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“A muchos les irrita que haya muerto en Ginebra”

Patricio Lóizaga denunció que la Secretaría de Cultura de la Nación, que financió su video sobre el escritor, alteró el principio y el final para convertirlo en homenaje “estatal”. El organismo oficial lo niega.

Lóizaga en la tumba de Borges en Ginebra, en la que era la
última imagen del documental.

“Gutiérrez Walker me dijo ‘Tiene que terminar en Buenos Aires, Borges es argentino’”,
asegura el periodista.

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Por P. Ch.

t.gif (862 bytes) “El centenario de su nacimiento encuentra a Borges en el máximo de prestigio e influencia al que un escritor del siglo XX haya podido aspirar”, dice la voz del periodista Patricio Lóizaga al comenzar el documental “Tributo a Borges” que realizó con auspicio de la Secretaría de Cultura de Nación. Junto a esa influencia proliferan también los homenajes. Y al pie de tantos honores florecen las polémicas. En este caso por la denuncia de Lóizaga sobre modificaciones al video realizado sobre idea y guión de su autoría y dirigido por Vanesa Ragone. “La versión que yo concebí no es la que la Secretaría de Cultura emitirá el viernes 27 por ATC, a las 22”, explica Lóizaga. Ni la que se verá en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, donde Lóizaga es profesor de Cultura Contemporánea, el mismo día a las 19. Por su parte, Cultura de la Nación aseguró anoche a este diario que en su accionar “no hubo censura de ningún tipo”. Como productor del video, sostiene el organismo, es propietario del producto final y de los derechos de la obra. Los cambios, dicen, son formales y fueron consensuados con los realizadores. Lóizaga desmintió eso, en la entrevista con Página/12.
Realizado como un homenaje a su “líder intelectual”, según detalla el periodista, el video concentra la palabra de varios intelectuales argentinos sobre Borges: Beatriz Sarlo, Sylvia Molloy, Horacio Salas, Fermín Fevre, Israel Lotersztain, Sara Facio, y la imprescindible –en estos casos– María Kodama, arriesgan allí un acercamiento al mito. De la versión original fue cambiado el comienzo y el final. El cierre, en la tumba de Borges en Ginebra, habría dado comienzo a la polémica.
–¿Cómo surgió la idea de hacer este telefilm?
–Encuentro en el lúcido escepticismo de Borges una orientación para comprender contradicciones y paradojas de esta sociedad. Sobre él hay muchos equívocos. Entre ellos el tema político: Borges fue antifascista, antinazi, antistalinista y antipopulista. Hoy esta posición resulta obvia para muchos. Pero no en los años `30 frente al fascismo y al nazismo. Ni los `60 y `70 respecto del stalinismo y del populismo. Así que me vi impelido a realizar este homenaje. Primero hice una muestra de fotos en Buenos Aires, Madrid y Nueva York. Luego se me ocurrió hacer el documental, sobre aspectos polémicos como el político.
–¿Solicitó entonces el auspicio de Secretaría de Cultura de la Nación?
–Tengo la posibilidad de encontrar financiamiento en empresas privadas para esto, pero cuando le comenté la idea a la secretaria de Cultura, Beatriz Gutiérrez Walker, ella se entusiasmó y me convocó para que lo realizáramos dentro de las producciones audiovisuales de la secretaría. Grabamos en Buenos Aires, Madrid, Nueva York y en Ginebra, donde terminé el video original con una visita al cementerio donde está enterrado Borges. En febrero lo presentamos en Nueva York y empezaron los inconvenientes: antes de viajar me dijeron que la secretaría sugirió cambios. Me sorprendió porque habíamos trabajado con mucha libertad. Pero Gutiérrez Walker no respondió a mis llamados.
–¿Qué tipo de cambios le sugirieron?
–Que se dijera que era el homenaje del gobierno argentino a Borges, cuando es el homenaje de un intelectual, hablando con otros intelectuales. No un video gubernamental. La secretaría sólo lo financia. Y, entre otras, cosas que no podía terminar en Ginebra. Cuando logré hablar con la secretaria, ella lo ratificó: “Tiene que terminar en Buenos Aires, Borges es argentino”. No nos pusimos de acuerdo, y el día que se inauguraba la Feria del Libro me enteré de que se va a proyectar una nueva versión.
–¿Por qué cree que se indicaban esos cambios?
–Quizá por un rebrote nacionalista. A mucha gente le irrita que Borges haya elegido morir en Ginebra, y la secretaria no quiere que esto quede como pack final. Pero es la realidad, y si quieren otra cosa que hagan otro video.
–¿Cuáles son los cambios que realizaron?
–Alteraron el principio y el final. Para el final tomaron un fragmento de una película de Ricardo Wullicher, Borges para millones, que es excelente, pero fragmentada y sacada de contexto no funciona. Aparece Borges diciendo un poema y equivocándose. Luego un amanecer en Buenos Aires. Fin. Suprimieron aclaraciones como el hecho de que es un homenaje de un intelectual que no pretende representar a nadie. Yo lo que digo lo digo por mí, no represento a la sociedad ni a la comunidad cultural, ni al gobierno argentino. La naturaleza del film hace necesario aclarar esto.
–¿Cuál fue su reacción al conocer los cambios en el documental?
–Al principio tuve dudas en manifestar todo esto, que puede ser visto como un acto de censura, porque en este país la censura estuvo ligada a desapariciones y torturas, hechos gravísimos, y no quiero ponerme en víctima por respeto a la gente que sufrió gravemente la censura. Pero si acepto que una funcionaria del Estado intervenga en los contenidos de una creación por el hecho de financiarla con dinero público, permito establecer un precedente también grave. No quiero personalizar contra ella, pero tienen que entender en Cultura que, si hicieron otra versión, tienen que aclarar que sólo la idea original es de Patricio Lóizaga, ya que si modifican los contenidos no me los pueden endosar a mí. Reeditan sin que yo intervenga en el corte, y ésa no es mi idea original. En esto hay que poner un freno.

 

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