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LA ABOGADA DE TARANTINI DIJO QUE FUE PRESIONADA POR BERNASCONI
“La libertad a cambio de Coppola”

Según Elena Carubín, Bernasconi le pidió que el ex futbolista vinculara a Coppola con el narcotráfico. Y así quedar libre.

El abogado Mariano Cúneo Libarona contó cómo logró que las chicas dieran vuelta la causa.
Aseguró que llamó al entonces comisario Mario Naldi por una cuestión de seguridad.

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Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) –¿Doctor, pero qué es lo que quieren? –le preguntó, en el juzgado Federal de Dolores, la defensora del entonces detenido Alberto Tarantini al secretario Roberto Schlagel, antes de que el ex futbolista declarase como testigo de identidad reservada en octubre de 1996.
–A Coppola –dijo ella que contestó el segundo del juez.
El corto diálogo fue apenas una muestra de los detalles que ayer dio en la audiencia oral por el Caso Coppola II, la abogada Elena Carubín, al contar cómo habría sido presionado su defendido para que declarara en contra del manager de Diego Maradona. Y ante una pregunta sutil sobre si hubo insinuaciones para que Tarantini dijera que Coppola era narcotraficante, la letrada, con el tono de una señora horrorizada, despejó: “No se insinuó. El doctor (Hernán) Bernasconi dijo abiertamente que si declaraba en contra de Coppola lo dejaban en libertad... Y no cumplió”.
La sorna de Carubín al cobrarse ayer el incumplimiento por parte del magistrado de Dolores a ese canje de declaración por libertad se basó en que después de que Tarantini finalmente hiciera ambiguas acusaciones de tráfico sobre Coppola, no fue liberado. En realidad, el juez otorgó la excarcelación. Pero al obtener una recomendación de la Secretaría provincial de Prevención de las Adicciones para que recibiera un tratamiento, lo internó compulsivamente en una granja de recuperación en Balcarce. Tarantini pasó dos meses preso, hasta que la declaración de Samantha Farjat y Julieta La Valle ante el juez Marquevich desbaratara ante el Tribunal Federal Oral de Mar del Plata las pruebas en su contra. Ambas reconocieron que plantaron la droga secuestrada al “Conejo”, presionadas por el juez Bernasconi, su secretario y los policías Daniel Diamante, Carlos Gómez y Antonio Gerace.
La cuarta audiencia oral comenzó pasadas las diez con la actuación de “Juli”, la última de los siete imputados en declarar. La muchacha reiteró enfundada en un vestido de lana gris la misma historia contada por “Sami”, o sea que los policías las amenazaron para que pusieran la droga, declarasen contra Coppola y tuviesen cierta amistad amorosa con ellos. La Valle cavó un tanto las sepulturas legales de algunos implicados y sospechosos: dijo que el día que le entregaron la cocaína para plantar a Tarantini todos los presentes sabían qué estaba ocurriendo. Hablaba de Gerace, el policía Claudio Vega, el periodista de Télam Oscar Pinco y el policía Gómez. Julieta dijo que fue él quien se la dio en un auto fuera de la confitería Nostalgias, donde se encontraron aquel sábado 5. “Me dio primero tres papeles, pero dijeron esto es poquito, tomá un poco más”, diseccionó.
El periodismo, y Pinco en especial, aparecen recurrentemente en las declaraciones del juicio. El enviado de la agencia oficial estuvo en el departamento de Natalia De Negri, donde se detuvo a Tarantini a los pocos minutos de que entraran los policías el 6 de octubre. “Pinco estaba como loco llamando por teléfono a todos los medios, no lo soltó en ningún momento”, dijo sobre el rol del cronista. Y la que sumó leña al fuego mediático fue la abogada de Tarantini: “Era como parte del tribunal”, aseguró. Carubín y su marido, el abogado Cosme Rombol son defensores de Conejo desde el verano de 1996 cuando el mismo juzgado de Bernasconi lo procesó por tenencia de estupefacientes. Ayer, su relato tuvo de fondo un silencio, producto de la tensión que su relato logró, al detallar cómo habría sido presionado su cliente, aún en su presencia y la de Rombol.
Para separar los tantos, para aclarar hasta dónde puede llegar su responsabilidad en las “irregularidades de la causa Tarantini” –tal como ayer se lo escuchó decir en un aparente furcio– el secretario Schlagel, sobre quien pesan acusaciones que podrían dejarlo 25 años preso, le pidió, ejerciendo su propia defensa, una aclaración a la abogada Carubín. “Cuando usted habló sobre el cambio de calificación de su defendido. ¿Estaba yo presente?”, preguntó. Carubín terminó aclarando que si bien él tomó la declaración “trucha” de Tarantini, fue Bernasconi con quien conversó la rebaja de pena que recibiría “el Conejo” a cambio de mentir.
Ayer también declararon Alejandro Melik, uno de los abogados de Guillermo Coppola que llevó a las chicas a declarar ante el juez Roberto Marquevich, cuando decidieron contar la trama que hoy se conoce. Y Mariano Cúneo Libarona, quien detalló cómo fue que logró que las lolitas declararan que las habían presionado. También soportó que a pedido de Schlagel se escucharan grabaciones en las que habla con Yayo Cozza de “salir de putas” y algunas con Samantha, con las que se intentó que flotara el fantasma del dinero. Al filo de la noche terminó una breve declaración del querellante, Coppola, en su segundo episodio.

 

Sexualidad en debate

La sexualidad del secretario ha sido asunto del debate oral del caso Coppola II. Tema tabú, ideal para un escenario donde los personajes del vodevil regresan con el escándalo a cuestas, apareció el miércoles en la declaración de Samantha Farjat, quien deslizó que Roberto Schlagel tenía un amorío con un joven rubio de su juzgado, a título de que a ese chico se le habría “arreglado una causa”. Fue sutil al no discriminar con su afirmación: “yo por mi novio hubiese hecho lo mismo”. No como su amiga Julieta que ya lo calificó de “enano”o “mediometro maldito” y ayer cuando le preguntaron por cómo nombraban los policías del caso a Hernán Bernasconi y su secretario dijo “el viejo” y “el sopeti”. Ayer llegó la desmentida de rigor, sobre la sexualidad. Schlagel pasó al estrado a negar varias acusaciones. Y en un punto sostuvo que no es ni “drogadicto ni borrracho ni homosexual”. Eso sí, con corrección política: “soy heterosexual. Si fuera homosexual lo diría, pero eso no es cierto, y tampoco que tuve una relación con un empleado de mi juzgado”.


 

EL ABOGADO CUNEO LIBARONA DECLARO COMO TESTIGO
“Le tenía miedo a Dolores”

Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) Una de las incógnitas del caso fue, desde siempre, por qué Samantha y Julieta presentaron la denuncia que dio vuelta el caso y terminó con la detención de Roberto Schlagel y sus tres policías de élite, en San Isidro, ante el juez Roberto Marquevich, un domingo a la 1 de la madrugada, en lugar de hacerlo en horario de Tribunales, un día de semana. Las defensas del ex secretario y los policías braman por lo que creen una declaración comprada. También sospechan de la presencia del ex comisario Mario Naldi, que acompañó al grupo hasta el juzgado de San Isidro, como parte de una negociación hasta ahora nunca comprobada y sólo dicha soto voce. Esa fue la clave de la declaración de Mariano Cúneo Libarona.
El representante de Guillote como uno de los querellantes fue citado ayer como testigo en la causa. Cúneo se dedicó a repasar todo el recorrido de la denuncia de las chicas, desde que Guillermo Alberdi, amigo y abogado de Héctor “Yayo” Cozza, le entregó un casete “muy importante”, donde Samantha y Julieta relataban sus sufrimientos. “El 22 o 23 formulamos la denuncia en el juzgado de Ana Selva”, sostuvo Cúneo. Pero según su declaración, “las cosas empeoraron”.
“Percibimos que estaban trabajando para neutralizar nuestra denuncia. Ese domingo –aseguró el testigo-querellante– trabajamos para hacer una autodenuncia pero en un juzgado de Capital. A lo que le tenía miedo era a Dolores.” Ese domingo 27 de octubre, mientras los asistentes de Cúneo estudiaban el casete, el abogado recibió el llamado de Alberdi: “Voy para allá con las dos chicas”, le dijo. “Yo no estaba muy seguro de a qué venían. No sabía si venían ellas, o caía la policía y me detenía. Ya no sabía qué pensar.” Quedaron en encontrarse en el pub Tabac, pero Cúneo tomó sus precauciones: “Llamé a Naldi. Yo lo había visto una sola vez antes, cuando me pidió asesoramiento por una querella. Le pedí que me protegiera”. También llamó a dos periodistas de televisión para que tomaran imágenes. “Ustedes tienen que entender el momento por el que pasábamos”, dijo Cúneo al tribunal.
Finalmente por Tabac aparecieron Alberdi, Samantha y Julieta. “Querían ir ante un juez”, aseguró. “¿Por qué a San Isidro?”, preguntó el presidente del tribunal, Guillermo Gordo. “A Dolores estaba claro que no –respondió Cúneo–. Y a esa hora... Buscamos si había un juez de hábeas corpus. Ana Selva había estado muy enferma, la descartamos. El juzgado de Instrucción 20, que estaba de turno, no nos iba tomar hasta el día siguiente. ¿Un juez federal? Estaba de turno Literas, pero yo sabía que tenía amistad con Bernasconi. No me pareció conveniente. Se me ocurrió San Isidro, Bergesio, pero estaba de licencia. Después me enteré de que Marquevich estaba de turno.”
–¿Lo llamó a la casa? ¿Cómo consiguió el teléfono? –preguntó el tribunal.
–No me acuerdo, creo que me lo dio Naldi. Lo tenía anotado en un papelito.

 

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