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NUEVA ALIANZA ESTRATEGICA FRENTE A WASHINGTON
Rusia y China contra la OTAN

En la cuarta cumbre del Grupo de Shanghai, cuyo significado queda resaltado por el fin de la guerra de Kosovo, la ex superpotencia comunista y su antigua rival cerraron filas contra un mundo unipolar.

Yeltsin (izq.) llegó “listo a pelearse con todo el mundo, y sobre todo con los prooccidentales”.
Jian Zemin (der.), denunció que “el hegemonismo se sigue practicando con nuevos métodos”.

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Por Rodrigo Fernández Desde Moscú

t.gif (862 bytes) La breve cumbre del Grupo de Shanghai –compuesto por Rusia, China y tres repúblicas asiáticas de la ex URSS: Kazajstán, Kirguizistán y Tayikistán– finalizó ayer en Bishkek, la capital kirguiza, con la firma de una declaración para reforzar las medidas de confianza en los más de 7000 kilómetros de la ex frontera entre China y la antigua URSS. El presidente ruso Boris Yeltsin mantuvo un encuentro con su homólogo chino Jiang Zemin, en el que ambos dirigentes ratificaron su alianza estratégica y criticaron duramente a EE.UU. y a la OTAN.
Yeltsin había llegado el martes por la noche a Bishkek con ánimos combativos, como él mismo dijo al descender del avión, dispuesto a pelearse “con todo el mundo, y sobre todo con los prooccidentales”. Estos ánimos del presidente ruso se reflejaron en sus conversaciones con Jiang: condenaron a EE.UU. por lo que calificaron de “hegemonismo”, por la guerra de Kosovo y por sus aspiración a crear un mundo “cómodo sólo para ellos”. La cita de Bishkek sirvió a Moscú y Pekín para estrechar su alianza estratégica frente a EE.UU. y al eje que ha creado con Japón y Corea del Sur.
“Ellos no tienen en consideración la tendencia objetiva hacia un mundo multipolar”, señaló Yeltsin, mientras Jiang afirmó que “el mundo no está en calma todavía” porque “el hegemonismo y la política de fuerza se siguen practicando con nuevos métodos”, como lo demuestra “el resurgimiento de lo que se llama neointervencionismo”.
El documento firmado por los cinco presidentes de los países que integran el Grupo de Shanghai recoge estas ideas al decir que “el mundo multipolar es la tendencia general de desarrollo” actual y al criticar veladamente las acciones de la OTAN en Kosovo señalando que “los derechos humanos no pueden ser utilizados como pretexto para intervenir en los asuntos internos de los Estados”. Los dirigentes de China, Kazajstán, Kirguizistán, Rusia y Tayikistán reafirmaron su voluntad de reforzar la estabilidad en la región, tomar medidas para regular las fronteras y apoyar los esfuerzos de los países de Asia Central encaminados a crear una zona desnuclearizada.
Los cinco presidentes expresaron su preocupación por la continuación de los enfrentamientos en Afganistán, “lo que representa una seria amenaza para la estabilidad de la región” y prometieron guardar fidelidad a los principios universales de respeto a la soberanía, integridad territorial y no injerencia en los asuntos internos de otros, y luchar contra el terrorismo y el tráfico de drogas.
Esto es realmente importante para los países de la zona, si se toma en cuenta los problemas que deben enfrentar en sus regiones fronterizas. Los chinos deben combatir el separatismo de los musulmanes uigures, un pueblo de lengua turca que habita la provincia de Xinjiang, limítrofe con Kazajstán. Los rusos, que acaban de aplastar una rebelión islámica en las montañas de Daguestán, comprenden las preocupaciones de Pekín. Afganistán representa para los países de la zona un doble peligro: por un parte, puede convertirse en la fuente desde la que penetrará el integrismo islámico en las repúblicas centroasiáticas y, segundo, es una de las principales rutas por donde entran las drogas hacia Rusia.
La misma cumbre se realizó en momentos en que el país anfitrión tiene una crisis en la frontera con Tayikistán, donde un grupo de guerrilleros ha tomado como rehenes a cuatro geólogos japoneses y al comandante de las tropas del interior del Kirguizistán. Esta crisis ya le costó el puesto el martes al ministro de Defensa kirguizo, Kirzakán Subánov. Losguerrilleros, cerca de 200 hombres, aparentemente forman parte de un grupo de incontrolados que antes pertenecían a la oposición tayika que hoy participa en un proceso de reconciliación con el régimen de Dushanbé.
La reunión de ayer fue la cuarta cumbre del Grupo de Shanghai. En la primera cumbre, celebrada en 1996 en la ciudad china que le da nombre, se firmó un tratado para aliviar las tensiones fronterizas. Ahora la tarea era elaborar mecanismos de control, incluidas inspecciones militares para verificar cómo se cumplen los acuerdos de reducir las tropas en una franja de 200 kilómetros de ancho a lo largo de la frontera.
Además de los temas militares (Rusia firmó con Kirguizistán un acuerdo de para venderle armas y tecnologías de armamentos), los cinco países discutieron algunos temas económicos, concretamente los planes de Kazajstán de construir un oleoducto de 3000 kilómetros que vaya desde sus yacimientos cerca de la costa del mar Caspio hasta China. Los rusos, por su parte, están interesados en vender gas natural a Pekín.

 

Claves de un realineamiento

ron2.gif (93 bytes)   La cumbre del Grupo de Shanghai es la culminación de un realineamiento estratégico en que     Rusia y China, los dos viejos rivales del antiguo mundo comunista, encuentran un nuevo punto de coincidencia contra EE.UU.
ron2.gif (93 bytes)  Lo que precipita el cambio es la imposición de la OTAN a favor de la etnia albanesa en la guerra de Kosovo, que abre precedentes graves para los dos países de cara a sus propias minorías étnicas.
ron2.gif (93 bytes)  Rusia está respondiendo a su exclusión del desenlace yugoslavo y a sus propias tensiones    internas; China, al independentismo de Taiwan, a la nueva alianza entre Corea del Sur y Japón y a las movidas de estos tres ejes cruciales del equilibrio en el Lejano Oriente para dotarse de nuevas defensas antimisiles elaboradas por EE.UU.


 

MEDIO ORIENTE CERCA DE UN ACUERDO
Que sí, que no, que...

t.gif (862 bytes) Pareció que estaba por lograrse, pero al final hubo marcha atrás, y el primer día de negociaciones entre israelíes y palestinos para reanudar el proceso de paz terminó con resultados ambiguos. Por un lado, fuentes destacadas de ambas delegaciones afirmaron que se logró un “paquete de acuerdos” entre ambas partes, incluyendo un cronograma para la implementación de las últimas dos fases del repliegue israelí de Cisjordania. Asimismo, se habría acordado comenzar en setiembre las negociaciones del acuerdo definitivo de paz. Pero el principal negociador palestino, Saeb Erekat, afirmó ayer a los medios que “no hubo acuerdo” sobre ninguno de estos puntos.
Erekat pareció ayer dejar la resolución de estos diferendos en manos del premier israelí Ehud Barak. “Ya no hay nada que discutir”, explicó, “lo que se necesita es una decisión política (de Barak)”. Pero el acuerdo reportado ayer por fuentes palestinas e israelíes podría ser la base para esta “decisión política”. El “paquete” prevé que el 1º de setiembre comience la siguiente fase (del 7 por ciento) del repliegue del ejército israelí de Cisjordania. Como “contraprestación”, los palestinos aceptarían extender el plazo para el cumplimiento de la fase final (del 4 por ciento) hasta enero del año que viene. El problema de la liberación israelí de los prisioneros políticos palestinos, sin embargo, habría quedado sin resolver ayer. Erekat se reunirá nuevamente hoy con su par israelí Gilad Sher.

 

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