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ENRIQUE MARTINEZ, ESPECIALISTA EN POLITICAS PRODUCTIVAS Y DE EMPLEO
"Hay que aumentar los salarios para reactivar la economía"

"El aumento sería absorbido al poner en marcha la capacidad ociosa de las empresas", explica Enrique Martínez. Plantea que es necesario reformular la organización productiva del país para crecer sin desocupación ni injusticia distributiva.

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Por Luis Bruschtein
t.gif (862 bytes)  El ingeniero Enrique Martínez dirige el Centro de Servicios de la Universidad de Quilmes y es especialista en Empleo y Políticas Productivas. Afirma que el empleo es la medida del éxito o el fracaso de una sociedad y que la mejor señal de que se quiere cambiar la actual política sería otorgar un aumento general de salarios. "No es el salario sino la organización productiva del país la que no nos hace competitivos --agrega-- el problema es que los economistas predominantes de este país piensan más en cómo se paga lo que se debe que en cómo se produce mejor". Como militante del Frepaso, advierte que sus propuestas son a título personal, pero insiste en la necesidad de desprenderse del discurso económico predominante.

--Si el empleo mide la calidad de vida de una sociedad, ¿por qué los economistas no empiezan definiendo el pleno empleo como objetivo principal y no como subsidiario de otras variantes?

--Yo creo que porque se equivocan. Economistas de países como la Argentina piensan así pero uno de los Estados Unidos, o de Europa, pone en primer término el empleo. Aquí, el problema es que estamos tan acosados por ser un país deudor, que ha ido creciendo en importancia el tema de atender a los acreedores y de ver qué intereses pagamos y si alcanza la plata para los próximos tres meses.

--¿Y cuáles serían las alternativas de creación de empleo en esta situación?

na13fo01.jpg (6095 bytes)--Con una economía abierta como la que nosotros tenemos es inexorable que toda generación de empleo sea de razonable productividad. O sea que pueda competir externamente. Tenemos la suerte de contar con una cantidad de recursos naturales que estamos exportando sin elaborar. Por ahí podemos desarrollar una serie de actividades de transformación de recursos naturales. Y estamos importando una enorme cantidad de bienes industriales que hace muchísimo tiempo que no nos dedicamos a estudiar qué parte de esos bienes podríamos hacer en la Argentina. En este momento estamos importando 36 mil millones de dólares que equivalen al 40 por ciento de la producción industrial argentina.

--¿Eso no es una consecuencia inherente de la apertura de la economía?

--Sí, pero tendríamos que estar exportando bienes de una cantidad equivalente y nuestro contenido de mano de obra en lo que exportamos es muchísimo menor que el contenido de mano de obra de lo que importamos. Todo país de economía abierta que le va bien tiene un balance equilibrado de lo que se conoce como bienes inteligentes. O sea, exporta bienes que su valor por tonelada es equivalente a lo que importa. En cambio aquí, lo que vendemos vale cien dólares la tonelada y lo que compramos vale mil cien.

--¿Cuando se abrió la economía, no se previó este efecto de alto desempleo con Cavallo?

--Categóricamente se orientó la apertura solamente a frenar la inflación. Por eso el éxito siempre se mide por la baja de la inflación. Ese parámetro es casi como un síntoma. Es como no tener fiebre pero estar enfermo. El tema del desempleo se pudo haber previsto y se hubiera corregido la estructura de la Aduana o se hubiera condicionado a las empresas proveedoras de servicios privatizados a comprar bienes en Argentina, se hubiera evitado que se desarmara la cadena de producción automotriz o la de artículos para el hogar...

--Las propuestas de empleo ahora van aparejadas con propuestas de bajar la calidad del empleo. Las únicas propuestas son las de flexibilizar.

--Eso es suponer de una manera bastante perversa que la estructura económica argentina es perfecta y que el problema está en que los trabajadores son muy caros. La realidad es que la estructura económica argentina es muy primaria, la culpa de que nos vaya mal no la tienen los salarios de los trabajadores, sino la organización productiva que tenemos que modificar. Y para hacerlo hay que contar con los trabajadores y para contar con los trabajadores hay que aumentarles los salarios.

--¿Qué proporción tiene el salario en el costo interno?

--En ninguna empresa representa más del 13, 14 por ciento. Y eso en empresas como las de indumentaria o el calzado. En general no supera el 8 por ciento del costo de producción... En los países centrales es similar. En los mercados coexisten países que pagan un dólar la hora o veinte dólares la hora haciendo el mismo producto. La diferencia está en la organización productiva. La eficiencia surge al interior de la empresa, no meramente por el salario.

--¿Y por qué se hace tanto hincapié en el tema del salario?

--Porque ya no saben qué ajustar. Como no imaginan modificar la organización productiva, sino reducir los costos, dicen: 'los costos de los impuestos no se pueden modificar porque no cierra la caja, los costos de los servicios no se pueden modificar porque tenemos que andar bien con las empresas de servicios privatizados... entonces embromemos a la gente y bajemos los salarios'.

--¿La idea sería que aquí se copió un modelo de los países centrales sin tener la economía eficiente de esos países?

--Acá se supuso que el Estado era el inepto, que el núcleo de la ineficiencia estaba en el Estado,na13fo03.jpg (8467 bytes) se lo achicó violentamente sin mejorar su eficiencia y se supuso que el resto era un problema de ajustarse a través de comprar alguna maquinaria y sacar alguna gente. Eso nos iba a hacer competitivos, pero en realidad, seguimos exportando la misma composición de materias primas que exportábamos antes del ajuste, la misma que hace 20 años. La proporción de maquinaria que exportamos hoy es mucho menor que la que exportábamos en el '70.

--¿La relación entre empresarios y trabajadores ha pasado por varias etapas en Argentina y este período pareciera ser uno de los peores en ese sentido?

--Eso está ligado al autoritarismo instalado en la cultura argentina, es el reflejo del autoritarismo. No se puede imaginar una industria moderna por generación espontánea en un país que ha tenido el genocidio que tuvo la Argentina. Yo creo que están muy vinculadas. La desaparición del autoritarismo al interior de la empresa en el mundo central fue forzado en parte por la necesidad de competir, pero allí la cultura democrática estaba más instalada. Aquí, a nivel de los títulos, los empresarios saben qué tienen que hacer, pero a nivel de la cultura hay una inercia muy fuerte de autoritarismo que no se supera.

--¿Dónde se da la mayor incidencia de falta de empleo?

--Todo el país tiene problemas muy serios. El problema de los municipios más chicos es que a diferencia de los grandes tiene desocupación y no tiene ni siquiera una industria dominante. Las grandes pueden tener una industria en decadencia, pero tienen algo que referenciar para encarar, para modificar, mejorar. En el país van quedando grandes espacios vacíos donde la gente vive del Estado o de la migración interna. Ahí hay que poner una muy fuerte asistencia técnica a los municipios para desarrollar perfiles productivos apuntalados con un esquema del gobierno nacional que se ocupe de darle valor agregado a los productos que hoy se exportan como materia prima, así como eliminar con algunos programas de producción parte de las importaciones. Estamos importando casi tres mil millones de dólares de vehículos terminados. ¿Por qué a nadie se le ocurre eliminar el déficit de la balanza comercial cerrando eso? Porque los que importan son los mismos que fabrican acá. Entonces hay intereses encontrados que hay que discutir en beneficio del conjunto. Lo mismo vale para otros temas. Nosotros importamos más de dos mil millones de dólares de computadoras, e insumos para la computación por año. Si esa cifra se hubiera invertido hace 20 años, tendríamos ya un programa nacional para incentivar empresas extranjeras que vengan a producir impresoras, cartuchos de tinta, etc.

--Un cambio de política económica no exigiría también un cambio cultural del sector empresario?

--Por eso nosotros creemos que para llevar adelante cualquier programa de desarrollo del empleo se necesita una alianza social de base amplia que involucre a productores agropecuarios, productores industriales, sobre todo a los pequeños, a los sindicatos más grandes. Nosotros hemos señalado muchas veces a los pequeños empresarios que cuando alguno de ellos reclama la flexibilización salarial para salir del paso, no sólo le hace daño a sus trabajadores, sino que atentan contra la posibilidad cultural de vincularse, porque obviamente esa alianza no se va a construir sobre la suposición de que los obreros tienen que pagar los platos rotos...

--En los últimos 20 años las organizaciones sindicales han ido perdiendo peso hasta la actualidad.

--Ha caído la sindicalización y la producción industrial, pero además ha sido muy duro el ataque al salario real y cuando hay muy alta desocupación es muy difícil que los sindicatos jueguen un rol protagónico. Por eso yo sostengo, y es una posición en este caso individual, que una señal muy fuerte para salir de la recesión y que sería técnica y políticamente correcta, sería promover un aumento general de salarios en este momento, porque eso daría el sentido de la alianza que se quiere construir.

--Cuando se habla de aumento salarial a la gente le surge el fantasma de la inflación...

--En la Universidad de Quilmes hemos hecho encuestas con más de 700 empresas. Casi todas están trabajando con cerca del 50 por ciento de la capacidad ociosa. El costo del aumento sería absorbido por la puesta en funcionamiento de esa capacidad ociosa. Y en contrapartida se tendría como resultado la reactivación de la economía.

--La otra pregunta a esa propuesta sería con qué herramientas se llevaría a cabo, con un Estado débil, sindicatos débiles y empresarios que culturalmente están en otra dimensión...

--Yo creo que las herramientas son políticas. La política tiene mayor responsabilidad porque antes administrativamente el Estado podía hacer, ahora sólo puede proponer políticas. Por ejemplo, nosotros pensamos que la producción agropecuaria sólo puede recuperar su rentabilidad si se rediseña todo un modelo de la producción primaria en el país.

--¿Cuáles serían los lineamientos para ese rediseño de la producción agropecuaria?

na13fo03.jpg (8467 bytes)--Por ejemplo, cualquier productor de maíz trabaja en el límite de perder. Eso sucede porque el grueso del maíz argentino se exporta y el productor tiene que absorber el costo del flete para llevarlo al puerto, que se queda con el 30 por ciento del ingreso. Si en lugar de llevarlo al puerto, el productor lo deja en un molino de alimento balanceado a 50 kilómetros de su pueblo, en el cual se produce alimento para cerdo y pollo, recibiría un precio casi 30 por ciento superior y no habría un solo productor que trabajara a pérdida. Es el eslabón que está faltando. Desde el Estado se debe promover ese tipo de industrialización. Se necesita una movilización de estímulos financieros y fiscales muy importante. Hay que darle crédito barato a los chacareros, que en Argentina para Pymes no existe. En Estados Unidos hay un organismo del Estado que apoya a las Pymes con crédito, asistencia técnica, reserva de mercado en las compras públicas, que también está vigente en toda Europa, pero aquí no existe.

--Los técnicos y economistas más famosos nunca hablan de estos aspectos de las economías de los países centrales.

--Acá se tomó el modelo financiero, pero los economistas argentinos predominantes conocen muy poco de la producción y de la economía real. Buena parte de ellos entra a una fábrica y se sorprende porque no conoce lo que es la producción, no conocen esta lógica de un chacarero que pierde su rentabilidad porque tiene que traer el producto al puerto, no conocen la inexistencia del crédito para las Pymes. Hay una cantidad de elementos que dan por descontados y entonces construyen un modelo que termina siendo abstracto.

--Pero ese discurso financiero, macroeconómico, es el que se ha impuesto como el más creíble, aunque para el 90 por ciento de la población sus consecuencias no han sido positivas...

--Porque el sistema financiero es el gran triunfador de la política económica de los últimos diez años. Nosotros en realidad estamos casi controlados por los valores del mundo financiero internacional para el cual la Argentina es un deudor. Para ellos el problema es si la Argentina va a pagar o no. El que explica cómo se va a pagar es el exitoso.

--Con relación al desempleo, un sector empresario y otro sindical ofrecen como solución la capacitación...

--Este es un tema muy importante, el gobierno ha hecho suyo este discurso. De esta forma se sostiene que la desocupación es un problema de los desocupados porque no tienen la suficiente capacitación.

--Los economistas atan el crecimiento del empleo al crecimiento del PBI. Pero durante estos diez años, el PBI creció muchos puntos por año y el desempleo aumentó a niveles críticos... parece un chiste.

--Esas cifras están dibujadas. Hay dos cuestiones para tener en cuenta. Hay industrias quena13fo01.jpg (6095 bytes) demandan muy poca mano de obra, como la petrolera, la aceitera o la producción agropecuaria. El petróleo demanda dos personas por cada millón de pesos de producción y en el caso de los aceites 2,5 por cada millón de producción y también hay industrias tecnificadas, serias, que demandan muchísimo más personal: el calzado demanda 28 personas por cada millón de pesos y la indumentaria 31 personas por cada millón de pesos, de manera que no es un pecado apoyar la industria de alta densidad de mano de obra. Además, está el tema de los servicios. Si reconstruimos el sistema hospitalario como corresponde, creando el sistema parahospitalario de atención descentralizada, podemos generar decenas de miles de puestos de trabajo, y con poco aumento del producto bruto.

--¿En cuánto tiempo se percibiría un cambio en las cifras de desempleo a partir de un cambio en el sentido de estas propuestas?

--Esto lleva por lo menos un gobierno. Por eso hay que dar una serie de señales de que se quiere crecer en la exportación agregando valor, que se quiere sustituir importaciones y adicionalmente de que se está dispuesto a proteger a todos los desocupados. Esto es absolutamente imprescindible y significa trabajo, pero no de la calidad de los que provee el Programa Trabajar, sino del que tenga sentido productivo. Argentina es el país número 15 en producto bruto. Si uno analiza los 14 que están antes y los 15 que le siguen, todos están presentes en el comercio de indumentaria a la Comunidad Europea y a los Estados Unidos. El único país ausente es Argentina. Porque todos saben que la indumentaria requiere alta densidad de mano de obra y la cuidan. El Estado de California promovió en los últimos cinco años esa industria en Los Angeles y donde no tenía prácticamente nada, hoy tiene 250 mil personas haciendo ropa. Yo creo que se tardaría un tiempo en estar mejor, pero rápidamente todo el mundo sentiría que puede estar mejor.

--Da la impresión que decir que el trabajo tenga que ser un objetivo central de un ministerio de Economía, fuera subversivo en este contexto. En el discurso dominante de los últimos diez años, el trabajo aparece como algo subsidiario de otras variantes...

--Depende del contexto en que se dice. Al salir de la hiperinflación, el producto bruto aumentó y muchos se dieron el lujo de no darse cuenta de que el sector más poderoso de la economía se quedaba con todo el aumento y aún le sacaba parte a los que tenían menos. Ahora eso está claro. Una distribución del ingreso que concentra la ganancia, y crea tanta desocupación es intolerable. Puede parecer subversivo aquí pero Europa tiene un consejo de políticas de empleo al que están subordinados todos los países de la CE. Todo el mundo está preocupado por el empleo. El caso más exitoso es el de Irlanda, que en los últimos años llevó la desocupación del 18 por ciento al 9 por ciento a consecuencia de crear sociedades regionales en las que participan los sindicatos, los empresarios y el gobierno. Y tienen cerca de 20 grupos donde se generan compromisos que son respetados por los tres sectores.

 

¿POR QUÉ ENRIQUE MARTÍNEZ?

Por L.B.
t.gif (862 bytes) Uno sale a la calle y así nomás, sin necesidad de hacer ningún ejercicio de especialista económico con diploma de honor en la Universidad de Chicago o medalla de oro en Harvard, puede llegar a dos conclusiones: en la calle no hay un peso y falta trabajo. Lo dice desde el taxista hasta el dentista. Tienen razón y además es lo que le preocupa a la gente.

Pero cuando se reúnen cuatro o cinco diplomas de honor, medallas de oro, y ese gesto de superioridad que en el interior le achacan siempre a los porteños, resulta que todos estamos equivocados, que somos un poco tontos y no alcanzamos a na12fo02.jpg (11939 bytes)entender que la economía tiene patas y existencia propia.

En nuestra estupidez, siempre pensamos que la economía era una herramienta para mejorar la vida de las personas y no un bicho hambriento al que es necesario mimar y alimentar con nuestro sacrificio. Durante diez años esos muchachos de medalla de oro y diplomas de honor fueron tan inteligentes que nos convencieron de que había que sacrificarse para alimentar a la bestia. Pasaron diez años y estamos igual que al principio.

O sea, durante diez años el producto bruto creció a tasas muy altas. El país se enriqueció pero la gente no tiene plata ni trabajo, lo cual significa que hubo una tremenda estafa. Probablemente la más grande que recuerde este país, promovida por esos chicos tan inteligentes. Ahora dicen otra vez que para que baje el desempleo, el país tiene que crecer a tasas muy altas. Otra vez la misma estafa.

Pareciera, por lo menos, que es necesario cambiar el discurso económico predominante en estos años. Cambiar las prioridades y los índices que se eligen para medir el éxito de estas políticas. Elegir los índices que le interesan a la gente, como el índice de empleo, la calidad de vida o los niveles salariales y subordinar el "crecimiento" a obtener resultados en esos parámetros. Si no, no sirve.

Enrique Martínez es un economista que plantea un discurso distinto donde el empleo está en el centro de la cuestión y se diferencia del ejército de economistas de la famosa "copa que se llena para desbordar". A esta altura, seguir con el discurso de estos diez años es una falta de respeto a la inteligencia de la gente.

 

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