OPINION
Culpa del código
Por José Luis D`Andrea Mohr |
1973, Neuquén. Un lunes, a
diana el encargado de la compañía a mi mando presentó la novedad de un soldado en el
calabozo. La causa: ser sorprendido por el oficial de servicio durante un acto sexual con
otro soldado de otra compañía. Pero, mi capitán, el nuestro era el machito,
me aclaró con cierto orgullo el primitivo suboficial. Todo terminó meses después en un
Consejo de Guerra. Me había hecho elegir defensor de mi soldado, al que mantuve fuera del
calabozo, a cargo de la caldera y con prohibición de tomar sol. El día de la audiencia
lo vestimos con una chaquetilla de cuello enorme y el pobre chico, pálido, flaco y con un
cuellito de ave, daba lástima. Fue absuelto gracias a mis mentiras. Lo presenté como a
un imbécil cuya primera experiencia sexual había sido con un pollito y la segunda con
una cabra llamada Margot. Claro que antes habíamos practicado mucho porque el muchacho,
no muy despierto, era capaz de desmentirme y terminar ambos enjaulados. Se fue de baja ese
día.
La propuesta de Balza es ciertamente revolucionaria porque en las fuerzas armadas de casi
todo el mundo es más honorable ser un asesino que un homosexual. La mayoría de las
naciones castiga a sus soldados por la mera condición sexual distinta. En algunos países
ya se tolera su presencia, con gran resistencia militar, hay que decirlo, pero los avances
existen en especial en cuanto a no penar.
En la Argentina dependerá del Congreso la reforma al Código de Justicia Militar para
despenalizar la homosexualidad. Pero queda mucho por andar hasta lograr que en una fiesta
del Círculo Militar un general le presente su novio a un almirante. Casi tan poco
imaginable como un jefe de Estado Mayor judío o mapuche.
Junto a su propuesta revolucionaria, Balza ha incluido la obediencia debida en la reforma
del Código. En mi opinión es innecesario. Basta leer lo que esa normativa tipifica para
amotinados para darse cuenta de que hace mucho, mucho, matar a un indefenso es una orden a
desobedecer, tan desobedecible como sumarse a un golpe de Estado. Cambiar el código se
puede. Cambiar la obediencia debida por condena debida se debe. |
|