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Crónica de una noche con champán
bajo el llamado del establishment

La Noche de Conciencia sirvió para que los organizadores formulen el deseo de “una transición sin sobresaltos” sobre un escenario de brillos y champaña, sin devaluaciones y con mayor flexibilización laboral. Menem dijo que el país cambió y fue igualado con Duhalde, Cavallo y De la Rúa.

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Carlos Saúl Menem subió solo al escenario, pero después compartió el cartel.
Se estrecharon las manos y brindaron juntos: Duhalde, De la Rúa, Cavallo y el Presidente.

Por Nora Veiras

t.gif (862 bytes) Nadie se amilanó por el viento y la llovizna. El llamado del establishment no es para despreciar. El presidente Carlos Menem y los tres candidatos con más chances a sucederlo ( Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Domingo Cavallo) se mezclaron en la Noche Ciudadana de Conciencia. El gran salón del Abasto se llenó de políticos, empresarios y periodistas dispuestos a recibir el mandato “para una transición sin sobresaltos”. No al cambio estructural, no a la devaluación, sí a “más” flexibilización laboral, sí a la familia, fue el mensaje que surgió de laconsulta a los invitados/as. Ellos de traje y ellas con brocatos, lentejuelas, gasas y terciopelos obviaron las diferencias y se fundieron en convenientes abrazos y besos de ocasión.
La presidenta de la Asociación Conciencia, Silvia Uranga, abrió la rueda de discursos. “Hemos transformado la estructura del país. Nos queda el desafío de la equidad y la calidad”, dijo después de disculparse por el trastorno de las escaleras mecánicas que habían tenido que sortear las damas y caballeros. El titular de IRSA, Eduardo Elsztain, quien actuaba como anfitrión, sonreía departiendo en la mesa con Menem, Zulemita –envuelta en un traje de sirena en terciopelo bordó– y el asesor presidencial Jorge Pereyra de Olazábal. El locutor Ari Paluch organizó la sucesión de exposiciones de los candidatos en orden inverso a la intención de voto que muestran las encuestas: Cavallo, Duhalde y De la Rúa utilizaron sus cinco minutos en inocuas palabras de ocasión.
–Ahora llega el candidato más querido: el primer plato –dijo Paluch lo suficientemente rápido para evitar el amague de Menem rumbo al escenario.
“¿No va a hablar Carlitos?” “¿No va a hablar el Presidente?”. El temor empezó a recorrer las mesas y se disipó después de la exquisita ensalada moldeada de pavo, palta y peras con vinagreta de peras. El encuestador Eduardo D’Alessio subió al escenario y en las pantallas gigantes aparecieron las preguntas que debería responder la “selecta” concurrencia.
ron2.gif (93 bytes)  El 44,6 por ciento consideró que la falta de empleo es el principal problema social, seguido por la violencia (28,9).
ron2.gif (93 bytes)  El 51,5 por ciento eligió la ética como el principal valor social y en segundo término el respeto al ciudadano (17,8).
ron2.gif (93 bytes)  El 55,1 por ciento se inclinó por la flexibilización laboral como la primera medida a tomar para solucionar la falta de empleo. “Esta es la opinión de un sector”, se sintió obligado a justificar Paluch. La misma pregunta realizada a la sociedad porteña se dividió en tercios: más capacitación (29 por ciento), más flexibilización (27) y apoyo a pequeños emprendimientos (26 por ciento).
ron2.gif (93 bytes)  El 34,4 por ciento consideró que para bajar la violencia es necesario hacer cumplir las leyes vigentes y un 30 por ciento optó por normas más rígidas.
ron2.gif (93 bytes)  El 65,9 por ciento confesó estar orgulloso de la familia y el 21,9 por ciento de sus principios éticos. “Claro, están todos con sus mujeres”, interpretó un solitario comensal que se desvivía por la atención de las chicas, rubias, flacas y altas que con soleros de terciopelo negro y guantes de satén blanco servían vino y champaña a discreción. “En la Argentina, la familia es la célula vital de la sociedad”, sintetizó D’Alessio y un aplauso inundó el salón.
ron2.gif (93 bytes)  El 50 por ciento señaló que salir de la convertibilidad puede provocar una devaluación incontrolable y para un 30 por ciento desencadenaría la desconfianza de los mercados externos. El sondeo extramuros dio porcentajes semejantes. “Esto muestra la concurrencia de opiniones entre los dirigentes y la población”, concluyó el consultor satisfecho.
Mientras la periodista Nancy Pazos leía las respuestas de los candidatos sobre libros, valores y personas admiradas, el aspirante a la vicegobernación bonaerense, Felipe Solá, pensaba en voz alta: “Si me preguntaran a mí, yo diría Bob Dylan, el Che, Perón...”
–¿“Palito” no te marcó? –lo azuzó risueño el senador bonaerense Luis Genoud, mirando de soslayo a Ortega, quien lucía un cabello más renegrido que de costumbre, cerca de su esposa Evangelina Salazar, siempre con su beatífica sonrisa.
–Me agarró crecido –zafó risueño Solá y siguió recorriendo mesas cual novio en su noche de bodas. Su compañero de fórmula, Carlos Ruckauf, fue uno de los pocos ausentes del oficialismo junto con el ministro de Economía, Roque Fernández. El gabinete estaba casi en pleno y los señores se regodeaban mirando a la esposa de Mauricio Macri, Isabel Menditeguy, y a su concuñada, la hiperproducida Mary France. También faltó la candidata de la Alianza, Graciela Fernández Meijide.
Menem tomó el micrófono y camarógrafos y cronistas se agolparon. “Esta es una Argentina diferente a la de diez años atrás”, empezó y un tibio aplauso sonó. Prometió entregar la banda presidencial el 10 de diciembre y halagó a los organizadores: “Mientras siga una organización no gubernamental como ésta, tengo la conciencia tranquila porque Argentina será un gran país”. La señora Uranga lo sorprendió al invitar a los candidatos al escenario. Entrenados en la “diplomacia” de la política, Menem se dio la mano con Cavallo, brindó con Duhalde y se palmeó con De la Rúa. Paluch aprovechó para subastar el botellón de champaña Chandon y así abastecer las arcas de Conciencia para sus obras de “educación cívica”. Un representante de Aeropuertos 2000 obló 13 mil dólares por el botellón firmado por el Presidente y los aspirantes a sucederlo.
–Presidente ¿no oferta? –lo incitó Andy Kustnesoff de CQC y Menem sonrió mientras negaba con la cabeza.
–Claro, está Ferreira –concluyó, irónico, el cronista mientras el titular de la Oficina de Etica se paseaba orondo por las mesas. Se sabe que lo suyo no es hurgar en el origen de la fortuna de los amigos.

 

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