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Por Pablo Plotkin Sólo tuvieron que pasar tres meses para que la formación definitiva de Los Pericos editara su primer disco y vendiera 150 mil copias. Lo que parecía sólo un nombre más en la banda de sonido del verano de 1987, con El ritual de la banana como efectivo single de reggae tropical, sobrevivió, creció y durante esta década se convirtió en uno de los grupos pop argentinos con más convocatoria en el resto de América latina. Al Bahiano, cantante y letrista de Los Pericos, la historia ya le suena vieja. Está seguro de no tener que rendirle cuentas a nadie, y le resta importancia a la falta de reconocimiento de la crítica de rock argentina. Hay cosas que realmente no las entendemos y no creo que las vayamos a entender nunca. Pero no nos afecta, dice el cantante. Sabemos lo que hicimos y lo que logramos. No nos va a afectar alguien que empieza a escuchar música ahora y se cree que vio la luz. No nos mata eso. Nos puede llegar a matar el aburrimiento, pero no eso. Y el aburrimiento está lejos. Anoche, a última hora, se anunció la suspensión del show que el grupo iba a dar en Obras (ver aparte), pero Bahiano no pudo ser ubicado para dar su opinión. ¿Qué recuerdos le quedaron del principio de la banda? Eramos novatos: los temas que fueron al disco eran los únicos que teníamos. Pero pusimos toda nuestra buena voluntad en grabarlo, y al fin y al cabo ese disco vendió muchísimo. Nosotros ni siquiera lo podíamos creer. Nos habíamos juntado como cualquier pibe que se junta con una banda para tocar y pasarla bien. Después sí, teníamos que tomar la decisión de seguir o no. Hicimos el aguante y nos quedamos en donde queríamos estar, puliéndonos y aprendiendo a medida que pasaba el tiempo. ¿De qué idea habían partido? Pericos tenía algunos temas antes de que yo entrara. Cuando entré, elegí y dejé de cantar algunos. Empecé a cantar en inglés porque el anterior cantante cantaba en inglés, y los temas que había eran en inglés, pero no eran muy de mi agrado. Yo tenía muchas ganas de hacer reggae. Ellos estaban haciendo un reggae pop, más bien baladas. A nosotros el reggae nos gusta mucho, y tocábamos según lo que interpretábamos de los discos de afuera. Acá no hubo nunca escuela de reggae, y encima no había muchas disquerías que lo vendieran. Andábamos a ciegas. Ahora hay bateas de reggae, banditas de reggae. Y eso, por más que algunos no lo quieran reconocer, fue un trabajo que hizo Pericos doce años atrás. Los Abuelos de la Nada y Sumo también habían hecho algo al respecto. Sí, pero sus repertorios eran muy variados, entre los que había algunos reggae. Pero obviamente nosotros éramos público de Sumo, escuchábamos los discos y los reggae de Sumo nos encantaban. Pero era otra cosa: otra postura, otra historia. Nosotros salimos con la idea de ser una banda de reggae. Fuimos los primeros en hablar de Haile Selassie (emperador etíope inspirador del rastafarismo), como para tener un icono y que la gente supiera por qué estábamos haciendo eso y no rock. ¿En algún momento les dio por la parte religiosa del rastafarismo? No. Eso sirve como parte romántica del género, pero si ahondás un poco en la cuestión, ves que eso no es tu espejo. Si bien compartimos muchísimo todo lo que es la unión, los derechos humanos, ya cuando te metés en la ideología religiosa ... sobre todo siendo argentino. Podés respetar, emblemarte, ponerte todos los colores, poner a Selassie en tu cuarto. Nosotros sentíamos que Selassie no era nuestro espejo. Tenía sus cosas dictatoriales, que hay que ser muy ciego para no verlas. A mediados de esta década se abrieron del reggae de raíces para hacer discos tropicales más bailables. ¿Cómo ocurrió eso? Nosotros siempre mantuvimos el concepto de reggae. Tratábamos de abrirlo al máximo, dejándonos influir por otras músicas y tratando de darle una vuelta de tuerca a un ritmo que es muy clásico. No queríamos para nada ser una copia de una banda jamaiquina en Buenos Aires. No nos interesaba eso. Queríamos darle nuestra personalidad, y lo logramos. Nos alejamos por cuestiones naturales. Yo tengo 36 años, y cuando empecé a escuchar música escuchaba lo que cualquiera de mi generación: Kiss, Iron Maiden, Yes, Pink Floyd, Rolling Stones, Beatles. No escuchábamos a Bob Marley. Empecé a escuchar música a los 14, y a Marley lo escuché por primera vez a los 18 años. Y me blanqueó la cabeza. Empecé a informarme, interiorizarme en eso que escuchaba y me partía al medio. En el último disco, Mystic Love, vuelven al reggae más tradicional. Sí, las cosas se dieron de manera natural. Podríamos haber repetido fórmulas: veníamos con tres discos Big Yuyo, Yerbabuena y Pampas Reggae que cada uno tenía como seis o siete cortes. Decidimos bajar cambios, y darnos un aire a lados B. Y al final los lados B de este disco se están transformando en lados A. Es como que dijimos todo bien, che, pero tenemos otro tipo de material que también nos gustaría que escuchen. Por eso saltan temas como Sin cadenas o Pupilas lejanas, temas de letras más bien tangueras. No son temas saltarines. ¿Los Pericos tienen talento para componer hits? Tenemos una fórmula de componer que es audible a la gran masa. Lo que hacemos lo escucha desde el más chico al más grande, y le gusta. Eso es algo que tenemos a favor. Nunca nos interesó tener una banda que escuchen nuestros amigos, o cierta gente nada más. Siempre fuimos abiertos, sinceros y demostramos lo que queremos. Al que le gusta bien, al que no ... no nos importa.
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