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OTRO TESTIGO DENUNCIO TORTURAS EN el CASO EDUARDO MENEM
“Lo que te digo lo repetís al juez”

Santos López dijo que la bonaerense lo torturó, junto a su hija, para que inculpe a su ex yerno. Acusaciones de un muerto.

Mauricio Rolón, uno de los acusados, fue inculpado por un policía que atestiguó ayer.
El uniformado dijo que un vecino, que murió, le dijo que Rolón había estado en lo de Menem.

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Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Un nuevo testigo, Santos Baldomero López, dijo ayer en el juicio oral y público por el ataque a la casa del senador Eduardo Menem que la policía bonaerense sembró armas en su casa, lo amenazó y golpeó para que involucrara en el caso a uno de los jóvenes acusados. “Lo que yo te digo acá vos se lo repetís al juez. Así te salvás junto con tu hija. Acusalo a Salto”, recordó López que le advirtieron los bonaerenses en la Brigada de Tigre. Y él lo hizo: primero ante un juez de provincia y luego ante el ahora destituido Francisco Trovato.
Baldomero López entró cerca del mediodía a la sala de audiencias del Tribunal Oral Nº 16, donde se juzga a Dante Salto, Mauricio Rolón y Carlos García por el asesinato de un custodio de Menem y las heridas provocadas a otro. Allí contó por primera vez ante la Justicia lo que vivió la noche del 12 de julio de 1996, cinco días después de la incursión armada a la casa del senador.
Esa madrugada efectivos de la bonaerense allanaron su departamento. Allí estaban su hija Analía y Dante Salto, quien por entonces era su pareja.
–Nos tiraron con mi hija en el comedor. Vi que uno de ellos metió una ametralladora debajo del sillón, le alcancé a ver la puntita. Revolvieron todo, a los 20 minutos llamaron a un testigo y nos llevaron a la Brigada de Tigre –recordó López.
En ese lugar le preguntaron qué sabía de Salto: “tenés que saber algo porque él estuvo en la casa de Menem”, le advirtieron. López contestó que no tenía idea, y entonces comenzaron los golpes. Ayer narró que le explicaron que iba quedar 25 años preso por tenencia de armas, y finalmente uno de los policías ofreció un trato: “Lo que yo te diga acá vos se lo decís al juez. Así se salvan vos y tu hija. Acusalo a Salto”.
La hija de López, Analía, contó lo mismo el miércoles pasado. La muchacha sostuvo que, mientras su padre estaba detenido en otra oficina de la Brigada de Tigre, a ella la sometieron al submarino seco, un método de tortura que consiste en colocar una bolsa de nylon en la cabeza de una persona hasta prácticamente ahogarla. López y su hija declararon espontáneamente ante un juez de provincia. Dijeron que Salto les había confesado lo siguiente: “fuimos a robar una casa grande y linda en Núñez y nos sacaron a los tiros”. Cuando Baldomero López llegó a este punto del relato, miró al tribunal para hacerle una aclaración:
–Hace 43 años que vivo trabajando –les dijo–; soy metalúrgico desde los 15 y jamás me metí en nada, ni siquiera en cosas políticas. Vine a decir la verdad y nunca supe si Salto estuvo o no en la casa de Menem.
El fiscal general Pablo Ouviña pidió confrontar sus palabras con la declaración que había dado ante Trovato. El pedido originó un duro cruce con el defensor Gustavo Ferrari, quien planteó que mal se podía enfrentar al testigo con una declaración sacada en las circunstancias que acaba de relatar. El tribunal accedió a que se lo interrogara de esta forma.
El clima en la sala se volvió espeso. El fiscal fue repasando cada una de las diferencias detectadas. López trastabilló cuando Ouviña hizo hincapié en que le contestara si sabía o no que la noche en que fueron detenidos Salto estaba herido de bala en la espalda. También cuando le preguntó si el muchacho le había pedido quedarse unos días en su casa. Pero se mantuvo firme en que lo había acusado por presiones de la policía.
Por la tarde fue llamado a declarar Omar Farías, un policía que vivió en el mismo barrio que otro de los acusados, Mauricio Rolón. El suboficial identificó e incriminó a Rolón, aunque a través de los dichos de una tercera persona que luego falleció.
Farías dijo que conocía “de vista” a Rolón y que pensó en comprarle un Taunus que le vio manejar. Pero un vecino común, Víctor Pacheco, le advirtió que ni se acercara “porque ese es un tipo jodido, estuvo metido en el robo a la casa del senador Menem”. El hombre no quiso decirle cómo se había enterado del tema. Farías agregó que decidió seguir a Rolón y lo vio entrar en una casa en La Matanza, sobre la calle Turín. En esa casa, dicen los investigadores policiales, Rolón se reunía con otro de los acusados para salir a robar. Los dichos del policía entusiasmaron a los abogados querellantes, quienes consideraron que si bien el relato surgió a partir de los decires de un tercero muerto, es un elemento incriminatorio importante en el contexto de la causa.
De la jornada también participó un vecino de la casa del senador, Roberto Ferioli, quien aseguró que no observó antes del ataque a la casa de Menem consignas policiales uniformadas. El vecino contradijo así al jefe del servicio externo de la seccional 51, Eduardo Soto, quien había asegurado que la custodia de la casa del senador era “prioritaria” para la comisaría y que por lo tanto había dispuesto tres puestos de consignas. Pero ninguna de las tres estuvieron cubiertas la noche del ataque.

 

Cómo ver las fotos

El subinspector Angel Loyola fue uno de los que firmó las actas en las que quedó asentado el reconocimiento fotográfico de uno de los detenidos. Ayer, cuando fue llamado a declarar, le preguntaron cómo había sido ese reconocimiento. “No pude verlo, porque a la persona se la deja sola en una habitación con las fotografías para que las mire”, aseguró Loyola. El miércoles, el testigo Mario Nakamura había dicho exactamente lo opuesto: “me marcaron una línea (de fotos) para que me fijara si alguna de esas caras me resultaba conocida”, contó al tribunal. En esa fila estaba la cara de uno de los actuales acusados.


“Me pegaron de atrás”

El fiscal Ouviña interrogó a Baldomero López con abundancia de términos de la jerga tribunalicia, hasta que el testigo lo cortó:
–Hablame derecho porque yo no te entiendo bien– pidió López.
–¿Estaba herido Dante Salto cuando los detuvieron?
–No me di cuenta, pero después los vecinos me contaron que tenía lastimado un hombro por algo que pasó en Villa Melo.
–¿Usted estaba conforme con la relación que tenía con su hija?
–No, por todo lo que en el barrio me decían de él.
–¿Salto se quedaba en su casa?
–A veces se quedaba hasta tarde.
–¿Le había pedido quedarse en su casa por dos o tres noches?
–Una o dos veces se quedó.
–En su declaración anterior usted aseguró que su hija le había contado que Salto estaba herido.
–Me dijo que tenía un raspón en la espalda.
El fiscal le advirtió después que recordaba “perfectamente algunas cosas, y otras en cambio, no”. López parecía no entender del todo y el defensor de Salto se quejó por considerar que estaban presionando al testigo. Pero el hombre se mantuvo firme en un punto:
–Usted también dijo que Dante Salto le había confesado que participó en un asalto en la zona de Núñez –le recordó Ouviña.
–Eso es lo que en la Brigada de Tigre me dijeron que repitiera. Que Salto me había dicho ‘volvíamos de Núñez, vi una casa grande y nos metimos. Se armó un tiroteo y a mí me pegaron de atrás’.

 

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