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De un modo o de otro, el objetivo de sellar las fronteras colombianas se está cumpliendo. El presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, afirmó ayer que defendería sus fronteras contra las zonas de inestabilidad en Latinoamérica. La declaración vino en medio de informes de que Estados Unidos ofrecerá equipos y dinero a Brasil para formar un cerco en torno de Colombia, que ya habría sido asegurado por el lado de Perú y Ecuador, que en las últimas semanas reforzaron sus fronteras. El único país que no ha tomado medidas similares es el más vulnerable: Panamá. Un cura panameño aseguró que irregulares colombianos habían transformado a las zonas fronterizas de Panamá en una zona de guerra. Quizá para romper este cerco que se cierra, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) aceptaron ayer la oferta de diálogo del presidente venezolano, Hugo Chávez, y afirmaron que el encuentro podría ser en Colombia o en Venezuela. Pero Pastrana reaccionó indignado contra las intromisiones extranjeras y negó que la situación en su país constituyera una amenaza regional. Sin embargo, y ante la duda, sus vecinos continúan preparando sus fronteras. El presidente Cardoso advirtió ayer que el Ejército brasileño debía estar listo para defender las fronteras y los intereses de su país en un ámbito regional. El discurso de Cardoso sigue a un artículo del diario O Globo que informaba que el comandante del Comando Sur norteamericano, general Charles Wilhelm, llegará el 9 de septiembre a Brasil para ofrecer dinero y equipo militar para forjar un cerco para contener a las FARC y otros grupos guerrilleros y negarles el acceso a los suministros que se filtran por las fronteras. El Jornal de Brasilia afirmó sin embargo que Brasil buscará impedir intervenciones de los norteamericanos. Mientras tanto, y ante la creciente influencia de Estados Unidos en estas iniciativas, el líder cubano Fidel Castro advirtió ayer, en el contexto de un seminario sobre neoliberalismo en La Habana y ante la pregunta concreta de un estudiante colombiano, que una intervención norteamericana sería una locura, y que sería derrotada por el calor y los mosquitos. Las FARC podrían intentar escaparse de esta jaula vía Venezuela, con cuyo gobierno aceptaron ayer dialogar. El presidente Chávez planteó ayer un objetivo doble para un encuentro: salvaguardar la frontera venezolana y contribuir al proceso de paz. Chávez explicó ayer que Venezuela es el país al que más le afecta el conflicto colombiano después de la propia Colombia, puesto que está obligada a mantener una costosa ocupación militar de su frontera. Y consideró que en este momento hay una oportunidad, puede que una en un millón, pero al menos una, de abrir un camino hacia la paz. Pero Chávez podría buscar además una solución al conflicto que no involucre a Estados Unidos, a cuya posible intervención se opone. El presidente destacó ayer que ofreció a los presidentes peruanos y brasileños a su capital como sede de una conferencia sobre la paz en Colombia. El modelo que tendría en mente serían los esfuerzos latinoamericanos que terminaron con la guerra civil de El Salvador. Al gobierno colombiano se les están acabando las palabras para oponerse a estas intromisiones extranjeras. Jamás aceptaré como presidente declaró terminantemente Pastrana en un discurso televisado presiones ni intervenciones foráneas. Su canciller, Guillermo Fernández de Soto, afirmó que si Caracas o cualquier gobierno vecino tiene problemas para controlar su territorio no deben venir con el cuento de que todo es nuestra culpa. En efecto, Pastrana deploró que se siga propagando con infundadas razones la injusta apreciación de que somos una amenaza para nuestros vecinos. En Colombia, el proceso de paz continúa naufragando. Las FARC no van a aceptar comisiones de verificación se jactó su portavoz Jairo Ramírez, porque nosotros estamos fuera de la ley, estamos fuera de las instituciones. Pastrana puso la mejor cara posible ante esta negativa, y afirmó que no hablaré con segundos de las FARC, por lo que todavíaesperaba una señal de la dirigencia guerrillera que reiniciría el diálogo.
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