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Por Laura Vales La primera semana del juicio oral y público por el ataque a la casa del senador Eduardo Menem deparó más de una sorpresa. En apenas cinco días pasaron por la sala de audiencias un testigo trucho, dos que denunciaron que fueron torturados para inculpar a uno de los acusados, y un par de policías federales con súbitos ataques de amnesia. La semana terminó con gravísimas denuncias contra la policía bonaerense, serias dudas sobre el papel que en la investigación tuvo la Federal y la incontrastable evidencia de que el ahora destituido juez Francisco Trovato investigó sólo la hipótesis oficial del intento de robo y descartó todos los elementos que podían apuntar en otra dirección. En el caso hay tres acusados: Mauricio Rolón, de 23 años, Carlos García, de 26 y Dante Salto de 29. Todos tienen antecedentes por robo; los dos primeros fueron señalados por los custodios del senador como quienes entraron --junto a una tercera persona-- a la residencia del barrio de Núñez el 6 de julio de 1996. Ese día un guardaespaldas fue asesinado y otro herido. Estos son los principales elementos que salieron a luz durante las audiencias: * El testigo trucho es Daniel Bautista Zella, un vecino de la familia Menem. El día siguiente al ataque armado había declarado que vio pasar el automóvil en que fugaron los agresores y describió a uno de ellos como de pelo largo "atado en forma de colita". Pero el martes aclaró que en realidad sólo había visto el auto y no a sus ocupantes. --¿A qué respondió el contenido de su declaración, entonces? --le preguntó el tribunal. Zella se encogió de hombros y contestó: --Es lo que me iban contando los policías que me mostraban las fotos. Me daban las alternativas hechas y yo sólo decía que eran posibles. * Santos Baldomero López y su hija Analía contaron que la Policía Bonaerense sembró armas en su casa, los amenazó y golpeó para que involucraran en el caso a Dante Salto. Según explicaron, los bonaerenses les hicieron aprender el siguiente libreto: que Dante Salto les había confesado que entró "a una casa grande y linda y nos sacaron a los tiros". * Los reconocimientos fotográficos realizados por Mario Nakamura tienen toda la traza de haber sido inducidos. Nakamura es el dueño del automóvil Golf que, según el requerimiento de elevación a juicio, robó Dante Salto y usaron Rolón y García para escapar. Durante la instrucción, Nakamura había tenido un comportamiento cuanto menos curioso. Siempre a través de fotos de los archivos policiales, identificó primero "de manera indubitable" a Carlos García como su asaltante. La segunda vez que declaró, ratificó esos dichos. Pero días más tarde volvió a mirar fotografías y cambió de opinión: sostuvo que en realidad, quien se había llevado su Golf era Dante Salto y no García. Salto y García vivían en diferentes partidos del conurbano y nunca se pudo probar que se conocieran. En la audiencia oral Nakamura dio detalles de lo sucedido: cuando identificó a García le habían "marcado una línea" de fotos para que la mirara con atención y cuando cambió de opinión le habían mostrado "fotografías sueltas de sólo una o, tal vez, dos personas". También aclaró que en ninguno de estos reconocimientos había estado totalmente seguro. * El policía Gustavo Ogara, de Robos y Hurtos, firmó una de las identificaciones fotográficas en cuestión. Se le preguntó por eso cuáles eran los pasos seguidos para reconocer a personas a través del álbum de malvivientes. Ogara dijo simplemente que no lo sabía. * No está claro si el Golf que figura en el expediente estuvo o no en la cuadra del senador la noche del ataque. El único custodio que vio con claridad el vehículo e incluso disparó contra él "unas 12 veces" dice que vio "un Gol viejo con pintura gastada de color blanco grisáceo", y no reconoció al Golf --modelo nuevo y de otro color-- secuestrado por la Justicia. * Eduardo Andrés Soto era jefe de calle de la comisaría 51ª cuando ocurrió la agresión armada. Aseguró que la vigilancia sobre la casa del senador era prioridad de su comisaría, y que "había un efectivo en cada esquina de su domicilio y otro en la calle de atrás las 24 horas de los 7 días de la semana". Pero cuando le preguntaron si la noche del ataque hubo vigilancia no logró recordarlo y terminó dando a entender que no. Tampoco logró recordar quiénes fueron los uniformados a quienes él mismo había designado para cumplir la tarea. * Dos vecinos contradijeron a Soto. Sostuvieron que no habían visto policías en las esquinas cuando el ataque pero tampoco antes. * Uno de los custodios, Daniel Lodovico, aseguró que esa noche hubo "una ducato tipo furgón" con un grupo de apoyo a los agresores. Desde ese utilitario abrieron fuego para cubrir la huida. Semejante despliegue parece tener poco que ver con la idea de un intento de robo de tres ladrones que vieron una puerta abierta y aprovecharon la oportunidad.
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