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EXHUMAN NN MUERTOS EN ENFRENTAMIENTOS
Una tumba con nombre

Por orden judicial serán exhumadas seis fosas en el cementerio de Santa Fe en las que pueden estar los restos de Luis Vuistas, muerto en un enfrentamiento con el Ejército.

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Lucho Vuistas habla flanqueado por Cámpora y Solano Lima (arriba)


Vilma Gómez --Peggi-- en busca de su compañero, Lucho (izquierda)


Por Victoria Ginzberg
t.gif (862 bytes)  Luis Alberto Vuistas --Lucho-- y Vilma Gómez --Peggi-- se conocieron y enamoraron en enero de 1976 en Santa Fe. Ambos eran militantes peronistas. Nueve meses después, en un operativo comandado por el Ejército, él fue asesinado y ella herida y detenida. Peggi pasó por un centro de torturas y por las cárceles de Devoto y Ezeiza. Salió en libertad diez días antes de las elecciones de 1983. Hoy por la mañana se enfrentará crudamente con su historia. En el cementerio municipal de Santa Fe se exhumarán seis fosas en búsqueda del cuerpo de su compañero. El juez de la causa no es otro que Víctor Brusa. El mismo que visitaba los centros clandestinos y amenazaba a detenidos para que firmaran una declaración que les había sido arrancada en la tortura.

"Dios salve a los justos de caer en manos de la Justicia", repite Peggi una y otra vez cuando se hace mención a Brusa. La frase la memorizó cuando estaba presa en Devoto. "La Justicia argentina no se ha depurado nunca, Brusa es un exponente, pero hay muchos más como él", denuncia Peggi, hoy coordinadora general del Programa de Empleos Transitorios de la intendencia de Moreno. La semana pasada, después de escuchar el testimonio de seis sobrevivientes, el Consejo de la Magistratura citó a Brusa para que realice su descargo el 31 de agosto.

Sentada de piernas cruzadas sobre el pasto del parque municipal Los Robles y mate en mano, Peggi exhibe la foto de Lucho acompañado por la fórmula presidencial del `73, Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima. Era el cierre de la campaña que terminaría con Miguel Ragone como gobernador de Salta. Lucho fue detenido en 1974, después de que Ragone fuera destituido. Fue liberado en mayo de 1975, y, luego de un tiempo de exilio en México, volvió al país para seguir militando desde la clandestinidad. En Santa Fe conoció a Peggi. El tenía 26 años, ella 20.

"Yo soy correntina y él era salteño --narra Peggi chupando de una bombilla adornada con el escudo justicialista--. Me fui de mi provincia cuando se venía el golpe. Nos conocimos los dos recién llegados y al poco tiempo nos fuimos a vivir juntos. Nos sentíamos desarraigados. El era un nostálgico, vivía añorando su provincia y su pueblo: Embarcación". Para Peggi esta búsqueda tiene mucho que ver con un pedido explícito. "En esa época no hablábamos de la muerte decíamos 'si me pasa algo'. Y él me dijo, 'si me pasa algo vos tendrías que ocuparte de buscarme y de que yo descanse en mi provincia, en mi pueblo, con mi familia, en el lugar donde pertenezco'."

El 6 de septiembre de 1976, pasadas las diez de la noche, Peggi, Lucho y su amigo Miguel Angel Fonseca estaban terminando de cenar. Sintieron que golpeaban a la puerta y en seguida, tiros. Corrieron a la terraza. La mujer alcanzó a saltar al techo del vecino pero fue herida en el pie izquierdo. Desde la terraza siguió escuchando disparos pero no llegó a ver qué pasó con sus compañeros porque la encapucharon y la subieron a un auto. En el acta que levantó la policía al día siguiente figura como prófuga. Peggi estuvo 48 horas en un centro de torturas. Después la llevaron al hospital piloto de Santa Fe, donde la operaron. Allí, un enfermero le confirmó que Lucho había sido asesinado: "Nunca supe su nombre pero le estoy infinitamente agradecida porque avisó a mi familia que yo estaba ahí. Yo le di la descripción de Lucho, él entró a la morgue y me dijo que estaba muerto. Creo que lo echaron".

Un mes después, en los diarios de Salta se publicó que Luis Alberto Vuistas había sido abatido en Santa Fe, pero el cuerpo nunca fue entregado a su familia. "Salió como un comunicado de prensa y esa información únicamente podía provenir de las fuerzas de seguridad", detalla Peggi.

Hace un par de años la mujer decidió reiniciar la búsqueda activa del cuerpo de su compañero. Así, se conectó con el Equipo Argentino de Antropología Forense y con los miembros de los organismos de derechos humanos de Santa Fe. La investigación cobró impulso cuando el periodista de Rosario/12 Juan Carlos Tizziani recuperó, de un armario del juzgado de Brusa, la orden de inhumación de los cuerpos. La fiscal, entonces, pidió el desarchivo de la causa. Pero los expedientes llegaron con dos folios menos. "Brusa arrancó las hojas donde estaban las huellas digitales y las fotos de Lucho porque si no, no podía justificar que lo hubiese enterrado como NN", acusa Peggi. Con los documentos hallados y las declaraciones algunos sepultureros se pudo deducir el lugar donde, presuntamente, está enterrado Luis Alberto Vuistas.

La mujer, hoy de 43 años, siente que le está devolviendo a su compañero lo que le quitaron los militares: su identidad. "Más allá de mi dolor", dice llorando, "le debo el derecho a recuperar su historia". Sabe que cuando hoy a las nueve y media se empiece a hurgar en las fosas sin nombre del cementerio de Santa Fe se encontrará de cerca con la muerte. "Nunca se me ocurrió buscarlo en un cementerio porque nunca pude asociar su imagen a la de la muerte", asegura. Y como ratificando lo anterior, evoca: "Era un tipo muy especial. Un típico salteño que te retiraba la mesa, te daba la mano para bajar del micro, que bailaba zamba y tocaba la guitarra y que extrañaba y quería mucho su tierra. Por eso --concluye como si ya lo hubieran identificado-- lo vamos a llevar a Embarcación".

 

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