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FUE UN PARTIDO RARO CON UN PERIODO DE DOMINIO PARA CADA UNO
Palermo y Guillermo riman

Lanús empezó ganando y jugando mejor pero Boca le hizo cuatro --tres de Palermo y uno notable de Guillermo-- en un segundo tiempo arrasador.

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Por Juan Sasturain
t.gif (862 bytes)  Pocas veces un partido fue tan partido como éste de ayer entre Lanús y Boca. El fútbol es estructuralmente binario y la palabra "partido" --de la que "picado" es su versión residual-- indica como ninguna esa condición de cosa escindida justito por el medio: el campo, los equipos, los dos períodos. Bien: ayer en el Sur fue tal la escisión que bien se podrían haber cortado definitivamente las dos partes temporales --por ejemplo-- y analizarlas por separado, con puntaje inclusive, como en el tenis. Porque Lanús ganó el primer tiempo y Boca ganó el segundo. Así de claro, como si fueran sets, rounds o series de TC. Pero además de dos tiempos hubo dos Bocas, dos Lanús (o Lanuses o lanúes), dos pares de Mellizos, dos Palermos, dos líneas de fondo granates y, ejemplares, sintomáticos: dos tiros libres sucesivos y abismalmente separados. El último del primer tiempo y el primero del segundo. Ambos para Boca. Y de ahí se puede partir para analizar lo tan partido.

Tiro libre uno: en el minuto 45 del primer tiempo, trabajosamente, con Palermo pelota al pie por derecha en un ataque de habilidad o de inusual control de pelota, lo bajaron y Boca tuvo, estado 0-1 abajo, el mejor tiro libre a favor del período. Se pararon frente a la pelota Gustavo, Cagna y Palermo, se preguntaron si alguno había visto a Riquelme y no hicieron nada... Amagaron, el Mellizo protestó para variar y terminó dándosela a Serna que le pegó con uno de sus tres tobillos. La tribuna de Lanús festejó burlona. Pitazo y fuera: se acabó el tiempo. O no: Marito Zanabria había pedido el cambio de Soto desde hacía rato y consiguió que entrara y debutara el paraguayo Caniza. Ahora sí: chau primero tiempo, grande Lanús, Boca con pronóstico reservado.

Tiro libre dos: a los treinta segundos del segundo, pelota a Guillermo con espacio por derecha, pone primera como no lo había hecho en el primero y lo bajan todavía lejos del área. Automáticamente la popular visitante empieza a gritar a lo loco ("...no podés perdeeer") en la nuca de Burela y todos pero todos menos Ibarra se van al área: un aluvión. Vino el centro, --el que se debían desde el primer período-- y fueron todos, gran cabezazo de Samuel, travesaño y Palermo que de atropellada la manda adentro. Empezó (Boca) y se acabó (Lanús) todo en una sola jugada. La jugada bisagra. Y Caniza no la había tocado aún; y dos minutos después con el 0-2 adentro --viéndolo de atrás a Palermo hacer la diagonal de izquierda a derecha-- tampoco.

Esos dos tiros libres, que en el partido están separados por dos minutos, tuvieron un cuarto de hora de vestuario intercalado: ¿qué les hizo Bianchi a los pataduras auriazules? No se sabe. Pero se puede adivinar --puteada más o menos-- lo que les dijo. Sea lo que fuere, causó efecto. Sin embargo, es seguro también que no esperaba que surtiera (efecto) porque ya había dispuesto los cambios: Barijho y La Paglia (por Basualdo y Gustavo, clavado) no entraron desde el vestuario por cuestiones de frío. Finalmente en una tarde en que todos lo padecieron, nadie se recaló de frío como ellos dos: desde los cinco minutos dejaron de precalentar y se dedicaron a mirar cómo sus compañeros no los necesitaban...

Tampoco se sabe qué les dijo Marito Zanabria a los suyos en el vestuario. Los debe haber felicitado: habían hecho todo bien, sobre todo hasta el gol, sobre todo Juan Fernández, sobre todo en el fondo. Claro que también habló con Caniza y le explicó que iban a marcar con línea de cuatro en el segundo. "Sí" dijo Caniza, hombre de suerte que entra en equipo ganador ante Boca. En fin: no por el paraguayo sino porque Boca fue otro y Lanús no lo reconoció: eran más para menos pero nadie era de nadie. Eso fue el partido: dos cosas distintas pero una más distinta que otra. Lanús pegó primero pero no pegó dos veces: nunca supo ni fue capaz de rematar. Boca pegó último y, aunque no hay refrán que diga cuántas veces pega el último, dice sí quién es el que ríe mejor.

 


BOCA 4 -LANUS 1

Se cambió la cabeza

En el primer tiempo, Lanús ahogó a un Boca desubicado sin Riquelme; con Cagna de enganche frustrado, Gustavo sin saber dónde ponerse y los de arriba aislados. El granate tuvo tres oportunidades y convirtió sólo una tras gran jugada. Juan Fernández fue el mejor, con Betancourt encendiéndose de a ratos. Pero el granate no lo liquidó.

Durante ese primer período, Serna y el fondo de Boca --un Samuel notable-- aguantaron todo lo que no retenían arriba, por eso Lanús no aumentó. En el arranque del segundo, Boca lo aplastó con dos goles seguidos y los de Zanabria se quebraron --Roldán aguantó como pudo-- ante un Boca agrandadísimo y con espacios.

El cambio posicional en Boca --Gustavo de enganche y Cagna de volante-- funcionó; el de Lanús --cuatro en el fondo-- fue fatal. Pero lo determinante fue el cambio de actitud y el peso de las individualidades: la fe de Palermo y el Mellizo desatado contagiaron a todos y dieron vuelta el partido y la historia.


Goles: En el primer tiempo, 28m J. Fernández Di Alessio (L). En el segundo, 45s, 3m y 23m Palermo (B); 34m Guillermo Barros Schelotto (B).Cambios: En el PT, 45m Caniza (4) por Soto (L). En el ST, 30m Traverso por Serna (B); 34m Silvio González por Vilallonga (L).
Arbitro: Gabriel Brazeras.Cancha: Lanús

 

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