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LA “MARCHA DE LOS CIEN MIL”, MAYOR ACTO OPOSITOR EN CINCO AÑOS
Brasilia fue capital de la protesta

Con lemas contra Cardoso y el FMI, una multitud de opositores marchó sobre Brasilia, pero sus filas permanecen divididas.

Decenas de miles de manifestantes protestan delante de la sede del Congreso nacional.
Abajo, Luiz Inacio Lula da Silva, líder del PT, reclama el fin de la política económica.

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Página/12 en Brasil
Por Darío Pignotti Desde Brasilia

t.gif (862 bytes) Unos 70.000 manifestantes participaron ayer en Brasilia del mayor acto opositor celebrado en cinco anos de gobierno cardosista. Como es costumbre, la policía tiró su estimación de asistencia a la baja (primero contó 60.000 asistentes, luego 45.000) y los organizadores la juzgaron en más de 100.000. En todo caso, esa multitud de descontentos coincide (lo que no siempre ocurre) con las mediciones de opinión en las que Fernando Henrique Cardoso merece el rechazo del 59 por ciento de los encuestados, datos poco alentadores para quien lleva sólo ocho meses como presidente reelecto y pretende gobernar hasta el 1 de enero del 2003. El lema que más se oyó y leyó fue “Fuera FHC, fuera FMI” y Luiz Inacio da Silva, Lula, líder de la izquierda brasileña, manifestó que “si (Cardoso) renunciara sería un gesto de grandeza, pero este Fernando Henrique no tiene grandeza” y es “una marioneta” del FMI.
De camisa azul empapada y voz maltrecha, Lula cerró el acto entre ovaciones y un sol de 32 grados. “Agradezco al presidente Cardoso”, dijo con ironía. En el palco lo acompañaba el veterano Leonel Brizola, presidente del PDT (Partido Democrático Trabalhista, y enconado opositor). Para el líder del PT, las declaraciones del jefe de Estado, en que acusó de golpistas a los organizadores del evento, favorecieron a la oposición incrementando el número de manifestantes. Pero no todo fue a pedir de Lula. A último momento, Brizola sacó un conejo de la manga, de esos que irritan al petista: no participó de la delegación que llegó hasta el Congreso pidiendo una comisión investigadora sobre la privatización de Telebrás, en la que Cardoso habría influido ilegalmente. Brizola explicó que no iba al Parlamento porque lo que él pide no es una investigación sino “la renuncia del presidente y el vice (Marco) Maciel”. El mensaje fue claro: la unidad alcanzada ayer se funda más en la confrontación con Cardoso que en las coincidencias tácticas y programáticas.
Lula tampoco pudo persuadir a los gobernadores petistas de Acre y Mato Grosso do Sul para que subieran al palco. Sí lo hizo Olivio Dutra, jefe de gobierno del importante Rio Grande do Sul. Otro que faltó fue Itamar Franco, quien prefirió quedarse en Minas Gerais, desde donde ambiciona construir su propio liderazgo de cara a las presidenciales del 2002.
En la semana previa a la concentración, oficialistas y opositores libraron duros cruces verbales que parecieron atenuarse el miércoles, cuando el presidente del PT, José Dirceu, fue recibido por el ministro de Justicia José Carlos Dias, un ex militante izquierdista y miembro del gobernante Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Después de la fumata blanca, Dirceu y Dias se comprometieron a garantizar la seguridad y evitar los desbordes. Pero ayer por la mañana la cosa volvió a recalentarse cuando el ministro de Economía, Pedro Malan, se despachó contra quienes objetan su programa. “Esta marcha no cambiará la política económica del gobierno”, dijo, y luego embistió: “no sé que es lo que quieren los organizadores con sus planteos vagos, genéricos e ineficaces”.
El secretario general del PT, Arlindo Chinaglia, levantaba el guante entrevistado por Página/12: “El gobierno tiene actitudes monárquicas y sus ministros tienen la arrogancia de los cortesanos.”
Según iban llegando los más de 1000 colectivos fletados principalmente desde Minas Gerais y San Pablo (pero también desde los remotos estados de Rondonia o Acre) el trazado aséptico de Brasilia cedía a los redoblantes y las panderetas. Y, como suele ocurrir, el acto se atrasó en dos horas.
Los punks anarquistas lucían bonetes alegóricos a Cardoso mientras reclamaban la disolución del Estado. Junto con esa demostración, en el otro extremo generacional, los cincuentones coreaban “Para Que No Digan Que No Hablé de Flores” (“Caminando y cantando la misma canción/ somos todos hermanos armados o no”), el himno que identificó la resistencia antidictatorial de los ‘60 y los ‘70. Los Sin Tierra se hicieron ver pero no movilizaron todas sus filas como esperan hacerlo en la marcha que ya han iniciado y recién llegará a Brasilia en octubre.
Hasta las 13, el secretario de Seguridad, Castello Branco, no había registrado ningún incidente. A media tarde algunos punks decidieron despacharse con escupitajos y palos contra la Policía Militar, que había dispuesto un cordón de 7000 efectivos. Ganaron los uniformados.
Todo acontecía frente a las dos torres blancas de líneas modernas en las que funciona el Congreso. Desde esa perspectiva que da la altura, el senador Antonio Carlos Magalhaes, acaso el político más poderoso del Brasil (incluyendo a Cardoso), se regodeaba con el espectáculo. Eterno cacique bahiano de apariencia gentil, es la encarnación de esa casta conservadora a la que se conoce como los “coroneles”.
Viejo zorro, Magalhaes sabe que el desgaste ocasionado al presidente por la marcha opositora puede fortalecerlo. Aunque su partido, el PFL (Partido del Frente Liberal), integra la coalición gobernante, ya está prendido en la carrera sucesoria y no se priva de poner palos en la rueda de Cardoso.
En la Bolsa de Valores Paulista (Bovespa), la movilización no logró sacudir las cotizaciones, aunque mereció alguna atención. En los círculos bursátiles temen más las conspiraciones de Magalhaes que la capacidad de la izquierda para erigirse, al menos en el corto plazo, en una amenaza cierta al modelo.

 

Plaza de Mayo en Misiones
Por D.P.

Como si la Plaza de Mayo estuviera en Misiones. Esa es la distancia que separa al distrito federal de Brasilia, sede de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, de San Pablo, capital económica y sindical del Brasil. Para llegar a la Explanada brasileña, los manifestantes paulistas viajaron durante 17 horas. Los que llegaron desde las estados de Paraíba o Rondonia marcharon casi durante dos días.
Concebida en los años ‘50 e inaugurada en los ‘60, Brasilia expresa tanto la utopía urbana modernista como el abismo que distanciaba (y distancia) a las elites nativas del resto de la sociedad. En números, la concentración de ayer es poco expresiva: menos de 100.000 personas en un país habitado por 155 millones. Sin embargo, Brasilia nunca había sido escenario de una manifestación como la de ayer.
Fernando Henrique Cardoso no es, pese a su investidura, un miembro connotado de aquellas elites. Antonio Carlos Magalhaes sí. Previsor de los aluviones populares, el archisenador bahiano fue quien ordenó hace unos años construir el gran foso inundado que rodea a los palacios oficiales. Hasta allí llegaron ayer los manifestantes.

 

 

 

HABLA ARLINDO CHINAGLIA, SECRETARIO GENERAL DEL PT
“Queremos investigar a Cardoso”

Por D.P.

t.gif (862 bytes) –El PT centró los reclamos en la investigación sobre la privatización de Telebrás. ¿Por qué? –preguntó Página/12 al coordinador del acto, Arlindo Chinaglia, secretario general de ese partido.
–Porque esa privatización, en la que se estuvieron en juego 22.000 millones de dólares, está muy sospechada de maniobras ilícitas. Hay grabaciones reconocidas por el gobierno en las que hasta el presidente Cardoso habla con sus funcionarios recomendando que se apoye a uno de los grupos antes de la subasta pública. Eso mancha todo el proceso. Por ese solo motivo corresponde investigar para saber si el presidente debe ser alcanzado por la denuncia de responsabilidad.
–¿Eso daría lugar al impeachment?
–Si la CPI (Comisión Investigadora Parlamentaria) encontrara las pruebas, ése sería el camino lógico.
–¿El PT está diciendo que el gobierno es corrupto?
–No lo diremos hasta que no haya pruebas, actuaremos con toda seriedad. Pero queremos que se investigue, y si el oficialismo pone trabas a la investigación, nos estará dando lugar a sospechar. Como también se sospecha de otras privatizaciones y de la compra de diputados para votar la cláusula que permitió la reelección de Cardoso.
–¿Cómo resolverán la dispersión opositora?
–Estamos todos enfrentando el modelo, eso es lo que importa.
–Lula dice una cosa, Brizola otra, el MST sigue una política autónoma...
–Eso es natural.
–Pero ni los gobernadores petistas de Acre y Mato Grosso do Sul participan.
–Es que tienen compromisos contraídos con anterioridad, además sí está el gobernador Olivio Dutra (Rio Grande do Sul).

 

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