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El mundo es más incómodo
para criminales de guerra

El general Momir Talic se convirtió ayer en el militar serbio de mayor jerarquía en ser capturado por órdenes del Tribunal de La Haya.
Lo arrestaron en Austria, y hay paralelos con el caso Pinochet.

Momir Talic (centro), entre un militar norteamericano y otro serbio.
EE.UU. afirmó estar decidido a detener a acusados de crímenes de guerra.

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t.gif (862 bytes)  Con la detención del ex dictador chileno Augusto Pinochet aún sin resolver, otro militar acusado de haber cometido crímenes contra la humanidad fue arrestado en Europa. El jefe del Estado Mayor del ejército serbio de Bosnia, el general Momir Talic, fue detenido ayer en Austria por orden del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPI) de La Haya. Talic es el militar serbio de mayor jerarquía capturado bajo el cargo de dirigir la campaña de matanzas y limpieza étnica contra musulmanes y croatas en Krajina, al norte de Bosnia Herzegovina, durante la guerra de 1992. El general serbio había viajado a Viena para participar en un seminario de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), donde fue sorprendido por las autoridades judiciales locales y extraditado a La Haya. Estados Unidos “está realmente decidido a detener a los acusados de crímenes de guerra”, respaldó el vocero de la Casa Blanca Joe Lockhart.
“Gracias a informaciones que indicaban que el acusado Momir Talic estaba de viaje en Austria para asistir a una conferencia el 24 de agosto, el fiscal tomó disposiciones para que una orden de detención fuera entregada a las autoridades austríacas –explicó la fiscal del TPI Louise Arbour–. En base a este mandato, el acusado fue detenido y encarcelado en Viena.” El ministro austríaco del Interior, Karl Schloegl, confirmó que Talic fue trasladado al edificio de la Audiencia Provincial de Viena y extraditado a La Haya. El general bosnio llegó a la capital austríaca desde Sarajevo para participar en una reunión de alto nivel sobre temas de defensa con militares y expertos serbios, croatas y musulmanes de Bosnia. Varios policías de civil lo arrestaron a las nueve de la mañana local en la Academia de Defensa Nacional de Viena, donde se desarrollaba el seminario. Las autoridades austríacas subrayaron que la lista de invitados a la reunión había sido elaborada por una comisión integrada por representantes de la República Serbia de Bosnia, la Federación musulmano-croata y la OSCE. Pero Mins Nyberg, portavoz de la organización, aseguró que “la OSCE no cursó invitación alguna ni designó a los participantes de la conferencia”, y aclaró que desconocía la existencia de la acusación del TPI.
Según fuentes del Ministerio de Defensa, el gobierno de Austria tampoco tenía información sobre la orden de captura emitida por el Tribunal el 14 de marzo. Desde esa fecha, Talic figuraba en una lista de acusados mantenida en secreto para facilitar las detenciones, y recién el martes el TPI reclamó su arresto al Ministerio austríaco de Asuntos Exteriores. El ministro serbobosnio de Defensa, Manojilo Milovanovic, que fue testigo de la detención de Talic, dio por terminada su visita a Viena y regresó a su país con el resto de la delegación, donde advirtió a la agencia de noticias yugoslava Beta que “todo serbio puede ser arrestado”.
“El encausamiento formal alega que durante 1992 el acusado ordenó, implementó, apoyó y asistió un plan diseñado para expulsar a musulmanes, bosniocroatas y otras poblaciones no serbias”, justificó Louise Arbour.
Momir Talic comandó las tropas en la región de Krajina durante la guerra de Bosnia entre los años 1992 y 1995, y fue miembro del círculo de confianza del jefe militar durante el conflicto, Ratko Mladic. Talic encabezaba en 1992 el Primer Cuerpo de Krajina y estaba destacado al Estado Mayor de Crisis de la Región Autónoma de Krajina, uno de los comités creados por el líder serbobosnio Radovan Karadzic para realizar la “depuración étnica” de las zonas bajo control serbio.
La fiscal del TPI acusó a Talic en marzo junto al ex viceprimer ministro serbobosnio, Radoslav Brdjanin, que fue capturado el 6 de julio pasado por las Fuerzas Internacionales de Estabilización en Bosnia (SFOR) y está ahora a la espera del juicio. Talic y Brdjanin están acusados de supervisar los asesinatos, tortura, detención y deportación de más de 100.000 musulmanes y croatas de la región de Prijedor, donde se descubrieron tres campos de prisioneros. La noticia de la detención provocó la indignación del vicepresidente de la república serbobosnia deSrpska, Mirko Sarovic, que denunció que “este arresto es una humillación a la República Serbia porque se produjo durante una reunión internacional en la que participaban también el ministro de Defensa y los comandantes del ejército de la Federación croata-musulmana”.

 


 

LA IMPUNIDAD DE DICTADORES Y LUGARTENIENTES
Lo que el caso Pinochet se llevó

t.gif (862 bytes) A Radovan Karadzic le gustaba apostar fuerte al poker cuando estaba en Suiza en supuestas conversaciones de paz, mientras que aparentemente los Milosevic todavía disfrutan relajándose lujosamente en la costa griega. A las esposas de los miembros de la junta de Birmania se las puede ver haciendo compras en París y los hijos de los comandantes de los escuadrones de la muerte latinoamericanos son visitados por sus padres en las universidades de Florida y Nueva Inglaterra.
Las prebendas internacionales de sus funciones son tan importantes para los dictadores y sus lugartenientes como lo son para los miembros de elites más legítimas. Quizá aún más, ya que brindan una sutil forma de legitimidad, como así también un paréntesis de las tensiones de gobernar. Cuando las cosas se ponen más serias, el exterior es el lugar que eligen para obtener el mejor tratamiento médico posible o, en el desdichado caso de ser derrocados, adonde se retiran en un exilio confortable financiado por una cuenta en Suiza.
Los tribunales de la ONU de la ex Yugoslavia y Ruanda cambiaron la situación; luego, el arresto de Pinochet arruinó aún más las vacaciones, la salud y los planes de retiro de los tiranos de todas partes. Ahora tenemos el primer caso claro del efecto Pinochet en acción, con la súbita partida de una clínica vienesa la semana pasada de Izzat Ibrahim, vicepresidente del Consejo Revolucionario de Irak implicado en las masacres de kurdos iraquíes posteriormente a 1988, después de que un político local lo ubicó ahí y le entabló un juicio criminal. El iraquí regresó a Bagdad, gracias a la complacencia de las autoridades austríacas y jordanas, pero se puede apostar que él y su próstata o cualquiera que haya sido su problema, permanecerán donde están.
El ex presidente Suharto es otro líder que, a pesar de su mala salud, lo más probable es que sufra en su hogar por el miedo a las complicaciones legales si se va al exterior en busca de tratamiento. Estas pueden no ser buenas noticias para Harley Street y sus equivalentes. Pero para la gente que sufre bajo duros regímenes es buena noticia que el mundo finalmente está haciéndoles la vida difícil, en el más amplio sentido de la palabra, a aquellos que los oprimen.

* Editorial.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

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