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VOLVIO EL ESCANDALO: A JULIETA LA VALLE LA EXPULSARON DEL TRIBUNAL
La sombra de los testigos pagados

“Enano de mierda”, dijo Julieta antes de que la echaran. El ex secretario de Bernasconi afirmó que las chicas se prostituían y que tiene testigos de que Coppola les pagó para desmentirse.

Samantha Farjat acompañada por un guardaespaldas contratado para la ocasión.
“Yo sabía que esta persona ejercía la prostitución”, dijo Schlagel en referencia a ella.

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Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) “¡Cállese la boca!”, tronó la voz del presidente del Tribunal por sobre la de la chica, y la expulsó del recinto. Faltó, casi, que la tratase de imberbe. Pero el escenario no era político ni social, ni la masa juvenil estaba rompiendo con el líder. Era simplemente, otra vez, esa tensión tan vendedora y divertida que producen los entredichos de los personajes del actualísimo caso Coppola. Y era, el insulto de Julieta La Valle al ex secretario del juzgado federal de Dolores, Roberto Schlagel, que fue reprimido de tal modo por el juez, una señal clara del fondo conflictivo que tuvo la jornada de ayer. Schlagel no sólo recordó cada vez que pudo que la joven y su amiga Saman-tha trabajaban como prostitutas e informantes de la policía. Dijo que tiene pruebas de que a las muchachas les pagó Guillermo Coppola para que declararan ante el juez Roberto Marquevich que habían sido presionadas para plantar droga a Alberto Tarantini y vincular al manager de Diego Maradona con el narcotráfico. Y continuó con un sutil despegue de lo actuado por su ex jefe Bernasconi.
Frescas las chicas, otra vez de negro, y dormido sobre su propio regazo el comisario Emilio Azzaro, el ex secretario Schlagel recomenzó con su declaración como acusado, cuando casi eran las diez de la mañana. Y a medida que fue contestando a las preguntas de la fiscalía, de los abogados de los querellantes –Tarantini y Coppola– y de los defensores de los restantes seis acusados, Schlagel fue dejando más claro que si bien con la diestra defiende a su ex jefe Hernán Bernasconi, con la siniestra se separa cada vez que puede del accionar del magistrado. Ayer dijo que “si hubiera advertido en Bernasconi un delito lo hubiera denunciado”. Pero luego no paró de señalar las medidas y los procedimientos con los que dice no haber acordado en los álgidos días del caso. Por ejemplo, aquella reunión entre el juez y Samantha, en la casa del magistrado en Dolores.
La reunión
Ese encuentro fue a la mañana del sábado 5 de octubre del ‘96. Y, según la acusación fiscal, fue entonces cuando el juez Bernasconi convenció a la chica de “plantar” droga a Tarantini para obtener a cambio la libertad de su novio, Yayo, cosa que ocurrió al día siguiente. Ese, justamente, es el meollo de la causa tratada en el juicio oral, en la que Schlagel es el principal acusado como “organizador” de una asociación ilícita destinada a fabricar la causa contra el ex jugador de fútbol. En la banda los fiscales anotan a Bernasconi como jefe total, a Schlagel como el organizador, a los policías Daniel Diamante, Antonio Gerace, Carlos Gómez y Emilio Azzaro, como los ejecutivos, y Julieta La Valle y Samantha como partícipes necesarias y quienes finalmente plantaron la cocaína. Ayer Schlagel fue terminante: “No tendría que haberla recibido”.
¿Por qué? “Ya figuraba en las actuaciones relacionadas con alguien que vendía drogas”, por Yayo. Más tarde pasó a la moralidad argumentativa: “Yo estoy casado y sabía que esta persona ejercía la prostitución”, dijo como motivo para haber rehuido a tal encuentro. La dama y su amiga Julieta acumularon encono con observaciones de ese tipo. Ya al mediodía escribían vituperios en papelitos y les pedían al oído a sus abogados que protestaran por las afirmaciones de Schlagel sobre sus empleos en aquella época. Hasta que, promediando la siesta, apenas Schlagel dijo que era sabido que Julieta cobraba por sexo, ella se paró y escupió: “¡Enano de mierda!”. La sala quedó de una pieza. El juez Guillermo Gordo la frenó. “¡Cállese la boca!”. La chica intentó argumentar, pero al desacato lo frenó otro grito. “Enano hijo de puta”, insistió bajo ella, siempre refiriéndose a Schlagel. Entonces el juez pidió que la sacaran del salón. Ella giró sobre sus botitas negras, elevó el mentón, y salió diciendo: “Todo por ese medio metro”.
La testigo
Para entonces la bomba de Schlagel para desbaratar la acusación fiscal ya había sido tirada. El pequeño ex secretario dijo que la ex mucama de Cozza, Laura Aranda, declarará en el juicio que vio cuando Coppola y Diego Maradona le pagaron a Samantha para acusar a Bernasconi, Schlagel y los policías de obligarla a mentir y plantar droga. Según esa versión ya hubo un pago de dinero para Samantha y falta uno más, que se hará efectivo al terminar este juicio. Aranda, quien declarará oralmente el 3 de septiembre, habría intentado hacerlo ante el juez Gabriel Cavallo, y lo hizo finalmente ante el juez Jorge Urso. Ayer fuentes de la fiscalía consultadas por Página/12 desestimaron esa prueba. Coppola dijo que es cierto que estuvo una vez en la casa de Cozza, “en un asado en el patio, pero ni me acuerdo si estuvo esta chica –por Samantha–, pero lo del pago es una locura. No necesité pagar para que se sepa la verdad”.
Hubo, además del desplante de Julieta y la noticia de la nueva testigo clave de Schlagel, una mención reiteradísima: los periodistas y su estrecha relación con los policías adscriptos al juzgado de Dolores. Casi no hay parte de la investigación de Bernasconi donde no aparezca alguno. De hecho muchos de los testigos del juicio serán periodistas de diferentes medios que cubrieron el escándalo. Ayer el juez Luis Di Renzi, en su interrogatorio a Schlagel, le cuestionó por la cantidad de llamados de periodistas al celular de Yayo Cozza, que usó durante 20 días el oficial Diamante.
Luego Schlagel continuó despegándose de su ex jefe y amigo. “Yo no estuve de acuerdo con ese procedimiento”, largó sobre el allanamiento a Tarantini, realizado al día siguiente de la famosa reunión de Samantha y el juez. Y aclaró que tampoco con demorar a Natalia Coppola, la hija del manager, en el aeropuerto de Ezeiza, días antes de que Cozza, Tarantini y su padre cayeran en las redes dolorenses. La de Natalia fue una detención frustrada. Las escuchas decían que iba a llegar de Miami “con un cargamento de ilusiones”, lo que fue leído como una valija llena de éxtasis. “Es que es una persona muy impulsiva, muy ejecutiva al advertir algo con el tema drogas”, lo justificó su ex secretario, en honor al viejo dicho: “Con amigos así...”. Mientras tanto, en el baño del primer piso de Tribunales, alguien se había vengado de Schlagel. Con rouge, escrito con furia, se leía: “Medio metro resentido. No creció por su maldad. Chuki, al lado de él, un poroto”.

 

De buchones y engaños

Las traiciones, la delación, el engaño se ven a cada foja de éste, el caso Coppola II. Ayer el ex secretario del juzgado Federal, Roberto Schlagel, hizo hincapié en una supuesta calidad de “buchón” del hombre que lo querella, Alberto “Conejo” Tarantini. Según Schlagel, Tarantini no sólo ofició de delator después de haber sido detenido en el verano del ‘96 por la policía con pastillas de éxtasis. Sino que desde hacía tiempo “era informante de la Policía Federal”, como lo fue después del oficial Daniel Diamante, hombre de narcotráfico de la Bonaerense. “Es una conducta de adictos para lograr protección a cambio”, dio cátedra el ex secretario. Y luego hizo una digresión sexista sobre el tema. Al referirse a Natalia Alves Da Silva, una brasilera que dijo haber sido amante de Guillermo Coppola, y en el ‘96 declaró en su contra, Schlagel explicó: “El delincuente siempre pierde por culpa de una mujer descorazonada”.


 

LO CONVOCA EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA, PERO NO IRA
Otra citación para Bernasconi

Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) Mientras en Comodoro Py se tramita el caso Coppola II, Hernán Bernasconi recibió una nueva citación por otro juicio político diferente al que se debate en el Senado. Esta vez por la causa conocida como Escobar Mercado, un boliviano especialista en laboratorios de cocaína y venido a menos, a quien el “grupo de elite” del juez de Dolores le hizo una cama en Villa Gesell siguiendo la misma operatoria por la que ahora es juzgado Roberto Schlagel y compañía: fraguando pruebas. Pero, en este caso, Bernasconi no fue citado por el Senado sino por el Consejo de la Magistratura. “No se va a presentar porque no corresponde, sino que debe ir ante el Senado”, aclaró, Guillermo Guevara Lynch, abogado de Bernasconi, abriendo la puerta a un conflicto de poderes. “No hay conflicto. Todas las causas remitidas al Congreso con posterioridad a la creación del Consejo son, según la Constitución, competencia del Consejo”, respondió el presidente de la Comisión de Acusaciones del CM, Melchor Cruchaga.
Hugo Escobar Mercado es un narcotraficante boliviano quien, como reveló Página/12, fue traído en el ‘96 desde Santa Cruz de la Sierra por el equipo encubierto de Bernasconi, convenciéndolo de instalar una cocina de cocaína en Villa Gesell. Cuando Escobar Mercado llegó, la cocina ya estaba puesta a pleno, y sólo faltaba él para montar el show de la detención antes los medios. El 4 de agosto del ‘96 Bernasconi cayó con toda la parafernalia de la Bonaerense, acompañado por Schlagel, Diamante y Gerace, para llevarse detenido a Escobar Mercado.
Pero una serie de pisadas en falso, entre ellas la detención en Salta de los dos enviados encubiertos, por una pelea de piringundín, provocó que toda la maniobra quedara en descubierto: el Tribunal Federal Oral de Mar del Plata anuló la causa y acusó a Bernasconi, a su secretario, y a su equipo de elite por asociación ilícita y privación ilegítima de la libertad entre otros delitos. La conjueza Marta Esponda inició una investigación que confirmó las sospechas y giró el pedido de juicio político, que ingresó en el ya creado Consejo de la Magistratura. Ayer, la Comisión de Acusaciones del CM decidió citar al juez de Dolores para el 14 de septiembre, para interrogarlo.
Pero Bernasconi se niega. Guevara Lynch aseguró que “no se va a presentar en el Consejo porque corresponde ir al Senado”, donde la mayoría justicialista resiste la idea del juicio político. “Es el que tiene competencia. Y si hay conflicto debería ser resuelto por la Corte”.
“Hay una cláusula constitucional y jurisprudencia parlamentaria por unanimidad”, explicó a este diario el presidente de la Comisión de Acusaciones, diputado Melchor Cruchaga (UCR). “Todas las causas que eran tratadas en el Senado antes de la creación del Consejo, seguirán ahí. Las que no, tienen que pasar al Consejo. Y así se cumplió. Cuando se creó el Consejo, se remitieron varios pedidos de juicio político. Bernasconi tiene ahora tres opciones: presentarse a declarar el 14, declarar por escrito, o no presentarse. “Está en su derecho de no presentarse, y no modifica en nada su situación”, sostuvo Cruchaga. “Pero se supone que, si tiene una buena defensa, debería hacerlo”.

 

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