Página/12 en Brasil
Por Darío Pignotti Desde Brasilia Unos 70.000 manifestantes
participaron ayer en Brasilia del mayor acto opositor celebrado en cinco anos de gobierno
cardosista. Como es costumbre, la policía tiró su estimación de asistencia a la baja
(primero contó 60.000 asistentes, luego 45.000) y los organizadores la juzgaron en más
de 100.000. En todo caso, esa multitud de descontentos coincide (lo que no siempre ocurre)
con las mediciones de opinión en las que Fernando Henrique Cardoso merece el rechazo del
59 por ciento de los encuestados, datos poco alentadores para quien lleva sólo ocho meses
como presidente reelecto y pretende gobernar hasta el 1 de enero del 2003. El lema que
más se oyó y leyó fue Fuera FHC, fuera FMI y Luiz Inacio da Silva, Lula,
líder de la izquierda brasileña, manifestó que si (Cardoso) renunciara sería un
gesto de grandeza, pero este Fernando Henrique no tiene grandeza y es una
marioneta del FMI.
De camisa azul empapada y voz maltrecha, Lula cerró el acto entre ovaciones y un sol de
32 grados. Agradezco al presidente Cardoso, dijo con ironía. En el palco lo
acompañaba el veterano Leonel Brizola, presidente del PDT (Partido Democrático
Trabalhista, y enconado opositor). Para el líder del PT, las declaraciones del jefe de
Estado, en que acusó de golpistas a los organizadores del evento, favorecieron a la
oposición incrementando el número de manifestantes. Pero no todo fue a pedir de Lula. A
último momento, Brizola sacó un conejo de la manga, de esos que irritan al petista: no
participó de la delegación que llegó hasta el Congreso pidiendo una comisión
investigadora sobre la privatización de Telebrás, en la que Cardoso habría influido
ilegalmente. Brizola explicó que no iba al Parlamento porque lo que él pide no es una
investigación sino la renuncia del presidente y el vice (Marco) Maciel. El
mensaje fue claro: la unidad alcanzada ayer se funda más en la confrontación con Cardoso
que en las coincidencias tácticas y programáticas.
Lula tampoco pudo persuadir a los gobernadores petistas de Acre y Mato Grosso do Sul para
que subieran al palco. Sí lo hizo Olivio Dutra, jefe de gobierno del importante Rio
Grande do Sul. Otro que faltó fue Itamar Franco, quien prefirió quedarse en Minas
Gerais, desde donde ambiciona construir su propio liderazgo de cara a las presidenciales
del 2002.
En la semana previa a la concentración, oficialistas y opositores libraron duros cruces
verbales que parecieron atenuarse el miércoles, cuando el presidente del PT, José
Dirceu, fue recibido por el ministro de Justicia José Carlos Dias, un ex militante
izquierdista y miembro del gobernante Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
Después de la fumata blanca, Dirceu y Dias se comprometieron a garantizar la seguridad y
evitar los desbordes. Pero ayer por la mañana la cosa volvió a recalentarse cuando el
ministro de Economía, Pedro Malan, se despachó contra quienes objetan su programa.
Esta marcha no cambiará la política económica del gobierno, dijo, y luego
embistió: no sé que es lo que quieren los organizadores con sus planteos vagos,
genéricos e ineficaces.
El secretario general del PT, Arlindo Chinaglia, levantaba el guante entrevistado por
Página/12: El gobierno tiene actitudes monárquicas y sus ministros tienen la
arrogancia de los cortesanos.
Según iban llegando los más de 1000 colectivos fletados principalmente desde Minas
Gerais y San Pablo (pero también desde los remotos estados de Rondonia o Acre) el trazado
aséptico de Brasilia cedía a los redoblantes y las panderetas. Y, como suele ocurrir, el
acto se atrasó en dos horas.
Los punks anarquistas lucían bonetes alegóricos a Cardoso mientras reclamaban la
disolución del Estado. Junto con esa demostración, en el otro extremo generacional, los
cincuentones coreaban Para Que No Digan Que No Hablé de Flores
(Caminando y cantando la misma canción/ somos todos hermanos armados o no),
el himno que identificó la resistencia antidictatorial de los 60 y los 70.
Los Sin Tierra se hicieron ver pero no movilizaron todas sus filas como esperan hacerlo en
la marcha que ya han iniciado y recién llegará a Brasilia en octubre.
Hasta las 13, el secretario de Seguridad, Castello Branco, no había registrado ningún
incidente. A media tarde algunos punks decidieron despacharse con escupitajos y palos
contra la Policía Militar, que había dispuesto un cordón de 7000 efectivos. Ganaron los
uniformados.
Todo acontecía frente a las dos torres blancas de líneas modernas en las que funciona el
Congreso. Desde esa perspectiva que da la altura, el senador Antonio Carlos Magalhaes,
acaso el político más poderoso del Brasil (incluyendo a Cardoso), se regodeaba con el
espectáculo. Eterno cacique bahiano de apariencia gentil, es la encarnación de esa casta
conservadora a la que se conoce como los coroneles.
Viejo zorro, Magalhaes sabe que el desgaste ocasionado al presidente por la marcha
opositora puede fortalecerlo. Aunque su partido, el PFL (Partido del Frente Liberal),
integra la coalición gobernante, ya está prendido en la carrera sucesoria y no se priva
de poner palos en la rueda de Cardoso.
En la Bolsa de Valores Paulista (Bovespa), la movilización no logró sacudir las
cotizaciones, aunque mereció alguna atención. En los círculos bursátiles temen más
las conspiraciones de Magalhaes que la capacidad de la izquierda para erigirse, al menos
en el corto plazo, en una amenaza cierta al modelo.
Plaza de Mayo en Misiones
Por D.P.Como si la
Plaza de Mayo estuviera en Misiones. Esa es la distancia que separa al distrito federal de
Brasilia, sede de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, de San Pablo, capital económica y sindical del Brasil. Para
llegar a la Explanada brasileña, los manifestantes paulistas viajaron durante 17 horas.
Los que llegaron desde las estados de Paraíba o Rondonia marcharon casi durante dos
días.
Concebida en los años 50 e inaugurada en los 60, Brasilia expresa tanto la
utopía urbana modernista como el abismo que distanciaba (y distancia) a las elites
nativas del resto de la sociedad. En números, la concentración de ayer es poco
expresiva: menos de 100.000 personas en un país habitado por 155 millones. Sin embargo,
Brasilia nunca había sido escenario de una manifestación como la de ayer.
Fernando Henrique Cardoso no es, pese a su investidura, un miembro connotado de aquellas
elites. Antonio Carlos Magalhaes sí. Previsor de los aluviones populares, el archisenador
bahiano fue quien ordenó hace unos años construir el gran foso inundado que rodea a los
palacios oficiales. Hasta allí llegaron ayer los manifestantes. |
HABLA ARLINDO CHINAGLIA, SECRETARIO GENERAL
DEL PT
Queremos investigar a Cardoso
Por D.P.
El
PT centró los reclamos en la investigación sobre la privatización de Telebrás. ¿Por
qué? preguntó Página/12 al coordinador del acto, Arlindo Chinaglia, secretario
general de ese partido.
Porque esa privatización, en la que se estuvieron en juego 22.000 millones de
dólares, está muy sospechada de maniobras ilícitas. Hay grabaciones reconocidas por el
gobierno en las que hasta el presidente Cardoso habla con sus funcionarios recomendando
que se apoye a uno de los grupos antes de la subasta pública. Eso mancha todo el proceso.
Por ese solo motivo corresponde investigar para saber si el presidente debe ser alcanzado
por la denuncia de responsabilidad.
¿Eso daría lugar al impeachment?
Si la CPI (Comisión Investigadora Parlamentaria) encontrara las pruebas, ése
sería el camino lógico.
¿El PT está diciendo que el gobierno es corrupto?
No lo diremos hasta que no haya pruebas, actuaremos con toda seriedad. Pero queremos
que se investigue, y si el oficialismo pone trabas a la investigación, nos estará dando
lugar a sospechar. Como también se sospecha de otras privatizaciones y de la compra de
diputados para votar la cláusula que permitió la reelección de Cardoso.
¿Cómo resolverán la dispersión opositora?
Estamos todos enfrentando el modelo, eso es lo que importa.
Lula dice una cosa, Brizola otra, el MST sigue una política autónoma...
Eso es natural.
Pero ni los gobernadores petistas de Acre y Mato Grosso do Sul participan.
Es que tienen compromisos contraídos con anterioridad, además sí está el
gobernador Olivio Dutra (Rio Grande do Sul).
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