Por Héctor Yánover * Jorge Luis
Borges es importante para los que quieren saber. Para los que no quieren saber, no
existió nunca. Desconfiaba del pensamiento rígido, del reglamento, por eso tantos
reportajes, para enseñar a dudar y a contradecirse y encontrar un camino propio en medio,
a través, con, las contradicciones. Borges es un gran tema para un escritor porque obliga
a la inteligencia, a la deducción como en una novela policial, al acertijo, a
la búsqueda, a la controversia. Como en los grandes libros, el universo está en él, y
además Borges. No es para analfabetos, exige perspicacia, sutileza, todas condiciones de
las que carecemos pero a las que aspiramos y Borges nos hace creer que las podemos
alcanzar, las pone en nuestras manos. Hablar de Borges, como hablar de la Biblia, nos
obliga a la revisión del universo. Al inventarlo. Sus temas son la mortalidad, la
inmortalidad, el descreimiento, la fe, los libros que son El libro y la necedad como
enemigo. Por algo Borges decía que la religión era hermosa porque se basa en el libro,
en la palabra, en la lectura de un hombre solo frente a la inmensidad, el terror, la
benevolencia.
Rubén Darío son las marquesas, César Vallejo los cholos, Pablo Neruda Cuerpo de mujer o
Stalingrado y Borges los tigres, los espejos, las espadas, el laberinto. Pero con todo eso
no hacemos absolutamente nada. De lo que se trata es de leer un poema y sentirlo con la
piel y con los huesos. Poemas hay muchos. Muchas veces me sorprendo escuchando que citan
como ejemplo alguno que no es de aquellos que escribió Dios sino los del oficio, los que
cualquier Borges puede escribir (ahora que se han multiplicado) y no Jorge Luis. Estos son
los que prefiero: El general Quiroga va en coche al muere, Poema conjetural, Fundación
mítica de Buenos Aires, Un soldado de Urbina, A un viejo poeta, Baltasar Gracián, El
golem, El tango, Milonga de dos hermanos, Milonga de Jacinto Chiclana, La noche cíclica,
Límites, A un poeta menor de la antología, Everness, Spinoza, Poemas de los dones,
Cuarteta, Del rigor de la ciencia, El poeta declara su nombradía, Borges y yo, Leopoldo
Lugones.
No se puede dividir a un ser humano y esto ya lo sabía Salomón. Tampoco
se puede dividir a un creador y poner aquí la prosa, aquí la poesía. Son convenciones,
para poder estudiarlo mejor, pero sería imposible que alguien pretendiera decir que ha
leído a Borges, sólo porque ha leído sus cuentos. Borges le debe mucho a Marcelo
Abramovicz, a quien conoció en Ginebra y que fue quien les presentó a los grandes poetas
del simbolismo y la modernidad: Baudelaire, Rimbaud, y a Rafael Cansinos Assens, un
probable lejano descendiente del ultraísmo que él importó al Río de la Plata. Estoy
seguro de que estos judíos, que tampoco podemos dividir, le dan, junto con la literatura,
su sentido de la unicidad y de esa forma Borges no sólo es judío, sino también griego,
escandinavo, celta y vikingo. Y sobre todo argentino, porque ésa es nuestra herencia
occidental y literaria que Borges acepta, encarna y lega. La tendencia a dividir pone lo
mortal y lo inmortal en distintos lugares y como los pueblos tienden a no pensar aceptan
la idea del ser separado. Borges, en cambio, tendía en sentido contrario, a pensar y no
sólo a pensar sino a oír, y en primer lugar, a oírse a sí mismo. La Biblia, ése es
libro circular que su Abuela Francis Haslam sabía de memoria. Dios, dice, es un libro
circular.
Borges ama la circularidad, por eso El Aleph: un punto de la circunferencia desde el cual
se puede acceder al conocimiento de casi todo. El Memorioso Funes y El Zahir, son otras
entonaciones del círculo. Se puede leer y volver a leer y volver a leer. Borges, que es
el Aleph, también es circular. Desde cualquier punto de la circunferencia podremos
acceder al todo. Es por eso que hay infinitos Borges y, alternativamente, nos hemos
habituado a ellos. Y en cada uno hay una teoría del todo. Como en el cuento del elefante,
cada cual descubre su Borges y traza su propia imagen, retratándolo. Es por eso que los
trabajos se multiplican: las conferencias, las mesas redondas, las tesis, los artículos,
los ensayos, los libros. Y todo es ya un torneo donde el ingenio debe encontrar nuevas
formas. Después de escribir esas maravillas que nos arquitecturan, nos dan entidad, nos
hace sentir reales y trascendentes, cita a León Bloy: No hay en la tierra un ser
humano capaz de declarar quién es. Nadie sabe qué ha venido a hacer a este mundo, a qué
corresponden sus actos, sus sentimientos, sus ideas, ni cuál es su nombre verdadero, su
imperecedero nombre en el registro de la Luz....
Hablar de Borges es como hablar del universo. Yo nací a la lectura con la
lectura de Borges, me acompaña toda la vida, él es mi experiencia de lector, mi
referente, encarna la lectura y el libro y en el imaginario colectivo él es el autor de
todos los libros, no en vano cada tanto entra alguien a las librerías pidiendo los
evangelios de Borges.
Y como a la Biblia, también a Borges se lo puede subdividir y estudiarlo en sus infinitas
artistas, modos, entonaciones, facetas, rostros. Esta nota podría ser, por ejemplo, sobre
Borges cuchillero, sus reivindicaciones del bajo fondo, de los compadres, de sus poetas.
Fíjense que en 1929 hace un libro sobre el poeta del suburbio por antonomasia: Evaristo
Carriego y muchos años después escribe asombrosas milongas y ese poema arquetípico que
es El Tango. Borges y el criollismo. Una reivindicación del lenguaje rioplatense y
americano en cuya defensa abre el fuego contra los hispanistas. Pero un criollismo casi
hecho de pronto con lo universal, escribe textos que, como él reconoce, se tornan
crípticos incluso para él mismo, porque así como se dice que Azorín trabajaba con el
diccionario de sinónimos para arcaizar sus textos, así lo hacía Borges con un
diccionario de argentinismos. Por eso es que prohíbe la reedición de algunos libros. Hay
un Borges esotérico, otro zoólogo, uno mágico, un consumado humorista.
Si tuviese que definirlo de manera que en su presencia no nos sonrojáramos, diría que
era un lector. El dice: lector hedónico, un lector que leía con placer, que gozaba con
la lectura y que ese amor por la lectura le educó el paladar. Borges educa su pasión por
los libros, aprende a leer, lee toda su vida esa pasión no decae. Cuando comienza a
escribir, su sentido crítico (hay que llegar a ser el propio crítico, le
escribe Rilke a Kapus y Borges llega) lo va guiando y a veces bandeando. Es un autodidacta
avalorado por un vago bachillerato ginebrino, así deviene ultraísta, simbolista,
expresionista, folclorista. Llena de palabras del Río de la Plata sus textos, se enamora
y desenamora de las metáforas, odia y ama a Leopoldo Lugones, proclama el verso libre y
vuelve a la rima y a los sonetos; se ríe de y ama a su país, está en Sur y hora
la defiende, hora no le gusta, es Borges y no le gusta, es argentino (y de pronto
parece que más que nada) y de pronto parece que no le gusta, habla el español y tampoco.
Vive en conflicto, en guerra con sus entrañas. Y lo lee todo y lo procesa en esa máquina
maravillosa que hace el mismo artesanalmente.
Cuando salió el primer tomo de sus obras completas julio de
1974 2900 ejemplares más 100 enumerados a mano donde están todos sus libros
hasta El oro de los tigres de 1972 sentí que allí estaba mi biblia de hoy. En
primer lugar porque es un libro de libros. Ahí están las obras a las que volvemos una y
otra vez, a veces para releerlas y otras para cotejar un adverbio, comprobar un adjetivo,
recordar una cita. Aquí están las historias apasionantes del siglo XX. Tienen un solo
autor: el espíritu. No el santo, sino el de Borges. Que si todos los hombres son todos
los hombres, él más que ninguno. Borges se contradice. Dice lo uno y lo otro. Refleja
las idas y vueltas de un ser vivo. Podemos abrirlo en cualquier parte y siempre nos
apasionará y siempre creeremos que lo queestamos leyendo no lo habíamos leído antes.
Porque cada vez que lo leíamos vamos a entender otra cosa o un poco más o un poco mejor.
Porque es un libro circular que podemos terminar de leer y volver a abrir y seguir leyendo
y siempre nos ha de asombrar.
* Poeta, librero, ex director de la Biblioteca Nacional.
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