OPINION
Realidad y fantasía
Por Eduardo Aliverti |
Se
suele discutir y coincidir acerca del paupérrimo espacio que la economía le
dejó a la política. En realidad, viene a ser un eufemismo por el modo en que los
monumentales dueños de la riqueza desplazaron a los dirigentes políticos, en general, de
la toma de decisiones centrales (o bien de cómo éstos se allanaron a aquéllos). Quien
pretenda negarlo tiene cierta obviedad a primera vista. En la campaña presidencial de
1983 se discutió entre somos la vida, somos la paz y somos la
rabia. En la de 1989, el populismo de Menem se oponía al lápiz rojo de
Angeloz. En la de 1995, esas categorías-macro (el tipo de democracia que se quería y
luego el perfil de la economía) quedaron reducidas a voto licuadora sí o no. Parecía
difícil que se pudiera caer más bajo que esto último, en términos de pobreza de ideas.
Pero lo logró esta campaña de ahora, en la que no se trata de lo pobre de la discusión
sino de que directamente no se discute nada. Al menos nada menos en lo
relativo a las perspectivas de algunos cambios para mejor, tan módicos como
imprescindibles, en el andar cotidiano de millones de argentinos. Más aún: ni los
candidatos ni la generalidad de la dirigencia partidaria sienten necesario fijar posición
sobre ideas de fondo, con independencia de si interesan de manera directa al conjunto de
la población. Un hecho de estos días terminó de reflejarlo con formidable contundencia.
Las declaraciones de Roberto Rocca a Página/12, colocando blanco sobre negro lo
inevitable de la fluctuación del tipo de cambio a mediano plazo, provocaron una suerte de
terremoto ocultado por los medios más influyentes en los actores
protagónicos del establishment. Comprensible, tratándose del presidente del grupo
industrial más poderoso de la Argentina. En realidad, no dijo nada que no sea motivo de
debate frecuente, pero reservado, entre los dueños de la torta. Ni nada que no se sepa
que terminará ocurriendo en una economía primaria, basada en el sector servicios y en
medio de una crisis global de los mercados emergentes: devaluación. El asunto
es que lo hizo público y es Rocca, no Pérez. Al día siguiente de su señalamiento, un
rápido vistazo a los diarios resultó ser una fotografía digital que mostró a quienes
manejan el poder verdadero y a aquellos que lo observan, de reojo, sabiendo que es un
partido para mirar desde la tribuna (y gracias): banqueros, gurúes de las finanzas,
intelectuales sistémicos, voceros de los grandes grupos, todos metidos en la discusión
disparada por el presidente de Techint; y en el reverso, el mutis, casi absoluto, de los
figurones partidarios. La distancia que va entre lo que discuten los unos y lo que callan
los otros es la misma que separa a ejercitar el poder en serio de publicitarse como
la mamá de todos, el médico de cada argentino, o el
experimentado capaz. |
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