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OPINION
Los mellizos sean unidos

Por Juan Sasturain

Los hermanos Sergio y Fika Motsoeneng, según el despacho de EFE fechado en Johannesburgo, se mandaron la cambiadita en un maratón y los pescaron. El cable hispano no es demasiado claro pero lo que sí queda transparente es que, para ganarse los mangos (rands se llaman en esos lares) de la Maratón de los Camaradas, se substituyeron el uno al otro o el otro al uno: Sergio y Fika son mellizos pero se olvidaron de ponerse el reloj en la misma muñeca y alguien descubrió que el que iba quincuagésimo a los veinte kilómetros de carrera no era el mismo que se entreveró entre los primeros sobre el final de los 87 kilómetros que median entre Pietermaritzburg y Durban.
En realidad, desde los sobrinos de Donald hasta los inolvidables obstetras que hizo Jeremy Irons en la película de Cronenberg, siempre los hermanos repetidos han sido peligrosos. Y en el fútbol, precisamente, tienen una larga historia de ingobernabilidad. Empezando por los gemelos Pantoja –genuinos siameses de mi pueblo– que eran unas verdaderas fieras formando el ala izquierda en el equipo del colegio hasta que en quinto grado los separaron. Fue una hazaña médica pero un error táctico: nunca volvieron a tirar las paredes que solían. Sueltos, eran la anarquía. En otro nivel, los holandeses suelen venir de a pares rudos y famosos. Entre aquellos combativos René y Willy Van de Kerkhof y estos apolíneos retacones De Boer median dos décadas largas.
Todos estos antecedentes deberá tener en cuenta el que enfrente a los pareados. Uno más uno son más que dos. Y si no, que lo digan la madre de turno, los maestros de turno, los árbitros de turno que deba lidiar con los Barros Schelotto. Uno va por afuera y otro por adentro; creés que arreglaste con los dos y firmó uno solo o viceversa. En fin... Pero siempre es mejor que sea así y que no sea Macri –o Menem– el que tenga un mellizo.

 

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