OPINION
Los muros del silencio
Por Marcelo Lorenzo |
El
contraste, por un lado, entre una dirigencia política que en campaña electoral se llena
la boca de modernidad con el ingreso de nuestro país al concierto de naciones del primer
mundo; y por otro lado, del deterioro general de la población, es cada vez más cínico,
antiético y alarmante. Y en él se erigen instituciones propias del medioevo que
destrozan todos los discursos de los políticos y les devuelven como un cachetazo la
responsabilidad que tratan de evitar. El manicomio, un verdadero ghetto, con sus internas
de cabezas rapadas, sus amenazas de electroshock, y de chalecos de fuerza prohibidos hace
décadas se mantiene intacto, incólume, eterno.
¿Por qué el secretario de Salud, Lombardo, no interviene sobre los hechos? ¿Por qué el
presidenciable De La Rúa no remueve a Marchant del cargo de director? Porque el
imperativo no es prestar salud, sino ajustar la salud. Y para realizar el pretendido
recorte impuesto por el FMI, los Marchant fueron y serán un eslabón imprescindible.
El modelo tiene su correlato en el plano de la salud mental. Este se sustenta en un poder
psiquiátrico hegemónico que, lejos de atacar las causas de los problemas, esconde los
suicidios y enclaustra sus manifestaciones patológicas más graves (psicosis). Desde la
Izquierda Unida estamos en contra de este modelo. Dentro de él, el paciente, el
trabajador del hospital y la sociedad se encuentran atrapados, sin salida. Opuesto a esto
proponemos un hospital general, gratuito y de puertas abiertas, con un plan de
construcción de Casas de Medio Camino donde las internas puedan vivir y ser atendidas
dignamente, y donde el personal asistente deje de ser administrador de pastillas para
realizar la función que vocacionalmente eligió.
* Psicólogo Institucional. Pre Candidato a Diputado por Izquierda Unida. |
|