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Otras desventuras para el Defensor

El riojano Miguel Angel Romero, defensor general de la Nación, enfrentará otro pedido de juicio político de los diputados.

Romero ya tuvo un pedido de juicio político que no prosperó.
Diputados aliancistas prepararon una batería de cargos.

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Por Eduardo Tagliaferro

t.gif (862 bytes) El fin del menemismo puede ser también el fin del mandato del defensor general de la Nación, el riojano Miguel Angel Romero, si prospera el nuevo pedido de juicio político en su contra que ingresará esta semana en la Cámara de Diputados. Romero es acusado por los diputados aliancistas Diana Conti, Nilda Garré y Horacio Viqueira de mal desempeño en sus funciones, nombrar defensores sin el correspondiente acuerdo del Senado, crear cargos no permitidos por la ley de Ministerio Público, desviar fondos públicos, actuar con discrecionalidad y personalismo, desconocer el derecho y el rol del defensor público. Según la acusación de los legisladores de la oposición, la actuación irregular del defensor oficial, Luis Cayuela, podría incluso generar el pedido de nulidad en lo actuado, hasta el momento, en las causas AMIA o IBM-DGI.
La historia de Romero es una larga suma de despropósitos, que comenzó cuando en los afiebrados tiempos de la re-reelección el menemismo solicitó su nombramiento como una de las cabezas del Ministerio Público y, por error, mandó al Senado el pliego de un homónimo. Continuó cuando el ex asesor jurídico de la Policía de La Rioja en tiempos de la dictadura militar le confió a su coprovinciano el senador Jorge Yoma que “al igualque Alberto Fujimori en Perú, el presidente Carlos Menem tenía atribuciones para cerrar el Congreso nacional”. “No le sube el agua al tanque”, fue la forma con que lo definió el sorprendido senador riojano. Estos dichos motivaron su primer pedido de juicio político, alentado por el diputado socialista Alfredo Bravo, quien definió los dichos de Romero como “una apología del golpe de Estado”.
En esta ocasión, los aliancistas lo acusaron, entre otras cosas, de haber nombrado defensores oficiales sin el consentimiento del Senado, como contempla la ley del Ministerio Público. El primer caso denunciado es el de Luis Cayetano Cayuela, quien a pesar de estar ejerciendo un interinato que debía cesar una vez finalizada la licencia por enfermedad de la defensora Irene Otero Rella, continuó en su cargo atendiendo defensas de las causas AMIA, IBM-DGI, apropiación de niños nacidos en cautiverio durante la dictadura militar, e incluso realizó una acusación contra el fiscal federal Carlos Stornelli, quien investiga la causa de la venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia. Con el objetivo de retener a Cayuela, según denuncian los aliancistas, el defensor general no sólo creó el cargo de defensor de la Seguridad Social, a pesar de estar inhabilitado para ello, sino que también desvió los fondos públicos para abonarle sus haberes, ya que su cargo no estaba contemplado en la estructura original del organismo.
¿Qué pasaría si la irregular designación del defensor actuante (Cayuela) llegase a afectar la nulidad del proceso seguido en aquellas causas?, se preguntan los legisladores de la oposición. La respuesta, dada la importancia de las causas en las que intervino Cayuela, estremece. Por este motivo, los legisladores no dudan en calificar a Miguel Angel Romero como un “irresponsable” por haber insistido con el irregular nombramiento.
No se podrá negar que el riojano es perseverante. Finalizado su interinato y luego de crearle un nuevo cargo, Romero nombra a Cayuela como interino ante la Corte Suprema, para cubrir la vacante producida luego de la renuncia de Hugo Rodríguez Sañudo. En sus fundamentos Miguel Angel Romero sostiene que eligió a Cayuela por “estar consustanciado con la política institucional del organismo”. Para los diputados de la Alianza, este argumento manifiesta “un claro abuso de poder o, en el mejor de los casos, desconocimiento del derecho”.
Entre las irregularidades que el pedido de juicio político le adjudica a Romero, también se encuentra el nombramiento del defensor Santiago Bardi, realizado 18 días antes de la sanción de la ley de Ministerio Público. La designación de Bardi estaba subordinada al cese de servicios de la defensora Susana Monacelli de Louge, por lo que no se estaba al frente de una vacante, sino de un interinato. Esto excluía a Bardi de los acuerdos tácitos que la ley de Ministerio Público preveía para quienes estuvieran ejerciendo efectivamente su cargo antes de la sanción de la ley, y obligaba a la realización de un concurso público para cubrir la vacante producida por la jubilación de la defensora de Louge.
El reglamento diseñado por Romero también es cuestionado por los diputados, ya que se nombra a sí mismo presidente del tribunal encargado de la evaluación de los postulantes, se otorga la facultad de ejercer el doble voto en caso de empate y obliga a cada candidato a tener una entrevista privada con él. Esta entrevista otorga un máximo de 15 puntos contra 20 de la prueba de antecedentes. Fuentes judiciales consultadas por este diario sostienen que este reglamento desnaturaliza el espíritu de los concursos de oposición y antecedentes, ya que quedan muy atados a la ecuanimidad y objetividad de un solo miembro del jurado: él mismo.
Las acusaciones contra el defensor general también incluyen la forma de manejar la estructura del organismo. Si el riojano Miguel Angel Romero recordara las instrucciones que apenas asumió su mandato le dio al entonces defensor Hilario Lagos, tendría serios motivos para preocuparsepor su defensa. En esa ocasión Romero le dijo a Lagos: “A los testigos cuatro preguntas tontas, y en los alegatos cuatro pavadas, para cumplir, pues los imputados vienen todos condenados”. Si los hombres del oficialismo traducen en los hechos las fuertes críticas que en privado realizan a Miguel Angel Romero, probablemente el defensor, a pesar de la estabilidad que tiene en su cargo hasta los 75 años de edad, se sume a los dos riojanos que a fin de año abandonan sus cargos: Carlos Menem y Ramón Díaz.

 

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