Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


UNA JUEZA DECLARO NULA LA CAUSA DE ENRIQUECIMIENTO
Todo bien, todo legal

Las fortunas de los principales comisarios de la maldita policía son intocables: la jueza que tomó la investigación declaró nula la causa. Su débil argumento fue que la denuncia original era anónima, algo que no tiene antecedentes jurídicos. Los acusados de grave corrupción
ahora respiran aliviados.

na03fo01.jpg (12823 bytes)
La lujosa casa de Carlos Propatto, uno de los íntimos del jefe de la entonces Bonaerense.
El tren de vida de los comisarios abunda en avionetas, autos de lujo y casas más que amplias.

Por Laura Vales y Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) Prohibido investigar el fabuloso enriquecimiento de los poderosos comisarios de la Maldita Policía. Esta parece la norma que rige en la provincia de Buenos Aires y se cumple religiosamente. La causa en la que se indagaba cómo los comisarios se compraron casas fantásticas, camionetas lujosas y evidencian ingresos que no tienen relación alguna con sus sueldos fue sorpresivamente declarada nula. La pesquisa ya había reunido elementos sobre el patrimonio de buena parte de los comisarios, pero algo pasó en el medio de la investigación. Primero, el de uno de los más poderosos comisarios, Mario “Chorizo” Rodríguez, desapareció. Después, el juez que investigaba el tema fue ascendido a camarista y en su lugar nombraron a una nueva magistrada, que en menos de dos meses y en el mayor de los secretos dio por tierra con todo lo investigado. Los fundamentos del fallo no resisten el menor análisis, pero la nulidad llevó alivio a los hombres que reinaron en época del jefe Pedro Klodczyk. También respiran más tranquilos los políticos de los distintos niveles -concejales, intendentes, Poder Ejecutivo provincial– que indudablemente apañaron y se nutrieron económicamente de la Maldita Policía.
La jueza que hizo el trabajo de anulación de la causa es Analía Puigdengolas, quien en setiembre pasó de ser secretaria de una defensoría en Morón a hacerse cargo del Juzgado en lo Criminal y Correccional Nº 5 de Lomas de Zamora. Todos los que la conocen sostienen que fue apadrinada por el senador justicialista Horacio Román, uno de los caciques de Morón.
Los indicios del fabuloso enriquecimiento de los comisarios son abundantes. En los primeros 4 meses de la pesquisa se comprobó que de los 36 investigados había por lo menos 15 con evidentes signos de opulencia económica. Un grupo de martilleros designados por la Justicia tasó sus fastuosas viviendas. Algunos tenían hasta siete propiedades, cuatro o cinco vehículos y abultados gastos, y se justificaron en una supuestamente exitosa actividad privada. Los informes de inteligencia que constan en el expediente, en cambio, los vincularon al narcotráfico, a la venta de autos truchos, a bandas de piratas del asfalto y a todo tipo e arreglos con delincuentes.
Entre los más prósperos estaban Oscar Canales y Juan Borgnia, quienes fueron secretarios de Klodczyk mientras fue jefe de la Bonaerense. Oscar Viglianco –acaba de ser designado a cargo de la Departamental de Seguridad de San Martín– relacionado con el caso Cabezas; Claudio Smith, flamante jefe de Lomas de Zamora; Raúl Vercecci y Carlos Propatto, señalados por su relación con supuestos negocios turbios de la jefatura en tiempos de Klodczyk; y Raúl Machuca, el mismo que colaboró con el detenido ex comisario Juan José Ribelli para violar la incomunicación dispuesta por el juez Juan José Galeano en la causa AMIA.
El método por el que los comisarios corruptos acumularon bienes que no podrían explicar en base a sus magros sueldos era fácil de sospechar, pero quedó reflejado nítidamente en las escuchas que el juez Galeano ordenó como parte de la investigación de la AMIA. Esas conversaciones dejaron al descubierto las formas de recaudación de las bandas policiales, es decir el robo, la extorsión, el cobro de peajes a delincuentes y la venta de causas a los abogados sacapresos.
–¿Viste Rodríguez, el banquero, al que le hicimos un encubrimiento? -le avisa a Ribelli el subcomisario Maisú en una de las cintas en cuestión- Bueno, anoche trajo tres luquitas: la corté con los muchachos y acá tengo lo tuyo.
En su momento la prensa denunció todas estas maniobras e incluso se publicaron fotografías de las propiedades de Ribelli, el jefe Klodczyk y personajes como Mario “Chorizo” Rodríguez. También se detallaron cada uno de sus bienes y las tarifas cobradas en las comisarías y brigadas (ver aparte). En medio del escándalo desatado por la difusión pública de lasescuchas y de otras causas judiciales sobre la participación de efectivos de la Bonaerense en el negocio del narcotráfico, del juego clandestino y de la protección a redes de prostitución, Klodczyk debió presentarse a dar explicaciones en el Congreso. El Polaco, como le decían al jefe, habló entonces de que los comisarios accedían a ilícitos relacionados con drogas, prostitución, manejo de alguna causa o apañar delincuentes. Señaló que Rodríguez y Naldi eran “pícaros” y sugirió que tenían una extraordinaria riqueza de origen más que dudoso.
Pero más tarde el propio jefe quedó cercado por las sospechas en su contra. Para abrir el paraguas, se autodenunció ante un juez amigo, Daniel Llermanos. Hoy se investiga a Klodczyk por presunto lavado de dinero y desvío de fondos públicos. Ya existen importantes indicios de que recibió 700.000 dólares como parte de un retorno en la compra de equipos de comunicación, y está probado que utilizó a efectivos de la policía para construir un quincho en su casa de veraneo en Lucila del Mar y para reformar otras cuatro propiedades.
La causa de los 33 orientales se inició en enero de 1997 y tuvo rápidos avances en los primeros meses de ese año, cuando el secretario de Seguridad era Eduardo De Lázzari. En principio se destinó todo un equipo de investigadores a la pesquisa, pero en mayo del ‘97 De Lázzari fue obligado a renunciar y el grupo de investigadores se diluyó. A partir de ese momento las cosas se empantanaron. La Bonaerense prácticamente se desentendió y se argumentó que la lista de investigados era producto de una interna policial. Es decir que el argumento no era que los 36 comisarios eran inocentes, sino que estaban siendo atacados por otros policías tal vez tan enriquecidos como ellos. De ahí en adelante lo poco que se hizo fue gracias al esfuerzo de los escasos empleados del juzgado de Marcelo Soukop, que verificaron algunos datos y se preparaban a escarbar en los gastos de cuentas bancarias, tarjetas de crédito y viajes al exterior de todos los denunciados. En agosto Soukop fue ascendido a camarista y lo reemplazó Analía Puigdengolas.
En algún momento de todo este extraño proceso, se hizo humo el expediente en el que se investigaba al Chorizo Rodríguez. Soukop ordenó que se busque “en cielo y tierra”, pero el legajo no apareció. La jueza Puigdengolas no necesitó buscarlo: después de su desembarco en Lomas de Zamora, los defensores de los comisarios investigados comenzaron a pedir la nulidad de toda la causa y en menos de dos meses la jueza les otorgó lo que pedían. Puigdengolas adujo que toda la investigación estaba viciada porque la denuncia inicial había sido un llamado telefónico anónimo, un argumento que fue calificado por los juristas consultados como “absurdo”. También sostuvo que Soukop no había sido el juez natural de la causa, una apreciación que no se comprende del todo porque el magistrado fue quien recibió la denuncia mientras estaba de turno en su juzgado. Por último, señaló que el fiscal no había participado de la pesquisa, un hecho que en el antiguo Código Penal de la provincia –el que corresponde a esta investigación– no es motivo de nulidad.
La jueza prefirió no hablar con Página/12, y sólo mandó a decir que los magistrados “hablan por sus fallos”. El fallo, entonces, dice lo que está establecido: prohibido investigar el enriquecimiento de los comisarios.

 

De la boca de Klodczyk

Las sospechas sobre el enriquecimiento ilícito de los comisarios de la Bonaerense provienen de los orígenes más inesperados. “El comisario Mario Rodríguez es un trabajador pícaro. Un hombre que seguramente debe tener una posición económica más cómoda que la que se le puede comprobar. En la Policía se maneja, como en todos lados, la posibilidad de acceder a infinidad de cosas ilícitas: drogas, prostitución, manejo de alguna causa o de algún delincuente, apañar a alguien o lo que fuere.” Este perfil del “Chorizo”, como un hombre que tiene bienes y los esconde y que se enriqueció con los ilícitos, no proviene de ninguno de sus adversarios. Fue hecho por su jefe y gran amigo, el ex titular de la Bonaerense, Pedro Klodczyk, ante la Comisión de Seguimiento de la Investigación sobre la Aduana Paralela.
El Polaco, como le dicen a Klodczyk, no se quedó ahí y siguió sembrando dudas sobre el buen pasar de otros de sus hombres. “Con relación a Mario Naldi, es una persona que trabaja mucho y a quien le encanta figurar y hablar de sus bienes, que por otra parte nunca los tiene declarados porque los que están se encuentran a nombre de su mujer. Según él, la mujer tiene una posición económica holgada, pero hay que investigarla. El habla mucho de sus propiedades en Orlando.” O sea que el jefe de Rodríguez y Naldi opinaba que ambos eran pícaros y que había que investigarlos.


Opiniones jurídicas

“El criterio de la jueza fue absurdo”, explicó el constitucionalista Eugenio Zaffaroni tras leer el fallo con el que se anuló toda la investigación. El argumento central de la jueza Analía Puigdengolas es que la denuncia que originó toda la pesquisa fue producto de un llamado telefónico anónimo y eso viciaba toda la pesquisa subsiguiente. Ayer, para dejar en claro la poca solidez de esta postura, Zaffaroni dio el siguiente ejemplo: “Supongamos que un vecino llama de manera anónima a un juzgado para denunciar que hubo un asesinato en su barrio. Después, la policía va al lugar y encuentra el cadáver. Plantear que la investigación del homicidio es nula porque quien denunció el delito no se dio a conocer no tiene ningún sentido”.
El especialista remarcó que los magistrados tienen el deber jurídico de investigar. “Por otra parte habría que estudiar si este criterio que invoca la jueza en su fallo lo aplicó en todos sus casos, porque es una posición tan extremadamente liberal que dudo que en la provincia se haya aplicado alguna vez”, agregó.
En los tribunales de Lomas de Zamora la noticia de que el expediente de los 33 Orientales había sido reducido a la nada cayó como un balde de agua fría. Allí también criticaron duramente los argumentos de Puigdengolas; “si tuviéramos que guiarnos por sus estimaciones no tendría sentido que el gobierno habilitara líneas telefónicas gratuitas –0800– para denunciar actos de corrupción”, recordó uno de los jueces consultados. Además tildaron de errónea otra de las razones aducidas por la jueza, quien indicó que el juez Marcelo Soukop no había dado vista al fiscal sobre su investigación. “Cualquier abogado sabe que eso no es motivo de nulidad, porque es un hecho corregible”, dijeron sus pares consultados.


 

LAS PRIMERAS DENUNCIAS FUERON DE LA PRENSA
Una investigación de los medios

t.gif (862 bytes) La necesidad de investigar el enriquecimiento de los comisarios no provino de mecanismos internos ni de la Justicia, sino de las denuncias del periodismo. Página/12 fue el primer medio que demostró los manejos de hombres de la Bonaerense en el caso AMIA. En 1994 quedó evidenciado que el delincuente Carlos Telleldín trabajaba en combinación con policías y que éstos habían recaudado, en un solo arreglo, 40.000 pesos.
Sendas investigaciones televisivas, del programa “Edición Plus” y de Telenoche, demostraron igualmente que los comisarios recaudaban fabulosas sumas de dinero a través de sus acuerdos con narcotraficantes. El programa de Telefé puso sobre el tapete lo que se llamó la Mafia de La Matanza, jurisdicción en la que reinaba el comisario retirado Mario “Chorizo” Rodríguez. Telenoche exhibió en una investigación titulada “Narcopolicías” la complicidad entre los uniformados a cargo de la Dirección de Narcotráfico de Quilmes y los vendedores de drogas.
“Maldita Policía”, el artículo de Carlos Dutil en la revista Noticias, disparó todavía más las sospechas e instaló el nombre con que se denomina a lo que fue la Bonaerense. En la nota aparecían fotografiadas la casa de 250.000 dólares y el Cessna de 120.000 del jefe, Pedro Klodczyk; y la camioneta Suzuki Samurai y la lujosísima casa de su secretario Canales. Noticias también señaló el enriquecimiento de Mario “Chorizo” Rodríguez, incluyendo su departamento de 250.000 dólares sobre la calle Lafinur y su camioneta 4x4. Mario “El Gordo” Naldi aparece en el artículo con una propiedad en el edificio Parquemar de Punta del Este valuado en 150.000 dólares y con un crucero modelo Segue 57, cotizado en 600.000. Tanto Rodríguez como Naldi señalan que tuvieron la fortuna de casarse con mujeres de muy buen pasar. Su propio jefe, Pedro Klodczyk, ante una comisión parlamentaria, dudó mucho de esa coartada.
Para redondear, el libro La Bonaerense, del propio Dutil y de Ricardo Ragendorfer, reunió en unas 300 páginas un largo listado de maniobras, delitos, coimas, arreglos y extorsiones con las que recaudaron fondos los grandes porongas de la fuerza.

 

PRINCIPAL