Por Patricia Chaina La Ley de Cinemateca y Archivo
de la Imagen Nacional, promulgada por el Senado en el mes de junio por
unanimidad y vetada al mes siguiente por el Poder Ejecutivo nacional, permitía
vislumbrar la posibilidad de resguardar las películas del desgaste del tiempo y la
desidia de los hombres. Por eso, mientras el veto impide la creación de la Cinemateca
nacional, el realizador y ex legislador Fernando Pino Solanas, uno de los
impulsores del proyecto, denuncia el estado de emergencia del patrimonio fílmico nacional
y la falta de conciencia que existe al respecto: Se liquidó el 90 por ciento del
cine mudo y el 60 por ciento del sonoro en este país, y siguen apareciendo dificultades
para crear un organismo autónomo que lo proteja, y que trabaje en el seno de la
Secretaría de Cultura de la Nación, como sucede en otros países del mundo,
enfatiza el realizador.
Pero la actitud de Solanas no es sólo declamativa. Convocó a una comisión de
personalidades de la industria cinematográfica y a sus entidades representativas:
Sindicato de la Industria Cinematográfica, Cámara de la Industria Cinematográfica,
Asociación de Productores Independientes, Directores Argentinos Cinematográficos y
Asociación Argentina de Actores, entre otras. La respuesta no se hizo esperar, y el día
miércoles, unas treinta personas, entre ellas directores como Lita Stantic, Luis Puenzo,
Adolfo Aristarain, Eduardo Calcagno y Bebe Kamin, se reunieron con senadores y diputados
de diversas corrientes políticas. En el encuentro los legisladores se comprometieron a
pedir la reafirmación de la ley, esto es votar en insistencia, en ambas Cámaras, y dejar
así sin efecto el polémico veto presidencial.
Curiosamente, cuando comenzamos con esto explica Solanas a Página/12,
yo le entregué en mano el proyecto a Julio Mahárbiz y a Pacho ODonnell, que estaba
al frente de la Subsecretaría de Cultura de Nación, para que participen. Y cuando se
aprobó la ley estábamos convencidos de que para el Gobierno iba a ser un gran festejo,
un broche de oro. Pero no. Justamente sugerencias del director del Incaa y de la
Subsecretaría de Cultura de la Nación, hoy con Beatriz Gutiérrez Walker al frente,
impulsaron el veto.
¿Cómo nace la idea de organizar una Cinemateca nacional?
Para reparar el desastre en que se encuentra nuestro patrimonio audiovisual. Y por
el llamamiento que realizó la Unesco en 1993, para salvar al patrimonio fílmico mundial,
porque las películas filmadas con negativo a partir de los años 50 están en
proceso de autodestrucción química (el llamado mal de vinagre que agrisa la imagen). Se
pide a empresas y gobiernos aportes económicos para hacer dobles negativos de aquellos
títulos importantes, antes de su destrucción.
¿Cuál es el estado de situación de los archivos de cine en la Argentina?
El panorama es salvaje. Los productores no tienen dinero para hacer dobles
negativos, mucho menos para archivar sus materiales. Muchas películas se han perdido
porque los laboratorios no son buenos depósitos del material, los guardan para
quedar bien con los clientes, dicen, pero no se hacen responsables. Cuando
cierran, las copias van a la basura. El año pasado muchos directores sufrimos ese azote
en Cinecolor, que por una reforma arquitectónica tiró al volquete, sin avisar,
materiales de stock.
¿Qué argumentos se dan en el veto a la ley?
Una serie de mentiras y falacias: que ya hay una cinemateca en el Incaa, cuando se
trata de un depósito de copias de las películas que apoya el Instituto. Eso no es la
Cinemateca que aún los argentinos le debemos al patrimonio fílmico y al gran público
cinéfilo nacional. Una cinemateca es una casa de cultura, es también el lugar natural de
los investigadores de la historia del cine y laboratorio de reparación de películas y
copias. Además de ser la vitrina en una sala pública de exhibición. Otro argumento en
contra de la ley es que el cine tiene las arcas alicaídas y esto creaun nuevo
gasto. Pero lo que dice esta ley es que del 100 por ciento del dinero del Fondo de
Fomento Cinematográfico destinemos el 6 por ciento mensual a documentación,
preservación y restauración, que es lo que debe hacer una cinemateca. Y se trata de una
tarea constante que debe hacerse en épocas de austeridad o de las otras.
¿Mientras tanto no hay un organismo público ni privado que la realice?
Está la Fundación Cinemateca Argentina, está el Museo del Cine, que depende del
Gobierno de la Ciudad ... Pero así como existe el Incaa, hay que jerarquizar un organismo
de preservación, con los fondos necesarios. Cinemateca Argentina cumplió, frente a la
carencia, una labor muy meritoria, como el Cineclub Núcleo que forma parte de la
comisión que hemos formado recientemente para defender esta ley noble, pero están
lejos de satisfacer las actuales y grandísimas necesidades de archivo y reparación del
cine nacional. Porque por ejemplo Cinemateca Argentina no tiene recursos ni sala propia. Y
su dueño no puede alzar su voz contra esta ley porque él ha usufructuado bastante al
cine argentino, ya que la gente cree que la suya es una institución pública cuando es
una empresa privada. No se lo critico, pero no confundamos. No puede oponerse a la
necesidad de generar un organismo a tono con las grandes cinematecas del mundo como la que
hay en Francia, España, Suecia y sin ir más lejos en Brasil, cuya Cinemateca nacional
ocupa una manzana, y tiene instalaciones y hasta un laboratorio propio. Porque la
conservación de lo filmado es una empresa de gran porte que sólo la puede realizar el
Estado.
¿Ignorancia o mala fe? La ignorancia o cierta mala fe son para el abogado Julio Raffo
(integrante de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica) las justificaciones
del veto a la ley de Cinemateca Nacional. Se funda en datos como que ya hay una
cinemateca en el INCAA detalla, cuando se trata de un depósito de copias de
películas que produjo el Instituto. Películas no nacionales como las de Gardel no
están. Tampoco las importantes desde King Kong a Lo que le viento se llevó. Pensar que
ese depósito es una cinemateca es como pensar que en la Biblioteca Nacional no tiene que
haber Shakespeare porque no es argentino. En Francia toda película que se exhibe deposita
una copia en la Cinemateca. Otro argumento falaz habla de duplicación de funciones entre
Cinemateca y el INCAA ya que ambas contemplan archivo y escuela. Pero en artes plásticas
nadie discute que haya una entidad que fomenta la producción: el Fondo de las Artes,
distinta de las que tienen a su cargo la preservación de las obras y su estudio: el museo
y la Escuela Nacional de Bellas Artes. |
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