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Por Fabián Lebenglik ![]() Tanto Valori Plastici como Corrente (da vita giovanile) son las dos revistas (dos modos de ver el mundo), en que se discutía sobre arte, estética, cultura y política desde perspectivas divergentes y que funcionan como apertura y cierre del período artístico que se exhibe en el Museo. Mientras Valori..., fundada por el teórico y pintor Mario Broglio en Roma en 1918, defiende la vuelta al orden neoclásico y el rescate del preRenacimiento y el Renacimiento, acompañado por una exaltación del fascismo, Corrente... surge como órgano artístico del antifascismo .surgió en 1938 y fue clausurada por Mussolini en 1940, en defensa del espíritu de vanguardia. Los artistas que integran la selección son Giorgio de Chirico, Giacomo Balla, Gino Severini, Cipriano Oppo, Mario Sironi, Felice Casorati, Filippo De Pisis, Carlo Carrá, Giorgio Morandi, Enrico Prampolini, Carlo Levi, Renato Guttuso y Marino Marini, entre otros. El doble eje arte/política es central para comprender el recorrido de la exposición. Así como buena parte de las luchas por imponer una mirada y una estética finalmente pasa por la relación entre los artistas y el Estado. ![]() Por afirmación o por negación, el Novecentismo resulta ser el centro de la polémica artística en el período que comprende la exposición. En 1923 surge el Grupo Novecento en Milán. Uno de los que participaron de ese lanzamiento, como conferencista, fue el propio Mussolini quien todavía no era el que sería quince años después, como aliado del Tercer Reich. La intención del grupo era trabajar por un arte italiano puro, inspirado en las fuentes más puras, decidido a prescindir de todos los ismos e influencias importados, que tan seguido han falsificado los rasgos esenciales de nuestra raza. La emblemática Sarfatti escribía que la palabra Novecento resonará en el mundo entero como gloriosamente italiana, otra vez como en el Quattrocento. Junto con Sironi, y otras figuras menores aunque fundadoras, se unieron al grupo grandes artistas como Carrá y Campigli. En el arte italiano en particular, con una de las tradiciones más ricas del arte occidental -.y con la unificación geopolítica más tardía de todos los estados europeos, imponer una ideología estética única fue imposible. Si bien el grupo Novecento se convirtió en un formalismo clasicista vacío, propagandístico y refractario, en todas laspretendidas tendencias cerradas de la época los artistas iban y venían de una a otra y se movían con bastante libertad creativa. El segundo Futurismo .-que entabló lucha estética contra el Novecentismo desde fines de la década del veinte tampoco en la práctica resultó monolítico. Varios de los jugadores pasaban de uno a otro bando. Había muy buenos artistas y también muy mediocres entre aquellos que resultaban funcionales al régimen por acción u omisión, y los había buenos y mediocres también en las filas de los antifascistas. La pintura y escultura italianas de la era fascista son mucho más ricas y diversificadas que, por ejemplo, las de la era stalinista. La riqueza y variedad estilística del período -.que se aprecia en la selección y la curaduría, a cargo de Mariastella Margozzi, dio lugar a los metafísicos, los realistas, los abstractos, los geométricos, los aburridos y los académicos... aunque es obvio que priman la matriz realista y el regreso al orden. Junto con la discusión sobre la relación incestuosa entre arte y Estado, otro de los núcleos ideológicos y culturales de la exposición es que durante el período que va del veinte al cuarenta, la estética no busca tanto asociarse con la ética sino con los rigores de una moral nacional, como resultado de un orden social, político y, por supuesto, compositivo y simbólico en relación con un arte nacional. La gran vidriera de aquella moral y aquella estética que se proponía desde el Estado -.así como la gran vidriera de su caída y execración, varios años después fue la Bienal de Venecia que cada dos años iba dando cuenta de la apoteosis y el resquebrejamiento de la imagen oficial. La organización misma de la exposición es institucional y refleja también las relaciones entre arte y Estado, entre arte y burocracia. Pero incluso siendo una muestra de valija diplomática, por su variedad y extensión resulta interesante porque el debate se hace evidente en las obras: entre las reglamentaciones oficiales y las prácticas particulares, el arte se coló por donde quiso. (En el Museo de Bellas Artes, Libertador 1473, hasta fin de mes.)
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