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Tras 16 años en la cárcel el Toro vuelve al ring

Tony Ayala era una máquina de pelear en los 80, pero una violación lo mandó a la sombra. Esta noche recupera el boxeo y también su vida.

Tony Ayala, el recio pegador de San Antonio, Texas.
Dueño de una historia conmovedora, vuelve a boxear.

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Por Daniel Guiñazú

t.gif (862 bytes) A los 19 años le decían “El Torito”, era un portento pugilístico y todos le auguraban que hasta los mismísimos Mano de Piedra Durán, Marvin Hagler y Sugar Ray Leonard habrían de caer, derrotados, por la prepotencia de sus puños. Era 1982 y se llevaba el futuro por delante. Un año más tarde, su vida no valía nada y se hundía sin remedio en las penumbras de una cárcel texana, acusado de violación. Así pasaron, monocordes hasta el hartazgo, 16 años en los que daba lo mismo el ayer, el hoy y el mañana. Hasta que el 20 de abril pasado volvió a la libertad. Y con la libertad, volvió al boxeo. Esta noche, en San Antonio, Texas y ante Manuel Esparza, a exactos 16 años y 9 meses de su último combate, regresa a los rings Tony Ayala, una de las más formidables máquinas de pelea de los años 80. No quiere ser campeón del mundo. Quiere ser un hombre.
Si no hubiera sido lo que fue dentro de las doce cuerdas, si no hubiera vivido la historia que vivió, la vuelta de Tony Ayala (que TyC Sports emitirá en directo desde las 22), sería un absurdo, un hecho reñido con la razón. Segundo de cuatro hermanos varones todos boxeadores, criado bajo estrictos códigos machistas, de los 9 a los 11 años, Ayala fue sexualmente perturbado por un amigo de su familia. Y su trauma resultó tan profundo como impenetrable debió ser la malla de silencio con que rodeó su secreto mejor guardado para que su padre, Tony Sr., no lo creyera homosexual.
A los 14 años, a la misma edad en que se metió en un ring para guantear nada menos que contra Pipino Cuevas, el conflicto estalló bajo la forma de un intento de violación. A los 17, a la misma edad en que debutó como profesional, cedió a los bajos instintos del alcohol y la heroína. A los 19, seis semanas después de barrer en tres rounds al santafesino Carlos Manuel del Valle Herrera y con un record de 22 nocauts en 22 peleas profesionales, cometió su último y más grave pecado: a punta de cuchillo y drogado hasta las pestañas, violó a una maestra de 30 años. El fallo de la Justicia fue contundente: dictaminó asalto sexual agravado y 16 años de prisión.
Poner en paz los demonios de su vida fue la única tarea que le quedó por hacer a Ayala en todo este tiempo en el que tiempo era lo que le sobraba y libertad, lo que faltaba. Lo logró ayudado por su terapeuta, Brian Raditz, su esposa Lisa, la madre de sus dos hijos, y su padre, Tony. Los tres lo esperaban en la puerta de la cárcel estatal de Trenton, en Nueva Jersey, el 20 de abril de este año, el día en que pudo volver a respirar aire libre. Lo primero que hizo fue ir a su gimnasio de siempre, el Front Street Gym y mirarse al espejo. “Me puse a hacer sombra, descubrí que todavía tenía la cara de un peleador y eso me dio el ánimo que necesitaba para volver”. Y es por eso que hoy vuelve del infierno Torito Ayala. Con menos pelo que cuando azotaba rivales. Con algunos, pocos, kilos de más. Pero con el alma reparada después de tanto mal que hizo y se hizo.

 


 

EL DRAMA DE ALEXIS ARGÜELLO
“Inyéctenme algo letal”

t.gif (862 bytes) El más renombrado deportista de la historia de Nicaragua, el tres veces campeón mundial de boxeo Alexis Argüello, admitió que intentó el suicidio como medida drástica para cortar su adicción a las drogas. “Creo que el más grande favor que me pueden hacer en este momento es inyectarme algo letal que me ponga a dormir tranquilo para siempre”, dijo ayer uno de los cuatro más grandes boxeadores latinoamericanos junto a Carlos Monzón, Roberto Durán y Julio César Chávez.
“Mi carne es demasiado débil y, si me levanto, tarde o temprano volveré a caer en el mismo problema; prefiero morirme para no seguirme lastimando, ni lastimar a los demás”, confesó el ídolo en una conmovedora entrevista un diario de Managua.
El famoso boxeador “está muy deprimido” y rehúsa salir a la calle o leer los periódicos. Según relató un amigo de Argüello, Donald Rodríguez, Argüello “nos dijo que una vez se puso un cuchillo en el cuello y hasta nos dijo que le pidamos al doctor Martín Flush que le ponga una inyección letal”. La dependencia del ex boxeador hacia las drogas, entre ellas el licor, fue advertida la víspera por su esposa, Alicia Esquivel, quien pidió ayuda para el deportista, de 46 años. Su adicción —dijo— “lo está destruyendo mental y físicamente” y lo ha vuelto un ser “peligroso”.
Renzo Bagnariol, presidente de la Comisión Nicaragüense de Boxeo Profesional, propuso que el ex tricampeón sea enviado a un hospital especializado en Costa Rica o Cuba “porque su caso es clínico y necesita ayuda de urgencia”.
El famoso beisbolista nicaragüense Denis Martínez dijo en Miami que hará gestiones “para que venga a Estados Unidos a una clínica de verdad. Creo que en Nicaragua no hay condiciones para que se recupere” señaló. Alexis Argüello se coronó campeón del mundo por primera vez el 23 de noviembre de 1974 frente al mexicano Rubén “El Púas” Olivares. Sus otros dos títulos mundiales los obtuvo al pelear con Alfredo Escalera en 1978 y con Jim Watt en 1981. Se retiró en 1983, aunque en 1995 realizó dos peleas. La mayor parte de su carrera la realizó en Estados Unidos, donde residía, y hace menos de 10 años retornó a Nicaragua.

 

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