OPINION
La fotografía de un sueño
Por Alicia Steimberg |
Escribo
Borges, la palabra Borges me mira. Hojeo un álbum de fotografías donde se ve gente
sentada en la arena en una playa, una tarjeta postal de una calle de otra ciudad, el
interior de un hotel de lujo en Italia en 1900, un niño disfrazado de pollito que sale de
una cáscara de huevo en una fiesta de carnaval, un entierro también carnavalesco, con
unos muchachos que van detrás del féretro batiendo el parche en grandes tambores, como
en una murga. Dos personas se asoman a un precipicio, apoyadas en el cerco de madera de un
camino de montaña. Dos hombres de cuello duro y corbata y una mujer con abrigo de piel
miran seriamente a la cámara desde el interior de una especie de caverna de hielo. Veo
los vasos, las botellas de vino y las servilletas colocadas al azar en el mantel ajado de
la sobremesa de varias personas que sin duda ya se habían levantado pero se han vuelto a
sentar para que les tomen la fotografía, y en primer plano un joven que sostiene una copa
en la mano con la mirada perdida en el vacío. Es Borges.
En un altillo lleno de trastos desordenados hay un pizarrón contra una ventana abierta.
Detrás del pizarrón se ve el cielo azul, y si uno se asoma por la ventana ve un jardín
con canteros de lavanda y cercos de romero. En el pizarrón dice:
He leído más de lo que he vivido. Borges.
Me considero afortunada: me importa mucho más lo que leyó que lo que vivió.
En una tarde soleada ando en el monopatín por el patio de una casa que tiene al frente un
jardín con rosales. Una voz me llama desde adentro para que vaya a tomar la leche. Muchos
años después (en el curso de mi vida) el personaje Carlos Argentino Daneri invita al
personaje Borges a tomar juntos la leche en una confitería que, dice Daneri, a Borges le
interesará conocer.
Leo la conversación en que el personaje Borges escucha a Daneri que le lee cartas de su
poema La tierra y estallo en carcajadas ante los desenfadados envites de la facecia. El
personaje Borges es tan joven que asiste todos los jueves a un Club de Escritores y
deslumbra con esto a Daneri, quien sin embargo lo vencerá en un concurso literario donde
Daneri recibe un premio y Borges nada.
Tan joven es Borges que en vida de Beatriz parece que no se ha atrevido a confesarle su
amor. Ya muerta Beatriz, en la casa de su primo hermano Carlos Argentino Daneri, el
personaje Borges, en una desesperación de ternura, se aproxima al retrato de Beatriz y le
dice: Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida, Beatriz perdida para
siempre, soy yo, soy Borges.
Despierto de un breve sueño, desmoronada sobre las almohadas, con el volumen que estaba
leyendo abierto y caído sobre las mantas, boca abajo. En la mesa de luz está la
sobretapa, impecable, que siempre retiro antes de abrir el libro para no ajarla. Dice
Jorge Luis Borges, Obras Completas 1. |
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