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Desde su despacho, en el Juzgado Federal de Dolores, el juez federal Hernán Bernasconi seguirá desde hoy las alternativas del juicio contra sus ex colaboradores, acusados de integrar una banda que plantaba droga e inventaba causas judiciales contra personajes famosos, como Guillermo Coppola o Alberto Tarantini. Bernasconi es el gran ausente en este juicio: debía estar en el banquillo de los acusados, pues el fiscal lo considera como el jefe de esa asociación ilícita. Sólo la protección que le brindan los senadores del PJ le permite seguir gozando de los fueros y ser apenas un cómodo espectador. Su ex secretario Roberto Schlagel y los policías Antonio Gerace, Daniel Diamante y Carlos Gómez --los cuatro con prisión preventiva-- están acusados de asociación ilícita y privación ilegal de la libertad, ente otros delitos, y pueden afrontar penas de entre 4 y 25 años de cárcel. El juicio oral y público comenzará hoy a las 8.30 en los tribunales de Comodoro Py, los mismos donde se ventiló meses atrás la primera versión del caso Coppola. No habrá televisación, aunque afuera las cámaras de TV apuntarán de lleno a las actrices de reparto de esta historia: Samantha Farjat, Julieta La Valle y Natalia Alves Da Silva, otrora primeras actrices del folletín devenidas en imputadas. Además, será juzgado el ex jefe policial que allanó el departamento de Coppola y halló un jarrón con casi medio kilo de cocaína, el ex comisario Emilio Azzaro. Guillermo Coppola volverá al centro de la escena, pero esta vez como testigo, lo mismo que Tarantini. Ambos actúan además en la causa como querellantes. La persecución de ricos y famosos comenzó en marzo de 1996. Presionadas por los policías de elite de Bernasconi, Farjat y La Valle le plantaron droga a Tarantini e incriminaron a Coppola en un presunto tráfico de cocaína. De ese testimonio bajo identidad reservada se valió el juez para poner entre rejas al representante de Diego Maradona. Sin embargo, las chicas se presentaron en la madrugada del 28 de octubre de ese año en el despacho del juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, y denunciaron que los tres policías las habían obligado a declarar contra "Guillote". Esa declaración dio un vuelco en la causa: Coppola salió en libertad --terminó absuelto en junio de este año--, mientras que Schlagel y compañía fueron a parar a la cárcel. La causa quedó en manos del juez porteño Gabriel Cavallo, quien pidió el juicio político de Bernasconi. La Cámara de Diputados encontró al juez de Dolores responsable de "mal desempeño en sus funciones". Pero el Senado se resiste a votar su destitución. El Tribunal Oral está integrado por los jueces Guillermo Gordo, Luis Di Renzi y Guillermo Madueño. El fiscal será Ernesto Rizzi. El juicio comenzará con la lectura de la acusación y proseguirá con la declaración de los imputados. Para los días siguientes fueron convocados unos sesenta testigos, que declararán hasta el 7 de setiembre. Entre los más destacados se encuentran, además de Coppola y Tarantini, el abogado Mariano Cúneo Libarona, Natalia De Negri, Lourdes Di Natale, Carlos Ferro Viera, los policías Juan Carlos Salvá, Mario Eduardo Naldi y algunos periodistas que cubrieron el caso. "Esta asociación ilícita tuvo un jefe y un organizador indiscutidos. La jefatura estuvo en manos del juez Bernasconi, mientras que la organización estuvo a cargo del doctor Schlagel", escribió el fiscal de instrucción, Eduardo Taiano, en su requerimiento. Y precisó: "La función de Schlagel no estuvo relacionada con la parte operativa propiamente dicha, la cual fue ejecutada por los policías adscriptos, sino que fue el que debió coordinar e ingresar a la supuesta organización todas las irregularidades e ilícitos que se iban perpetrando con miras a su objetivo", que era el de encarcelar a figuras famosas. El fiscal acusará a Schlagel y a los tres policías de haber obligado a Tarantini, Farjat y La Valle a incriminar a Coppola. También, de haber facilitado la droga a las dos mujeres para plantársela a Tarantini en el departamento de Natalia De Negri. La punta del ovillo que permitió conocer con lujo de detalles el modus operandi del grupo fue una evidencia creada por el propio grupo, en una demostración cabal del grado de impunidad con que se movían. Se trata del teléfono celular de Héctor "Yayo" Cozza, uno de los imputados del caso Coppola. Los policías se lo robaron cuando lo detuvieron, en octubre del '96 y luego lo siguieron usando. Pero el aparato seguía intervenido, por orden del propio Bernasconi, por lo que todas las comunicaciones que el juez y su secretario mantuvieron con los policías quedaron registradas y le sirvieron al fiscal para enhebrar su acusación.
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