Juegan por la clasificación para la Eurocopa 2000 el primer partido desde el conflicto de los Balcanes. Una cuestión de orgullo nacional.
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Cuando Yugoslavia y Croacia jueguen hoy en Belgrado por la clasificación a la Eurocopa 2000, habrá algo más que un partido de fútbol en juego. El recuerdo de la guerra que propició la independencia croata (1991-95) sigue sin cicatrizar, y la rivalidad política entre ambos países ha trasladado el encuentro el primer enfrentamiento entre ambos seleccionados tras la guerra que provocó la desintegración de Yugoslavia al terreno del orgullo nacional. Este es el encuentro de fútbol más político desde que Irán y Estados Unidos se enfrentaron en el Mundial de Francia, hace algo más de un año, en Lyon. El partido debió haberse disputado el 27 de marzo, pero en vísperas del ataque de la OTAN a Yugoslavia, se decidió el aplazamiento. La demora no le ha quitado tensión al encuentro. Este partido tiene una importancia especial y no podemos ignorarlo -manifestó el técnico croata Miroslav Blazevic. Es inútil pretender que sea sólo deporte. Cada victoria de la selección croata es un triunfo de su pueblo. Si ganamos, dedicaré la victoria al pueblo croata, porque sé que estará con nosotros en cuerpo y alma. Blazevic, un militar retirado del ejército yugoslavo, protagonizó un incidente de tono político durante el Mundial 1998, en el que su equipo logró el tercer lugar, al retirarse de una conferencia de prensa cuando le fue asignada una intérprete serbia. Vujadin Boskov, seleccionador yugoslavo, tampoco es ajeno al ambiente que rodea al partido. No quiero que esto se convierta en una cuestión política, pero las circunstancias han motivado que así sea. Se ha convertido en un asunto de orgullo nacional. Si ganamos, tendremos algo de lo que sentirnos orgullosos ante nuestro país, indicó. Boskov recibió un ofrecimiento curioso. Si necesitan un arquero, estoy listo, le dijo Petar Radenkovic, ex arquero en la Bundesliga alemana, tras visitar la concentración en Belgrado. Es que Radenkovic tiene 64 años. Las rivalidades ni siquiera son tan lineales. Los aficionados del Estrella Roja de Belgrado, en cuyo estadio se jugará el partido, han asegurado que boicotearán el encuentro porque odian de igual forma a (el presidente Slobodan) Milosevic y a los croatas. Todavía se recuerda la batalla campal que se originó en el estadio Maximir de Zagreb, entre hinchas del Dínamo croata y del Estrella Roja, poco antes de que estallase el conflicto armado entre ambos países. Esta vez no habrá aficionados croatas en Belgrado, como tampoco yugoslavos en la revancha en Zagreb. Y de las 55.000 entradas que se pusieron a la venta para mañana, el Ministerio de Deportes compró 22.000 con el objetivo de evitar protestas contra el presidente Milosevic. El secretario general de la Federación Yugoslava de Fútbol, Branko Bulatovic, explicó que la compra de las 22.000 entradas por parte del poder político de su país fue con la intención de evitar que algún hooligan lesione con un encendedor a un jugador croata y que la UEFA sancione financieramente a Yugoslavia y la aparte de la clasificación. Milosevic no es el único presidente con problemas en Yugoslavia. Zeljko Raznatovic, ex jefe de la barra brava del Estrella Roja y ex titular del Obilic, el tercer club de fútbol del país, es buscado por la OTAN como criminal de guerra, acusado de haber comandado un grupo paramilitar en Croacia, Bosnia y este año en Kosovo. El actual presidente del club es su mujer Svetlana, también cuestionada por el organismo militar europeo. Muchos de los futbolistas que hace pocos años jugaron juntos representando a Yugoslavia, se enfrentarán por primera vez vistiendo ambas casacas en Belgrado, en la que también por primera vez será entonado el himno nacional croata. El yugoslavo Slobodan Komljenovic opinó que un partido como éste es algo especial, porque no se pueden olvidar los sucesos de los últimos años, pero tendría sentido si a través del deporte lográramos llegar a una convivencia. Por mi parte, intento entrar sin prejuicios a la cancha. Será un partido peligroso para las dos partes asegura el croata Zvonimir Soldo. La guerra terminó, pero los recuerdos están frescos aún.No tengo miedo de que los espectadores me abucheen. Sólo me concentro en el partido.
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