Por David Cufré El FMI confirmó ayer el
anticipo de Página/12 sobre la proyección de crecimiento para la Argentina. En el
2000, el PBI aumentaría un 1,5 por ciento, dijo el consejero senior de Asuntos
Monetarios del organismo, Mario Blejer. Recién llegado de Washington, el funcionario
participó de una conferencia organizada por Amigos de la Universidad de Tel Aviv, y
adelantó en su exposición los datos del último Panorama Económico Mundial, que Michel
Camdessus dará a conocer el mes que viene en la Asamblea Anual conjunta del FMI y del
Banco Mundial. La estimación del FMI contradice la pauta de crecimiento del gobierno
argentino. Roque Fernández dijo esta semana que el proyecto de Presupuesto para el 2000
se basa en un incremento del PBI de 3,5 puntos. El optimismo oficial apunta a trasladar al
próximo gobierno el costo político de anunciar un fuerte ajuste.
El argentino Mario Blejer se desempeña dentro del FMI como asesor de Asuntos Monetarios.
En su disertación sobre la economía argentina después de las elecciones,
exhibió las últimas proyecciones del organismo para el 2000. Más de un centenar de
personas observó que para el FMI la estimación de crecimiento para la Argentina es de
1,5 por ciento. El Gobierno no puede darse por sorprendido con ese dato, puesto que
funcionarios de Economía fueron consultados por técnicos del FMI cuando elaboraron su
pronóstico. El propio Blejer comentó a Página/12 que esta noche (por ayer) me voy
a reunir con Miguel Kiguel (jefe de asesores de Roque) para aclarar ese punto.
Al verse desmentidos por el FMI, en Economía ensayaron la siguiente explicación sobre
esa diferencia. El Fondo sabe que el próximo gobierno le pedirá un paquete
extraordinario de ayuda financiera, de unos 8500 millones de dólares. A ellos les
conviene endurecer su pronóstico con respecto a la Argentina, para aumentar las
exigencias por la concesión del crédito, interpretó un alto funcionario del
Palacio de Hacienda. Es absolutamente posible crecer un 3,5 por ciento. No estamos
tirando una cifra optimista, agregó.
Sin embargo, en la Alianza y el duhaldismo se manejan con hipótesis de crecimiento de
entre 2,0 y 2,5 por ciento, en el mejor de los casos. Aunque parezca una discusión de
técnicos, la cuestión es claramente política. Si la actual administración reconoce que
el PBI aumentará en el 2000 un 1,5 por ciento, estará obligado a incluir en el proyecto
de Presupuesto para el próximo año un fuerte ajuste de gastos. La razón es que ante un
menor crecimiento, también es menor la recaudación. Por ello, para que el déficit
fiscal no desborde las pautas convenidas con el FMI, será necesario recortar el gasto
público. Menem no quiere terminar su gestión anunciando un nuevo ajuste y prefiere dejar
esa tarea a su sucesor. Roque aceptó la instrucción del Presidente y anunció que la
pauta de crecimiento prevista para el próximo año es del 3,5 por ciento.
Kiguel, en la misma conferencia donde expuso Blejer, presentó la proyección oficial del
3,5 por ciento. Pero, curiosamente, el gráfico que exhibió tenía como fuente al FMI. El
funcionario tuvo que aclarar horas más tarde, cuando la confusión era generalizada, que
había sido un error involuntario, y que el pronóstico era el oficial, corrigiendo la
fuente.
La devaluación de Brasil, la caída de los precios internacionales de los
commodities, la suba de tasas en Estados Unidos y la apreciación del dólar son factores
que complican a la Argentina, sostuvo Blejer en su charla. El economista indicó que
estos factores internacionales tenderán a modificarse el próximo año, y que ello
beneficiará a la Argentina. Sin embargo, aseguró que la recuperación será
insuficiente como para retomar el nivel de crecimiento anterior a la crisis. Y que,
por lo tanto, la economía se expandirá un 1,5 por ciento.
En diálogo con este diario, el hombre del FMI reconoció que existen contactos entre
José Luis Machinea y Jorge Remes Lenicov con autoridades del organismo, tendientes a
conseguir un paquete de ayuda financiera en el 2000. Las conversaciones son
permanentes. Estimo que habrá un mayoravance el mes que viene, durante la Asamblea Anual
del FMI y el Banco Mundial, comentó el economista.
EL FMI QUIERE QUE SEA EL QUE TRIUNFE EN
OCTUBRE
¿Quién anunciará el ajuste?
Por Maximiliano Montenegro
El Fondo
Monetario Internacional confirmó ayer que, como anticipó Página/12, prevé una salida
lenta de la recesión en Argentina, con un pálido crecimiento, de apenas 1,5 por ciento,
para el año 2000. Roque Fernández enviará al Congreso un presupuesto, que regirá el
primer año del nuevo gobierno, basado en que el PBI se expandirá más del doble: 3,5 por
ciento. Con menos actividad económica hay menos recaudación, así que la conclusión es
obvia: el FMI pedirá más ajuste fiscal para cumplir las metas de déficit fiscal. La
pregunta clave es ¿a quién?
El Fondo le abrió una mano al menemismo, al postergar, hasta después de la elecciones,
la misión técnica que planeaba arribar a Buenos Aires en setiembre para auditar las
cuentas fiscales. Aprovechando la gentileza, el Presidente le ordenó a Roque
desentenderse del anuncio de cualquier ajuste, para que el costo político sea asumido por
el ganador de las elecciones, quien deberá aplicarlo. Obediente, el ministro cerró un
presupuesto para el año próximo, que llegará puntual al Congreso el 15 de setiembre,
con números que nadie cree. Desde el FMI hasta la Alianza y el duhaldismo.
Para tener una idea de la magnitud de los desvíos, ese presupuesto habla de un déficit
de sólo 4500 millones de dólares, lo mismo que exige el acuerdo firmado con el Fondo.
Pero en la Alianza estiman que el rojo llegaría a los 9000 millones. De allí la
desesperación de José Luis Machinea por frenar la compulsión del Presidente por aprobar
gastos en los últimos días de su gestión, facturas que pesarán en la cuenta de la
nueva administración.
La posición de los candidatos es incómoda, porque si el Fondo afloja el cinturón al
menemismo, cinchará más fuerte sobre el sucesor. Para colmo, cuanto más cuestionen la
validez de las cifras de Roque, más ajuste les pedirán después desde Washington.
El Fondo hoy ya no nos pide absolutamente nada, admitió a este diario un alto
colaborador de Roque. Así, en la Alianza nadie convalida el pronóstico fondomonetarista
de que la economía ni siquiera recuperará el año venidero la mitad de lo que perdió
este año, un escenario, dicho sea de paso, socialmente muy conflictivo. Saben que, de
confirmarse las encuestas, deberán regatear el monto del ajuste con Teresa Ter Minassian
& Cía, aun antes de que haya finalizado el escrutinio de votos definitivo.
El propio jefe de asesores de Roque, Miguel Kiguel lo explicó así: El FMI fija una
meta de crecimiento más baja para presionar por más recorte de gastos en la negociación
del ajuste, aseguró, con conocimiento de causa.
El segundo motivo para desconocer la sombría proyección del FMI es la esperanza de que
el debut en el poder no sea tan traumático. Nos merecemos más suerte, dice
Pablo Gerchunoff, mano derecha de Machinea. Esa es la mayor carta de reactivación en la
manga de la oposición. Traducido, significa que se revierta el contexto
internacional adverso a Argentina, que describió ayer el consultor del FMI, Mario
Blejer: suba de la tasa de interés, más devaluación del real, precios de los
commodities por debajo de los niveles del 97.
Hay motivos para soñar: la economía internacional está reactivándose; el dólar se
devaluaría en los próximos dos años frente a terceras monedas, ganando el peso
competitividad en dichos mercados; el repunte de los precios de los productos básicos tal
vez sea mayor al previsto; y, con suerte, hasta puede retornar la euforia en los mercados
emergentes.
Roque y Machinea coinciden en un punto, que sólo mencionan en privado: con
convertibilidad, o crecemos al 4 por ciento o caemos al 3 por ciento. No hay término
medio, afirman, para desacreditar al Fondo. El escenario más pesimista
evalúan en Economía sería factible sólo si Brasil se derrumba. Entonces,
ya nadie hablaría del ajuste del FMI sino de qué hacer con los escombros de la
convertibilidad.
BRODA Y LOPEZ MURPHY, VOCEROS DEL STABLISHMENT
Aplicar un ajuste de 5 mil millones
El
próximo gobierno empezó a recibir presiones del stablishment aún antes de conocerse
qué fuerza política lo ocupará. Dos de los consultores estrella de la city, Miguel
Angel Broda y Ricardo López Murphy este último, incluso, candidato a ministro de
Fernando de la Rúa reclamaron ayer a la futura administración un fuerte ajuste del
gasto público. Y presentaron su conocida receta de ortodoxia económica como única
alternativa para superar la crisis y evitar la devaluación. Los economistas dieron una
señal de los cuestionamientos que deberá soportar el próximo presidente, por parte del
sector económico más poderoso, en caso de no alinearse a sus recomendaciones.
Broda y López Murphy participaron ayer de un seminario organizado por la Universidad de
Tel Aviv. La gravedad de la situación económica que hereda el próximo gobierno no
ofrece alternativas: hay que trabajar por un shock de credibilidad muy ambicioso, en base
a un extraordinario esfuerzo fiscal, subrayó Broda, quien insistió en que no
hay forma de salir de la recesión por otro camino.
López Murphy coincidió en el diagnóstico. La necesidad del ajuste no se debate.
Lo que está en discusión es la magnitud del recorte. Para lanzar el paquete que hace
falta, se necesita una gran fortaleza política. Pero el próximo gobierno no debe
limitarse a lo que es viable políticamente, sino que tendrá que apretar las tuercas a
fondo, enfatizó el economista, de buena llegada a De la Rúa. López Murphy quedó
relegado en la carrera a ministro de Economía de la Alianza cuando propuso una poda del
10 por ciento a los salarios del sector público y privado. Ayer bromeó con ese tema, al
decir en un par de oportunidades que no le convenía insistir en aquella sugerencia.
López Murphy también remarcó que nosotros no podemos devaluar, hablando
como hombre de la Alianza. A los que les interesa devaluar no saben cómo hacerlo. A
mí no me interesa, y además no se puede, añadió. Sus argumentos en contra de la
salida del uno a uno con el dólar fueron tres. En primer lugar, que el
95 por ciento de la deuda pública y el 80 por ciento de la privada son en dólares, por
lo que la devaluación provocaría la quiebra generalizada de la economía nacional.
En segundo lugar, dijo que provocaría una fractura en la credibilidad internacional
que sería nefasta. Finalmente, sostuvo que las tarifas de los servicios
públicas están ajustadas a la cotización del dólar. Su insistencia en este tema
fue para despejar dudas sobre la actitud de la Alianza en cuanto a la política cambiaria.
Broda, en tanto, consideró que la primera medida para superar la crisis debe ser la
aplicación de un ajuste fiscal de 5 mil millones de pesos. Y después,
afirmó, se requieren reformas estructurales, como mayor flexibilización
laboral, la creación de un fondo anticrisis, una nueva reforma tributaria y una
reingeniería de la DGI.
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