OPINION
Cuando el terror le gana a
larisa
Por Juan Cruz |
A Jaime Garzón
Forero, periodista asesinado la pasada semana en Bogotá, el jefe de los paramilitares
colombianos, Carlos Castaño, le había enviado un recado: te vamos a matar. ¿La causa?
Garzón, el humorista más popular de Colombia, creador de personajes que hoy se revelan
como los representantes de la vida diaria de su país vital y acosado, era un defensor de
la paz, intermediaba con la guerrilla, trataba de llevar a la ultraderecha por los caminos
de la razón, y sobre todo mantenía la risa y el humor en un territorio ensangrentado por
locos y fascistas como el propio Castaño.
Le van a matar, le dijeron a Garzón en la calle. Se cuenta que, después de esa amenaza,
el periodista fue a ver al verdugo: Si ha de matarme, máteme ya. Finalmente
se cumplió la condena y Garzón fue acribillado a balazos a la luz del día y en medio de
Bogotá, la ciudad del clima simétrico, que vive desde años bajo la sofocante luz del
terrorismo. Hace meses, a un periodista colombiano le mandaron una bomba que explotó en
otro lugar; un poeta entró con mal pie en casa de un amigo, pisó la bomba que no le era
destinada y ahora cojea por el mundo la fatalidad que parece cercenarle a su propio país
el aire sobre el que camina. Más de treinta periodistas han muerto en dos años en
Bogotá víctimas del terrorismo. Pero muere más a menudo aún la esperanza de que aquel
territorio recupere la risa que el propio Garzón quería mantener a toda costa.
El humorista muerto tenía esa vitalidad tan colombiana se dijo, cuando fue
asesinado que combinaba la anarquía y el talento, siempre al límite o al más
allá; era capaz de rumbiarse eso se dice en Colombia por irse de juerga en
tres días los ahorros de seis meses, y había inventado personajes el limpiabotas
Heriberto de la Calle, la cocinera Dioselina Tibaná, el mochilero John Lenin que en
la televisión representaban, frente al país oficial y también frente a los terroristas,
esa capacidad que Colombia tiene para reírse del porvenir cuando es negro... Garzón
contribuía a despejar el camino, pero la brutalidad le alcanzó antes de la meta.
¿Dónde está ahora la meta? El día en que mataron a Garzón, las autoridades sanitarias
colombianas develaron que el principal motivo de consulta médica en ese país es el
dolor... Garzón hacía reír a todo el mundo, y ahora Colombia es una mueca de dolor otra
vez perpleja.
* Humorista español. Publicado en El País de Madrid. |
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