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Ni goles ni golpes: en Yugoslavia-Croacia no pasó
nada, salvo un corte de luz que
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![]() Después de las bravuconadas previas entre yugoslavos y croatas, el encuentro resultó muy correcto: los futbolistas se comportaron de forma respetuosa, se saludaron, se dieron la mano para levantarse después de una falta y las cuatro tarjetas amarillas que mostró el árbitro danés Kim Nielsen fueron consecuencia de la cerrada lucha del partido y no por faltas antideportivas. Por ejemplo, se pudo ver en un momento al volante croata Zvonimir Boban atender a un rival que estaba tendido en el suelo, y tampoco hubo protestas airadas de parte de los yugoslavos por el juego fuerte que aplicaron algunos visitantes. El yugoslavo Sinisa Mihajlovic pudo haber sido la figura trágica del partido: a los 35 minutos, al rechazar una pelota en su área, pegó el remate en el travesaño de su propio arco. El susto fue tremendo en el estadio. El encuentro se recordará más por un apagón de luz y la interrupción que duró 44 minutos. Iban 4 minutos de la segunda mitad cuando el estadio del Estrella Roja quedó totalmente en la oscuridad. Desde los bombardeos de la OTAN, que destruyeron varias centrales eléctricas importantes, los cortes de luz son frecuentes en Serbia. Tras siete minutos de espera, los jugadores se dirigieron al vestuario. Durante el apagón, los seguidores yugoslavos entonaron cantos contra el régimen del presidente Slobodan Milosevic: Slobo, vete, Slobo, Saddam, Banda de rojos y Slobo, bastardo, has vendido a Kosovo, cantaban. Muchos gritaban: El mitín es mañana, aludiendo a la manifestación de la oposición yugoslava prevista para hoy en Belgrado, mientras otros encendían antorchas o encendedores. La luz empezó a aparecer después de unos 14 minutos, pero para alcanzar la plena potencia hubo que esperar 10 minutos más. El árbitro apareció después de media hora acompañado por el delegado de UEFA. Ambos inspeccionaron el terreno de juego y decidieron continuar, pero los jugadores aún tardaron diez minutos más en reaparecer. Más de 40.000 personas asistieron al partido, primer encuentro entre los equipos nacionales yugoslavo y croata desde que Croacia adquirió su independencia de Belgrado por la fuerza, en 1991.
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