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OPINION
Menemistas contra Roque
Por Alfredo Zaiat

Roque Fernández no es el ministro de Economía que necesita Carlos Menem en sus últimas semanas en el poder. Fue útil para tranquilizar a las fieras de la city cuando reemplazó a Cavallo, pero ya dejó de ser funcional al menemismo. Y mucho menos en los días de despedida de la Rosada, cuando se hace más evidente la desesperación por cerrar los últimos negocios antes del adiós. Con su obsesión de evitar el desmadre de las cuentas fiscales, objetivo que le está resultando cuesta arriba debido a la profunda recesión, Roque se convirtió involuntariamente en la principal barrera de las ambiciones del menemismo en retirada. Incluso logra, de ese modo, el inesperado respaldo de los principales economistas de la Alianza. Estos, pensando en su gestión en el Palacio de Hacienda, confiados en la victoria de De la Rúa, quieren que la herencia a recibir sea la menos pesada posible. El papel de fiel guardián del Tesoro es el que más le gusta a Roque. Y el que mejor desempeña. Así cumple con su misión de garantizar sin contratiempos el pago de la deuda. Que la Convertibilidad hace agua en las actuales condiciones internacionales, con un Brasil que ha empezado a padecer nuevamente la depreciación de su moneda, ya no lo considera su responsabilidad. Ese fardo le quedará al que vendrá. En ese escenario de maletas a medio hacer, la rebaja en el gasoil, los avales del Tesoro para el Canal Federal y las obras de la Hidrovía sólo le sirven a Menem, ya sea por sus compromisos con sectores empresarios que lo apoyaron en su gobierno o por su ansiedad de terminar de sellar iniciativas en las cuales posee un marcado interés. El proyecto del gasoil sólo se puede entender como una estrategia de Menem para dejar el gobierno de la forma que menos lo dañe en su relación con ciertos sectores del poder económico, en este caso con los ruralistas. Las otras dos iniciativas, cuestionadas desde su presentación, no resisten el menor análisis económico. Roque se resiste a aprobarlas porque no quiere aparecer como abrepuertas de negocios oscuros del menemismo de fin de mandato. Y está convencido que todo esto terminará en Tribunales por las desprolijidades con que se están haciendo los contratos.

 

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