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ULTIMAS INSTRUCCIONES DEL OCTOGENARIO A SUS ABOGADOS
Pinochet quiere regresar como sea

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Ya no le importa regresar a Chile con la frente alta: ahora Pinochet aceptaría incluso una “salida humanitaria” para escapar de su prisión de 10 meses en Londres. Mientras tanto, en Santiago de Chile, Carlos Menem y Eduardo Frei coincidieron nuevamente en su defensa del ex dictador.


t.gif (862 bytes)  El general chileno Augusto Pinochet otorgó personalmente plenos poderes a sus representantes legales españoles, los abogados José María Stampa y Fernando Escardó, para concluir lo antes posible el proceso judicial que se inició hace diez meses con la petición de extradición por parte del gobierno español. En su primer encuentro con ambos letrados, en la residencia del sur de Londres, el ex dictador chileno expuso su deseo de lograr “cualquier salida”, por vía jurídica o humanitaria, que le permita regresar cuanto antes a Chile. Ayer Escardó relativizó su polémica afirmación del jueves, en que había comparado a Pinochet con Hitler para decir que ni el primero había torturado personalmente a nadie ni el segundo había incinerado personalmente a judíos; ayer dijo que Pinochet no era un genocida como Hitler, pero igual siguió embarrando las cosas al decir que los 3000 muertos de su dictadura eran “un balance muy pequeño para evitar una guerra civil que hubiera costado un sinfín de muertos”.
Fuentes próximas a los reunidos destacaron el buen estado físico y mental de Pinochet, que estuvo acompañado por el general Juan Carlos Salgado, jefe de la delegación militar que viajó recientemente a España y siguió a la capital británica. La fatiga, propia de un hombre de 84 años, impidió al ex dictador invitar a almorzar a sus abogados españoles antes de que regresasen a Bilbao. Durante el encuentro, de hora y media de duración, Stampa y Escardó aconsejaron al general que se enfrente a la vista de extradición, que se reanuda en Londres el próximo 27 de septiembre, y se mostraron contrarios a que su cliente se entregue voluntariamente a la Justicia española. Con esta estrategia, ambos letrados se aseguran la reducción de la acusación inicial del juez español Baltasar Garzón a los cargos de torturas y conspiración para la tortura entre diciembre de 1988 y marzo de 1990, el período admitido en la sentencia del tribunal de los lores británicos. “Nuestro consejo es que no debe moverse de Inglaterra antes de que concluya el juicio de extradición”.
Ambos abogados anticiparon los avatares del proceso en los tribunales españoles. “Queremos iniciar la batalla en España, que será dura, para conseguir la puesta en libertad del general o incluso la nulidad del proceso”, dijo Stampa. Ante la Justicia española, la defensa de Pinochet persigue denunciar las “muchas irregularidades” del proceso. “Estamos intentando que nos den vista de las actuaciones y poner de manifiesto la serie de irregularidades que se han cometido desde el principio”, criticó el abogado. Entre estas supuestas irregularidades, Stampa destacó el hecho de que Garzón no diera el trámite de audiencia a la fiscalía para iniciar el proceso, que desoyera los distintos escritos del ministerio fiscal español y la demora indebida en la resolución de los recursos interpuestos contra sus resoluciones.
Los abogados reiteraron que la obsesión de Pinochet es volver a Chile: “Nos ha dicho que ése es su objetivo, que lo demás es cosa nuestra y que nos da luz verde para hacer lo que creamos oportuno. Se le ha dicho que haremos todo lo posible”, señaló Stampa. “Lo primero es ver si el juez nos permite la personación en el proceso o no y, en caso negativo, recurrir. No hay nadie en el mundo a quien se le pueda privar de ese derecho fundamental de ser defendido, sea el general o cualquier otro. Si no se entiende así, será por un problema político, visceral o de venganza, que no se compadece con el ejercicio profesional y que trataremos de rehuir a todo trance”.
Sobre la situación del general en Londres, Stampa aseguró que se encuentra “evidentemente estresado por la cantidad de tiempo que lleva allí sin libertad. Tiene 84 años y toda la tensión inherente al caso”, resumió. Escardó reveló que el general les había transmitido que, si el viaje se hubiera hecho un día antes, quizá no les hubiera podido recibir, porque se encontraba “muy caído y cuando su estado de ánimo es bajo noquiere ver a nadie, porque es un hombre muy celoso de su personalidad y de su papel histórico y no le gusta que se le vea derrotado”.

 

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