es un asalto!. Segundos después
ingresó el segundo de los asaltantes. Llevaba una Itaka y otro revólver 38. Estaba muy
nervioso. Hugo Ginesta, uno de los empleados, relató a Página/12 que el chico de
la Itaka se había sacado un poco y llegó a decirle a Juan que estaba
totalmente jugado y no le importaba nada si tenía que matar a alguien.
Los dos empleados fueron obligados a pasar a la oficina que está en el fondo del local
que ocupa la inmobiliaria. Allí estaba Claudio, uno de los propietarios. Los tres
tuvieron que arrojarse al piso y luego de algunos cruces de palabra ásperos, los dos
ladrones se hicieron de la llave de la caja. En pocos minutos sacaron unos 2500
pesos que había en la caja fuerte y se fueron, llevándose también los relojes que
tenían Claudio y Juan, mientras que Hugo logró convencerlos de que se lo dejaran. Los
tres hombres de la inmobiliaria fueron encerrados en el baño.
A la salida, cuando los dos ladrones habían caminado escasos treinta metros, se toparon
con un móvil de Prevención del Delito. Según la versión oficial, los policías pasaban
por el lugar por casualidad, realizando una de sus habituales rondas. En el
barrio, conmocionado por los hechos, se dijo que en Arredondo al 2600 había estacionado
un Peugeot blanco, tripulado por personal de custodia de un edificio de la cuadra, que
habría avisado por radio a la policía.
Los tres policías llegaron y rodearon a los asaltantes. El propietario de la joyería
ubicada en el 2564 de Arredondo sostuvo que fueron más de 50 los disparos.
Para el dueño del kiosko que está en el 2612 de la misma calle hubo no menos de 30
tiros. El joyero, testigo privilegiado de la película de acción, sostuvo que al
joven de la Itaka le pegaron como diez tiros cuando ya ni se movía, por las
dudas. El hombre, que no deja de trabajar mientras habla con el cronista, interpreta
que los uniformados hicieron bien porque a estos tipos hay que matarlos;
si los mandás presos vuelven a salir y son peores. El encargado del edificio de
Arredondo 2553 dijo que algunos tiros, que venían del lado de la policía, pegaron
adentro de la casa, pero por suerte no hirieron a nadie.
El subcomisario Carlos Rodolfo Sánchez, de Prevención del Delito, justificó que lo
hayan rematado. El tipo tenía una Itaka, que es un arma terrible que te hace un
desastre en segundos. Explicó que en el tiroteo resultó herido, en una pierna, el
cabo primero Daniel Palavicini. Le tiraron con el revólver 38, si le tiran con la
Itaka hoy estamos llorando la muerte de un policía. Según Sánchez, la patrulla
intervino porque al ladrón se le veía el caño de la Itaka por debajo de la
campera. El subcomisario agregó que no pudo usar la escopeta porque se le
enredó con la ropa y tuvo que accionar el revólver 38 que llevaba en la otra mano.
Durante tres horas, decenas de vecinos se turnaron para ver el tristeespectáculo de los
dos hombres muertos en la vereda. Unas 30 personas, entre policías y empleados del
juzgado a cargo de Facundo Cubas, que intervino en el hecho, estuvieron trabajando todo
ese tiempo sobre el sangriento escenario. Los cuerpos fueron fotografiados, vestidos y
luego desnudos, mientras se les tomaban huellas digitales y otros datos para
identificarlos. Bien muertos están, comentó una viejita mientras volvía
caminando a su casa para reencontrarse con el tejido y la estufa.
UNA CHICA DE 13 AÑOS, HERIDA
Un caño caído del cielo
Una
alumna, de 13 años, resultó herida, cuando sorpresivamente le cayó un caño en la
cabeza, mientras estaba en el patio de un colegio religioso del barrio de Boedo. La niña
permanecía ayer internada en el Hospital Italiano. Según informaron autoridades de la
escuela, el caño provino de un edificio lindero al establecimiento.
El accidente ocurrió el viernes en el Instituto Santa Cruz, de la congregación italiana
Pasionista, ubicado en 24 de Noviembre y Estados Unidos. La chica fue trasladada de
urgencia al Hospital Ramos Mejía y después, derivada al Italiano, donde ayer se negaron
a brindar información sobre su estado, por expreso pedido de sus familiares. En el
colegio tampoco precisaron la gravedad de su cuadro.
El caño se precipitó al patio de la escuela, en momentos que un grupo de alumnas
esperaban sentadas en una grada empezar su clase de educación física. Aparentemente, el
caño estaba siendo utilizado por un plomero que realizaba reparaciones en un tanque de
agua, en la terraza de un edificio vecino al colegio de ocho pisos. Nosotros no
teníamos conocimiento de que estaban trabajando allá arriba. Si lo hubiésemos sabido,
hubiéramos pedido que se trabajara en otro horario o retirado a los chicos del
patio, indicó Francisco Murray, responsable del colegio.
|